Sobre Humberto Moreira

Politicón
/ 17 enero 2016
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‘Una sola vez platiqué con humberto. me invitó a desayunar junto con seis o siete personas. nos dijo que quería ser alcalde, era un líder natural’

Tenía cuando menos mes y medio pensando escribir sobre Humberto Moreira; hoy lo hago y prescindo de los sucesos actuales. La idea me vino tras la lectura de una larga entrevista que le hizo a Rubén un joven e inteligente reportero de VANGUARDIA, de la mejor calidad. Evidentemente que el Gobernador habló de su mandato y desplegó sus temas predilectos: transparencia, derechos humanos, violencia, desaparecidos, pleno empleo.  Una frasecita me dejó pensativo. Dijo que recibió un Estado en ruinas. Me surgió la duda: recibió Coahuila de su hermano Humberto. Y no puedo decir que de Jorge Torres porque a éste lo dejó aquél.

Luego vi en el periódico que Humberto estaba terminando un doctorado en Historia en Barcelona. Y, precisamente, en mi anterior colaboración, el domingo pasado, hablé de la invitación que le hicieron al padre Pedro Pantoja los catalanes a exponer la situación mexicana y coahuilense ante miles de espectadores, incluyendo a mil niños. Recapacité, ¿qué pensará Humberto de que un cura de su Estado sea recibido por la ciudad en que habita y le den tantos espacios?

Fueron las dos cosas que me preparaban para un artículo sobre el tema “Humberto”. Pero antier me llamaron del periódico español El País para pedirme responder “a dos preguntas sobre Humberto Moreira”. De dos pasaron a 25. 

¿Conoció a la persona?, ¿cómo era?, ¿eran amigos?, ¿considera que en su período hubo un ambiente Chavista?, etcétera. Ni grabé, ni apunté, esto es lo que recuerdo, pero duró fácilmente media hora. Veremos qué aparece.

Apunto algo. Una sola vez platiqué con Humberto. Me invitó a desayunar junto con seis o siete personas. Nos dijo que quería ser Alcalde. Era un hombre simpático, un líder natural. Fue Alcalde e hizo muchas cosas a la sombra de Enrique Martínez. 

Luego ganó las elecciones y fue Gobernador. En su toma de protesta entre otras promesas, lanzó una: restablecería la pena de muerte en Coahuila. Tres días después apareció en el periódico Palabra un largo artículo mío de toda una página contra la pena de muerte. Argumenté desde la filosofía, la teología, la criminología y la historia… Ese día Humberto me declaró enemigo; la calificación duró un sexenio.

Recuerdo que cuando él presentó el folleto con la biografía de la doctora Evelyn Aburto (una de las 40 que publicó), me vio sentado en primera fila y se lanzó a ofenderme. Dijo que yo era una mosca muy molesta pero que un tío le enseñó que a las moscas era mejor no hacerles caso. ¡Qué interesante que en vez de hablar de la homenajeada se volcara hacia el adversario: un insecto! Una triste remembranza: yo era consejero universitario. El Consejo se reunió en Monclova. Él no era parte del Consejo, sino invitado, y se apropió de la ceremonia. En un momento dado se refirió a mí y dijo que yo no era un crítico sino un pendejo. Eso no me ofendió viniendo de quien vino. La ofensa fue que al decir la palabra “pendejo” todos los consejeros, maestros y alumnos, lanzaron una carcajada y, como un resorte, se levantaron aplaudiendo. 

Nada más yo y el director de Matemáticas, Francisco Cepeda, permanecimos sentados. ¡Ese era Humberto! Hubo 300 testigos.    

Veo que ahora el oportunismo está a la orden del día. Del proceso que enfrenta no tengo datos y no me interesa opinar. Arriba dije que Rubén dejó deslizarse una crítica sutil. He oído muchas versiones sobre el pleito entre hermanos. Casi todas las opiniones eran: “están fingiendo, en el fondo son lo mismo, es una actuación…” No lo creo. Rubén aceptó ya lo de los 300 muertos de Allende, cuando su propio Procurador y Secretario General lo habían negado: sucedió con su hermano. Rubén aceptó que en la cárcel de Piedras Negras mataron a alrededor de 150. Es evidente que se aparta del predecesor.

De Humberto debo decir que la muerte de su hijo me impactó muchísimo. La fotografía y video cuando ingresa al Santo Cristo con el féretro en que se le ve una terrible mueca por el extremo dolor de cargar el cadáver del hijo todavía la guardo en la mente… y me dio una inmensa lástima. 

Pero Humberto, poco después lanzó aquella frase cargada de odio contra Rubén: “¡él dice que él se encarga de la seguridad!”

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