Nombra Papa 'Venerable' al tercer obispo de Saltillo, Jesús María Echavarría

Saltillo
/ 27 octubre 2015

Da Jesús María Echavarría y Aguirre un paso más a la santidad

La Santa Sede otorgó el título de Venerable a Jesús María Echavarría y Aguirre, tercer obispo de la Diócesis de Saltillo, por su destacada labor de evangelización, virtudes y fama de santidad.

El Obispo de la Diócesis de Saltillo, fray Raúl Vera López entregará simbólicamente el documento que de manera oficial el Papa Francisco concedió el título de Venerable a monseñor Jesús María Echavarria y Aguirre, durante misa de acción de gracias, que oficiará en la cripta de monseñor Echavarría, en la Catedarl de Santiago a las 12:00 horas del miércoles 28 de octubre.

Acompañado de la hermana María Gloria González, el obispo Raúl Vera López informó que dentro de las etapas del proceso de canonización, el 7 de febrero de 2014, el Papa Francisco durante una audiencia con el cardenal Ángelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, aprobó el decreto que reconoce sus “virtudes heróicas” y le ortorgó el grado de Venerable, al Siervo de Dios Jesús María Echavarría.

Con el título de Venerable, la Santa Sede reconoce que la persona a quien se le da ese decreto vivió las virtudes heróicas. Esa  declaración la hace el Papa Francisco

Jesús María durante toda su vida amó a su Diócesis, se dio a ella, animó a sus sacerdotes, religiosas, religiosos y a sus fieles a vivir la santidad y la vida cristiana, y vivía en su corazón plenamente lleno de amor a ella, así lo podemos confirmar, expresó.

Cabe señalar que se tiene el nombramiento de Venerable, el paso siguiente es el estudio de la documentación del presunto milagro del doctor Mario Alberto de la Peña Rebonato, que ya fue entregado a la Secretaría de la Congregación de la Causa de los Santos  por la postuladora en Roma, la doctira Silvia Correale para que a su vez entregado en su momento a los médicos inmunólogos internacionales y a los teólogos que harán el correspondiente envio del presunto milagro para dar paso a la beatificación de monseñor Jesús María Echavarría y Aguirre.

 

Camino a Dios

> Siervio de Dios, monseñor Jesús María Echavarría y Aguirre, tercer obispo de Saltillo.
> Nace en Bacubirito, Sinaloa, el 6 de julio de 1858.
> Incansable pastor de su rebaño. Su fe, esperanza y amor eran ineuqbrantables.

Fundador de grandes obras impregnadas de amor a Dios y a los hermanos:
> 1905 Seminario de Saltillo.
> 1921 Instituto de Hermanas Catequistas Guadalupanas.
> 1935 Escuelas Hogar.
> Muere en olor de Santidad el 5 de abril de 1954 en Saltillo.
> El proceso diocesano de canonización se clausuró el 19 de ahosto de 1995.
> El proceso romano se inicia el 3 de enero de 1996.
> Envío de documentación del presunto milagro, el 5 de enero de 2001.

 

Camino a la plenitud

La trascendencia de la vida espiritual del venerable Siervo de Dios, Jesús María Echavarría.

La espiritualidad del señor obispo Jesús María Echavarría puede ser condensada en el amor a Jesús y a María. Él se sabía un hijo de Dios y de la Iglesia y el Espíritu Santo le infundió sus dones que vivió con plenitud en toda su vida espiritual.

Amó a Jesús como único y buen pastor. Profesó hacia la Santísima Virgen un amor entrañable, algo que lo caracterizó toda su vida. Esto se ve expresado en su escudo episcopal, los corazones de Jesús coronado de espinas y el de la Santísima Virgen María atravesado por una espada, con la inscripción: “Amor meus, spes mea”: Mi amor y mi esperanza.

La eucaristía celebrada y vivida diariamente con verdadera unción sacerdotal, las largas horas de oración pasadas ante el Santísimo Sacramento, reflejaban su gran fe y amor a la Santísima Trinidad, a quien adoraba diariamente, sobre todo en la mañana al empezar el nuevo día.

Con su figura de asceta, su mirada de santo, su bondad y sencillez todos eran bien recibidos, escuchados y sobre todo amados. 


Trascendencia apostólica

Vivió en apertura total a las necesidades y urgencias de la Iglesia y mundo que le tocó vivir. Acogió dócilmente la voluntad de Dios manifestándole una total confianza, aún en los destierros de los que fue objeto y en las múltiples confiscaciones de su Seminario, que paciente y perseverantemente volvió a reabrir en distintas ocasiones. 

Monseñor Echavarría vivió en congruencia con el Evangelio que nos pide “Amar a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”. Por ese amor tan grande que tenía a Dios se destacó ejemplarmente como buen pastor de la 

Diócesis de Saltillo; buscó una adecuada y magnífica formación para sus sacerdotes, estableció nuevas parroquias, recorrió el inmenso territorio de Coahuila, 152 mil kilómetros cuadrados, en carreta, a caballo, en automóvil o tren, buscando a los más pobres de sus feligreses, para evangelizarlos y conferirles los santos sacramentos.

En poco tiempo ordenó establecer centros de catecismo en todas las parroquias de la Diócesis y después del catecismo el celoso obispo se dedicó en cuerpo y alma a fundar escuelas para las personas de escasos recursos económicos.

De sus escuelas parroquiales salieron jóvenes con verdadera formación que más tarde brillaron en todas las carreras universitarias y politécnicas y en todos los campos de la actividad humana, que han seguido dando prestigio al gobierno pastoral de monseñor Echavarría, quien repetía constantemente en sus conversaciones: “Lo más urgente, la primera labor de mi Diócesis es la catequesis”.

Durante los primeros cinco años de gobierno pastoral entre 1905 y 1914 hubo una relativa paz, organizó el Gobierno de su Diócesis con claro tino y excepcional urgencia, viviendo consagrado solamente para ella.

 

Testimonios

La hermana Benita Sánchez, añade: “También nos encauzaba siempre a la piedad, al amor de Jesús a tener contacto continuo con el Señor. Decía: “En cualquier momento, aunque estés cosiendo o cualquier cosa siempre en tu pensamiento, platica con el Señor”.

El padre Bandrés, CMF, testifica: “Me causó una impresión agradabilísima. En aquel momento lo tuve ya no por santo así a secas, sino por santísimo, un recogimiento, una compostura de santidad y rectísimo en todo; todos nosotros, la Comunidad de hermanos Claretianos decimos que era así rectísimo, santísimo, muy celoso y además él quería mucho a la Santísima Virgen; él nos hizo entrega directa o indirectamente de un terreno para construir un templo a la Virgen con la advocación del Corazón de María.

Nos dice el Padre Cristóbal Yáñez Jáuregui: “…en una ocasión sin duda por la caridad tan grande que él tenía y por la que estaba unido a Dios y que por consiguiente no se puede esperar y como un rasgo diríamos: que ni él mismo lo hizo intencionalmente de alabarse ni nada, él dijo: “Yo creo que yo no pasaré por el purgatorio: así exactamente con esas palabras”.

Sra. Pepita García Arzuaga: “Fue de una vida sencilla pero se sentía sobrenatural, todo mundo lo quería a tal grado de que después batalló para que aceptaran al señor Guízar. Cuando uno estaba cerca de él, sentía una paternalidad, algo sobrenatural, no explicable. Su caridad era en todos los sentidos. Era un hombre de fe, de mucha fe”.

El Padre Juan F. Boone nos dice: “Por su obispado desfilaban los necesitados recibiendo consuelo y ayuda. Con su ejemplo y dirección oportuna formó a sus sacerdotes, siempre unidos a él que vivía como un santo.

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