Parchada, remendada, débil
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“En un siglo pasamos de tener una Constitución del pueblo, a la Constitución de la élite gobernante y, luego, de la élite económica internacional”.
Diego Valadés, constitucionalista.
Hoy es aniversario de nuestra Constitución, la de 1917, que cumplirá 100 años el año próximo. Fue la primera Constitución en el mundo que incorporó los derechos sociales de los trabajadores y los campesinos, y constituye una de las primeras aportaciones a la doctrina jurídica internacional, lograda gracias a la Revolución Mexicana, donde el protagonista era el pueblo.
Hoy en día, la Constitución de 1917 es radicalmente distinta a la que fue aprobada originalmente ya que se han realizado 227 reformas integrales, que han alterado 114 de 136 artículos, de manera que el texto sería irreconocible para los constituyentes de Querétaro.
Diego Valadés, uno de los más distinguidos constitucionalistas del País, opina que las reformas han sido tantas, tan frecuentes y barrocas, que la norma suprema se ha desfigurado; su opinión se confirma si se toma en cuenta que tan sólo en el sexenio de Enrique Peña Nieto, con la firma del Pacto por México se hicieron 22 reformas que han provocado, hasta el momento, cambios en 144 artículos, la más reciente es la del Distrito Federal, promulgada la semana pasada por Peña Nieto con la que se modificaron 51 artículos y que dio paso a la creación de la Ciudad de México y la desaparición del Distrito Federal.
Valadés relata cómo la Constitución fue convirtiéndose, paulatinamente, en un instrumento de los gobernantes, en expresión de programas de gobierno, en acuerdos entre los partidos y hasta en proyectos de élites económicas que en los últimos años influyen de manera determinante en las reformas constitucionales.
Lo más lamentable es que nuestra Constitución se haya convertido en un criterio vacío, algo lejano para el ciudadano común, lo que provoca que los niveles de confianza en el País sean muy bajos, así como los de cohesión social que están muy erosionados, lo cual se confirma en la encuesta aplicada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM (2011) que evidencia el desconocimiento de nuestra Constitución y un acentuado escepticismo acerca de su vigencia en la vida cotidiana de los mexicanos, en dicho sondeo más del 65 por ciento de los encuestados afirmó que conoce poco la Constitución; el 27.7 por ciento admitió que no conoce “nada” de ella, y sólo un 3.6 dijo conocerla mucho.
Ahora la inestabilidad del texto tiene repercusiones negativas para el conjunto de las instituciones, porque una base jurídica insegura y volátil no puede dar soporte a instituciones estables. Una Constitución fugaz genera un poder inasible e impredecible en el que no se puede confiar y que nos puede lanzar al vacío de la anomia.
Por eso es tan importante el debate actual entre los que proponen una nueva Constitución porque la de hoy, dicen, es letra muerta. Javier Sicilia, el pintor Francisco Toledo, el obispo Raúl Vera y el padre Alejandro Solalinde figuran entre los promotores de esta iniciativa.
El centenario de la Constitución de 1917 es esperado con diversos preparativos entre los que figuran la anterior propuesta y otras que están en ciernes.
Posdata
A su llegada a México, Humberto Moreira se ha visto asediado por los medios de comunicación. Me tocó escuchar una entrevista con Pascal Beltrán del Río en la que a la pregunta de, qué pensaba del desastre que dejó su gobierno en Coahuila, cínicamente respondió que, cuál desastre si construyó puentes, hospitales, universidades y dejó un bienestar social sin precedentes.
Dice que su detención en España manchó su honor, ¿acaso cree tenerlo? Además aseguró que aquí radicará y competirá y ganará en las próximas elecciones. Su desfachatez y desvergüenza no tienen límite.