¡Qué hueva!
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“Cuando despertó,
el dinosaurio
todavía estaba allí”.
Augusto Monterroso
Bien señala Jorge Zepeda Patterson, cuando escribe que “la prensa extranjera y los organismos internacionales cuestionan a (Enrique Peña Nieto) por su inexplicable desinterés ante la corrupción, la impunidad, la inseguridad y la violación de los derechos humanos, y (que como buen dinosaurio), no se explique de dónde viene tanta mala leche” (o tanto mal humor). La razón es simple, precisa Zepeda, “el dinosaurio está allí pero no su mundo; la realidad ha cambiado”.
Joy Olson, directora ejecutiva de WOLA, institución consagrada a la defensa de los derechos humanos en las Américas relata desde Washington, DC. el día de la presentación de los resultados del Informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) sobre la desaparición de los 43 estudiantes en Iguala, Guerrero.
“Estuve en la primera fila de la historia, el pasado domingo, en la Ciudad de México. Bueno, en la primera no, en la segunda. La primera fila era para funcionarios del Gobierno mexicano que nunca aparecieron. 500 personas llenaban el auditorio, entre los cuales se encontraban las familias de los desaparecidos.
“En su reporte final, los Expertos del GIEI presentaron sus hallazgos con gran detalle. Demostraron lo que fueron capaces de confirmar, definieron los agujeros del caso, aclararon la información denegada por el Gobierno, ubicaron a la gente que no les permitieron entrevistar, y denunciaron cómo su trabajo fue impedido por el mismo Gobierno que los había invitado a conducir la investigación.
“El cuarto rebosó de emoción cuando las familias pidieron a los Expertos que no se fueran: “No se vayan”, clamaban.
Mientras lágrimas rodaban por sus mejillas; un sentimiento de fracaso aparecía en el auditorio.
“Los Expertos, a pesar de su habilidad y persistencia, fueron incapaces de descubrir la verdad. Fracasaron las familias, los Expertos, los grupos defensores de los derechos humanos en México, y aquellos que desde el extranjero apoyaron la investigación. Todos fueron incapaces de cerrar el círculo de la verdad.
“Fue descorazonador. Un día triste para México”.
En ese momento, el dinosaurio abrió los ojos. Bostezó y dijo: “¡Qué hueva! No hablemos más del tema, hasta que desaparezca”.
Mientras el mundo entristecido, abrazaba a México.