Iñárritu: 'Los seres humanos no son desechables'

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/ 9 noviembre 2015

El cineasta mexicano arremete contra el magnate Donald Trump en un discurso

La misma noche que Donald Trump, aspirante a la candidatura republicana a la Casa Blanca, arremetía en "Saturday Night Live" contra mexicanos y brasileños, el director de cine mexicano Alejandro González Iñárritu contraprogramó al magnate estadounidense y pronunció un emotivo discurso dedicado a quienes calificó de "soñadores indocumentados": los inmigrantes que han construido Estados Unidos. La audiencia era distinta de la del famoso show de la televisión estadounidense, pero no menos influyente: 600 invitados, entre los que estaban numerosas estrellas de Hollywood y políticos que se habían congregado en el Museo de Cine del Condado de Los Ángeles para homenajear al director de "Birdman".

En el discurso, González Iñárritu -que no mencionó a Trump por su nombre- alabó a los latinos y se mostró preocupado por el racismo, al afirmar que "los seres humanos no son desechables". Este no es elprimer enfrentamiento entre Iñárritu y Trump, que arremetió contra el cineasta mexicano tras ganar tres Oscar en los últimos premios de la Academia, dardos que fueron recogidos, entre otros, por el actorRobert Downey Jr. que se refirió así a Iñárritu: "Creo que para un hombre cuya lengua nativa es el español, ser capaz de armar una frase como ‘genocidio cultural’ habla de lo brillante que es”. Los comentarios cada vez más racistas de Trump contra México están suscitando tanta preocupación que un grupo de 67 escritores, políticos e intectuales hispanos, entre los que estaba el propio Iñárritu, firmaron la semana pasada un manifiesto en el que rechaban el discurso de odio del candidato republicano.

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A continuación, reproducimos íntegro el discurso de Iñárritu:

"Me siento muy honrado y agradecido al recibir este reconocimiento que me otorga esta noche el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles al lado del maestro, el poeta de la luz, James Turrell. Nosotros, como cineastas, usamos la luz para revelar nuestros historias. Pero para James Turrell, la luz es la revelación misma, y eso es sublime.

Durante los últimos catorce años, he vivido en la ciudad de Los Ángeles (junto a más de dos millones de mexicanos), y he sido testigo de cómo el LACMA, desde que Michael Govan y su equipo llegaron, han cambiado la dinámica cultural de esta ciudad al hacer el arte accesible, divertido y estimulante en una sociedad diversa que, antes de que el LACMA existiera, carecía de un lugar de reunión en donde cada raza, edad o clase social pudiera compartir un espacio y un centro.

Yo nací y crecí en un lugar al que considero la Roma de América, donde una civilización milenaria esta enterrada debajo de la ciudad más grande del mundo, en uno de los más complejos y apasionantes experimentos antropológicos jamás creados: La Ciudad de México.

Como mexicano, considero el honor que recibo esta noche como un reconocimiento a todo la comunidad mexicana por su eminente trabajo y su vibrante aportación cultural durante tantos años a la ciudad de Los Ángeles y a Estados Unidos. He sido muy afortunado de poder filmar películas alrededor del mundo y compartir experiencias humanas con todo tipo de personas, independientemente de nuestro lugar de origen.

Somos los únicos seres en el planeta que queremos y necesitamos vernos a nosotros mismos en el espejo. Como sabemos que somos lo mismo, pero sin embargo somos diferentes, necesitamos compartir. Tenemos que vernos proyectados en diferentes miembros de nuestra especie para comprendernos. Y el cine, es ese espejo. Es un puente entre nosotros y los otros.

Desafortunadamente, hoy por hoy, hay personas que proponen construir muros en lugar de puentes. Tengo que confesar que debatí conmigo mismo si hablar o no de un tema tan incómodo esta noche, pero frente a los recientes y repetidos comentarios xenófobos expresados contra mis compatriotas mexicanos, no puedo evitarlo.

Estos comentarios serían inaceptables en caso que estuvieran dirigidos contra otra minoría, no obstante, estos millones de personas resulta que no tienen voz ni derecho alguno a pesar de que muchos de ellos han vivido en los Estados Unidos toda su vida.

Estas ideas y comentarios han sido extensamente difundidos por los medios de comunicación masiva sin vergüenza alguna. Además, han sido aplaudidos y promocionados por líderes y comunidades dentro de Estados Unidos.

La base y fundación de todo esto es tan ridícula, ignorante e inflamatoria que pudiera fácilmente ser minimizada como un episodio cómico, una farsa digna de la civilización del espectáculo en la que vivimos o simplemente como una broma.

Pero las palabras que se han expresado no son una broma. Las palabras tienen un poder real; y palabras similares en el pasado han creado y provocado enormes sufrimientos para millones de seres humanos, especialmente a lo largo del siglo pasado.

Si seguimos permitiendo que estas palabras continúen regando las semillas del odio y difundiendo así pensamientos y emociones inferiores a todos los seres humanos del mundo, no solo la vida de millones de mexicanos y latinoamericanos peligra, sino también la de otros muchos millones de inmigrantes alrededor del mundo que hoy en día sufren podría tener el mismo destino.

No hay ningún ser humano que, por el solo deseo de tener una vida mejor, deba ser nombrado o declarado ilegal, o ser desposeído o considerado desechable.

Sugiero llamar a estas personas "soñadores Indocumentados", tal y como la mayoría de los que han conformado este país lo han sido en el pasado. Y al llamarlos de esta manera, podríamos así entonces, iniciar una conversación humana para poder lograr una solución con la más preciada, olvidada y distinguida emoción que un ser humano puede tener: la compasión.

Como cineasta, como mexicano y más importante aun, como ser humano, agradezco profundamente que el LACMA sea una comunidad inclusiva y abierta que trasciende e invita a la gente y celebra al cine como arte.

Y cuando digo arte, me refiero a lo que verdaderamente el arte es: una expresión humana, un punto de vista singular, tan valioso como cualquier otro, de un ser humano ordinario.

Es un privilegio poder compartir esto con mi familia y mis mejores amigos y colegas.

Muchas gracias por este honor".

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