Mujeres latinoamericanas exponen sus historias con hilo y aguja
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En México muchas mujeres crearon la consigna "bordar en silencio para romper el silencio" y procesos parecidos pasaron en casi todos los colectivos de mujeres de América Latina.
Historias de sufrimiento, de resistencia individual o colectiva, tejidas y bordadas por mujeres de México, Guatemala, Colombia, Perú, Chile y Uruguay se exponen por estos días en Uruguay, en una muestra promovida por el Museo de la Memoria (MUME) de Montevideo y el Museo de las Culturas de las Mujeres de la ciudad alemana de Fürth.
La mayoría de los tejidos y bordados fueron hechos por ex presas políticas de esos países y sus familiares que eligieron el arte para resistir los abusos, atropellos y combatir el aislamiento y la actividad en los encierros que padecieron, principalmente en la década de 1980, dominada por dictaduras.
La exposición "Hilo de la Memoria" y muestras similares que se hacen en otras partes del mundo, apuntan a hacer oir "la voz a mujeres que no son escuchadas y que se hacen visibles a través de sus historias", dijo a dpa la alemana Gabriele Franger, que actuó como curadora de la exposición en Uruguay.
Con su esposo, Franger dirige el Museo de las Culturas de Mujeres, en Fürth, cerca de Núremberg, y se metió en este mundo del arte textil de las mujeres, después de vivir en Perú y en Colombia, entre 1986 y 1989, donde entró en contacto con colectivos de mujeres creativas.
"El tejido y el bordado muchas veces no son considerados como arte sino como manualidad. Pero desde siempre, en todas las culturas, las mujeres escribieron la historia con aguja e hilo. La historia de las mujeres está entretejida con el arte textil", sostiene Franger.
Cada pieza que se expone en Montevideo lleva conocimientos universales de mujeres y tradiciones culturales, como el uso de los colores. Y todas son testimonios personales e individuales que pasaron a ser piezas de la resistencia a las dictaduras de entonces.
En Chile, en tiempos del dictador Augusto Pinochet, las mujeres llegaban a la Vicaría de la Solidaridad, organismo creado por la Iglesia católica de Chile para prestar asistencia a las víctimas de la dictadura, en situaciones difíciles. "Allí las animaron a expresar con aguja, hilo y retazos de tela lo que sentían. Expresaron con tela lo que no podían expresar en público", recuerda Franger.
"Fue una labor terapéutica, emocional, que también ayudó económicamente. Se vendieron esas arpilleras. Para las mujeres era su vida, su pan cotidiano y el lugar donde no estaban solas con su tristeza y sufrimiento", agregó la curadora de arte alemana.
En México muchas mujeres crearon la consigna "bordar en silencio para romper el silencio" y procesos parecidos pasaron en casi todos los colectivos de mujeres de América Latina. "Su arte refleja lo que vivieron y los textiles son testimonio de lo vivido. Es arte verdadero. Memoria colectiva", agrega Franger.
Este movimiento de reivindicación del arte textil de las mujeres ayuda a reparar simbólicamente el tejido social. "Es un arte continuo, tradicional, que se nutre mutuamente, creando nuevas relaciones transculturales. Es un lenguaje universal" comenta Franger.
La curadora cree que es importante el movimiento creciente de mujeres en el mundo, reclamando su lugar y mayor igualdad de género, pero advierte que "siempre hay que luchar".
"No es algo automático. En Alemania las mujeres creen que tienen todas las libertades. Cuando entran a las universidades son más mujeres que hombres, pero después de la tesis doctoral quedan muchas menos mujeres, ya que, cuando una mujer tiene dos hijos, se termina la equidad y el trabajo compartido”.