"Sentí que nos íbamos de esta vida”, víctima del terremoto en Chiapas

Nacional
/ 8 septiembre 2017

La gente iba y venía en busca de familiares para saber si estaban bien. Las líneas telefónicas móviles se saturaron. Aun con el temor a las réplicas, la mayoría de las personas fue regresando a sus casas pasado el susto.

Yo sentí que ya nos íbamos de esta vida, sentí que nos íbamos a morir, porque algo apretaba mi corazón"...

Faltaban poco más de diez minutos para la medianoche cuando la tierra se empezó a convulsionar y los perros aullaron. San Cristóbal de Las Casas, una ciudad colonial del sur de México, se sacudía con furia en el peor terremoto en más de un siglo en el país.

La luz se cortó. La gente salió de sus casas a la calle por temor a que se derrumbaran.

"Yo sentí que ya nos íbamos de esta vida, sentí que nos íbamos a morir, porque algo apretaba mi corazón", contó en medio de una crisis nerviosa a dpa Ricarda Jiménez Cordero, una mujer de 70 años que sufre de diabetes.

Jiménez dijo que estaba arreglando la cocina en su casa cuando comenzó el terremoto y que le pidió perdón a Dios porque sentía que le había llegado la hora.

"Dios nos dio otra oportunidad, porque tembló muy fuerte y estamos vivos", afirmó entre sollozos.

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No pasó mucho tiempo para conocer los primeros estragos causados por movimiento telúrico: 15 muertos, con cifras preliminares que podrían aumentar, tres de ellos en San Cristóbal.

"El temblor estuvo muy feo, nunca había pasado algo tan fuerte. No nos quedamos en la casa porque está construida con estructuras de acero y tenemos miedo que nos aplasten", contó a dpa Luis Gómez, un operador de maquinaria pesada.

Gómez salió en pijama de su casa, situada junto a una barranca, con sus tres hijas pequeñas y su esposa.

Apenas unos días antes se había instalado una alarma sísmica en San Cristóbal, que permite anticipar apenas unos segundos un sismo para buscar resguardo. El estreno fue brutal. Un terremoto de 8.2 cuyos daños todavía no se conocen con certeza.

Hubo en el cielo destellos de luz azul y verde, contaron algunos de los vecinos de Gómez. Así al menos fue como lo percibieron, en medio del terror y a mitad de la noche.

La gente iba y venía en busca de familiares para saber si estaban bien. Las líneas telefónicas móviles se saturaron. Aun con el temor a las réplicas, la mayoría de las personas fue regresando a sus casas pasado el susto. "Gracias a Dios estamos vivos", dijo Jiménez.

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