La media truncada del IV Informe
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No siempre es cierto que quien calla otorga; en ocasiones, aquellos que permanecen callados lo están porque no ha llegado quien les de voz
Es fácil entender porqué: La opinión de los seguidores, amigos y beneficiarios directos va a ser algo más que excelente y el sentir de los detractores estará siempre cargado de más estomago que sesos. Lo que en mercadotecnia entendemos por media truncada es un término que nos sirve para estadística y consiste en eliminar los extremos de una encuesta o resultado con la finalidad de evitar que juicios nublados por la emoción afecten el sentido de la razón.
Y es lo que algunos observadores nos dedicamos a hacer con los temas de interés público: tratamos de quitar toda la paja para encontrar el verdadero ánimo y estado de las cosas. Es obvio que la abuelita del ídolo juvenil del momento lo querrá equiparar con el Pedro Infante de su añorada juventud mientras los críticos más agrios dirán que cualquier borracho de cantina tiene mejor entonación, y es ahí donde entra la media truncada: quitamos igual de opiniones cargadas por ambos lados y nos quedamos con lo que la mayoría realmente representativa dice al respecto.
Y en la semana que terminamos, los ociosos opinadores tuvimos en torno al IV informe de gobierno estatal mucho que truncar en las muestras de opinión pública para encontrar algo que nos diga cualquier cosa real del sentir ciudadano, del ciudadano de a pie. Porque ya lo sabes, el documento que la autoridad entrega a “nuestros” representantes en el Congreso local así como los mensajes subidos a plataformas de internet uno y trasmitido a todo el estado vía radio y televisión el otro, son simples formas dentro de lo que suponemos un estado republicano en dónde el legislativo habría de calificar verazmente el accionar del ejecutivo para que el pueblo no anduviera cortando y descifrando muestras de opinión.
Fue así que desde el mismo lunes, nos dimos a la tarea de husmear en redes sociales, devorar columnas de análisis político, platicar en la calle, en el trabajo y en la cantina con los amigos, enemigos y perfectos desconocidos, escuchar los programas de radio y hasta leer a Montesquieu, Maquiavelo, Mafalda y a Sun Tzu en el afán de entender cabalmente lo que uno va descubriendo.
Porque pasando de los aplausos del orgulloso, notorio y leal compadre del góber al previsible ataque y descalificación de algún compañero de plana en sus artículos, de los alegres encabezados y línea editorial del periódico a sueldo pasando a los oscuros chismes de más oscuros medios, de la defensa a ultranza de quienes siguen dentro del poder estatal ante el incongruente ataque de los que ayer fueron cómplices del sistema y hoy resultan paladines de la justicia y la veracidad, de las dirigidas publicaciones en redes sociales de quienes trolean lo que a su empleo, negocio o status quo convenga frente al airado reclamo de una mujer emparentada con el poder que ni siquiera leyó o escuchó la transcripción del informe para entender a lo que se refería el gobernador por monstruo, y de muchas cosas más; yendo de un extremo a otro del veredicto de quienes hacen notar su sentir, y procurando hacer una media truncada de opinión excluyendo esos extremos, fue que llegué a un rara e improbable conclusión: No existe media truncada.
En medio, en dónde habría uno de encontrar un acercamiento a la verdad libre de apasionamientos, no existe sino indiferencia ante la cosa pública. Las posadas, los cumpleaños, los exámenes y los toros; desayunos con amigos, los negocios, la liguilla del fútbol. Peregrinaciones y mandas, el frío, la niebla y uno que otro video porno; los memes, el final de la novela, el teletón y un primer diente; carne asada y maratones, el trabajo y la familia, los proyectos y fracasos, la enfermedad y la muerte. Todo lo anterior es lo que sigue siendo más importante para el coahuilense ajeno al servicio público, y eso debe ser algo bueno.
Y es en esa media truncada que no opina mucho de las cosas públicas dónde está la oportunidad de quienes lo quieran ver: esa aparente indiferencia, tarde o temprano convertirá ese hastío en un sentido de votos ajeno a los extremos de opinión. No siempre es cierto que quien calla otorga; en ocasiones, aquellos que permanecen callados lo están porque no ha llegado quien les de voz, no ha llegado esa persona que identifique el problema de muchos que son la muestra de todos para ponerse al frente de ellos y acepte el compromiso de llevarlos hasta donde nadie los ha querido llevar. La mesa puesta para los candidatos ciudadanos.
cesarelizondov@gmail.com