Centro Panruso de Moscú, el mayor centro de ocio de Europa
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Si Stalin levantara la cabeza no daría crédito al comprobar que el mayor centro de propaganda soviética de su época, el Centro Panruso de Moscú, se ha convertido en el espacio comercial y de ocio más grande de Europa con una extensión superior al Principado de Mónaco.
Madrid, España.- La inmensidad de los más de seiscientos edificios soviéticos que pueblan, en pleno Moscú, el Centro Panruso de Exposiciones, engulle a cada uno de sus visitantes. Un conglomerado de tiendas, mercados y restaurantes se camuflan en la ostentosa arquitectura soviética de estos pabellones que han cambiado sus fines propagandísticos de la era comunista por los consumistas.
Un hilo musical repleto de éxitos pop del momento invade las avenidas y parques de este recinto que mantiene su esencia como centro de exposiciones al acoger más de ciento cincuenta muestras y ferias cada año. Con una extensión mayor a la del principado de Mónaco, la popularmente conocida como VDNJ (Exposición de los Logros de la Economía Popular de la URSS, por sus siglas en ruso) ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos pese al aire decadente de sus instalaciones.
El dictador Iósif Stalin (1878-1953) creó este inmenso parque en 1939 como una de sus cartas propagandísticas. La forzosa colectivización de la agricultura y la vertiginosa industrialización necesitaban un escaparate que confirmara su célebre frase de entonces: "La vida ha mejorado, la vida es más alegre". Fue entonces cuando los principales ministerios y cada una de las quince repúblicas que integraban la URSS construyeron sus pabellones.
Casi veinte años más tarde, su sucesor, Nikita Jrushchov (1894-1971), plagaría el gigantesco recinto con los "logros económicos, científicos y tecnológicos" de la Unión Soviética.
Con él, en plena carrera espacial, el pabellón "Cosmos" se convierte en uno de los principales centros de atracción de la VDNJ.
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EL PARQUE TEMATICO DE LA URSS
Pasear hoy entre estos pabellones supone un viaje en el tiempo para encontrarse con los vestigios de la era soviética y del realismo socialista imperante en esa época, cuyo propósito era plasmar en arte los ideales del comunismo.
El recorrido comienza incluso antes de llegar a la enorme puerta de entrada, copia ampliada de los arcos de triunfo imperiales.
Una enorme estatua de acero inoxidable, que en 1937 coronó el pabellón soviético en la Exposición Internacional de París, se alza sobre un pedestal de granito.
Un obrero y una "koljosiana" (campesina de una granja colectiva soviética) unen sus manos y la hoz y el martillo que empuñan. La estatua de acero, de 34,5 metros de altura, sirve de preludio a la majestuosidad de los edificios y esculturas a los que abre paso.
Una vez dentro del recinto, Vladímir Lenin (1870-1924) es la siguiente imagen con la que topa la mirada. Tras la enorme estatua del fundador de la URSS, y es que en la VDNJ todo es enorme, se alza el Pabellón de los Pueblos, una torre escalonada coronada con la tradicional estrella roja de cinco puntas que adorna la mayoría de las cúspides arquitectónicas de la capital moscovita.
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UN SISTEMA SOLAR DE QUINCE REPUBLICAS
Tras ese edificio, en el centro de los extensos jardines del recinto se encuentra la fuente "Amistad de los pueblos", una inmensa flor rodeada por las esculturas doradas de mujeres que lucen los trajes nacionales de las quince repúblicas que formaban la URSS.
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En verano, un chorro que se eleva a la altura de un edificio de ocho plantas es muestra una vez más de la majestuosidad que proyectaba el imperio soviético.
En torno de la "Amistad de los pueblos", igual que los planetas alrededor del Sol, se ubican los quince pabellones construidos según los atributos arquitectónicos típicos de cada una de las ex repúblicas soviéticas. Desde las construcciones rectangulares de granito rojo de Kirguizistán hasta los majestuosos templos inmaculados de Armenia, este parque de las naciones hace recordar hoy en día las pasadas glorias de los tiempos de la URSS.
Dispersos en torno a los quince pabellones principales hay decenas de edificios dedicados a diversos sectores como la Agricultura, la Metalurgia o la Industria Nuclear.
Tras la desintegración de la Unión Soviética, varias empresas privadas ocuparon algunos de los pabellones y otros tantos se rehabilitaron para acoger congresos y exposiciones permanentes.
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AMBICIONES RENOVADAS
Hoy en día la VDNJ sigue siendo uno de los lugares predilectos por los moscovitas. Rodeados de las fachadas estalinistas que hoy albergan comercios y ofertas de ocio, cientos de familias dan la mano al capitalismo cada fin de semana mientras pasean por las amplias explanadas.
El otrora parque temático del luminoso futuro comunista, acoge ahora restaurantes que cobran hasta 25 euros (34 dólares) por un plato de carne a la brasa. En los cines, donde hace 40 años se podía ver una película soviética en 3D, hoy se proyectan filmes extranjeros, pero ya en 5D. Sí, dos dimensiones más de lo habitual. Rusia sigue fascinada por todo lo ostentoso, igual que sus nuevos ricos, que aquí prefieren llamar "nuevos rusos".
El recinto, que roza lo "kitsch", ha perdido parte de su encanto por su empeño en adaptarse a las tendencias consumistas. El mismo pabellón que en su día se dedicó a mostrar los avances soviéticos en la exploración del cosmos alberga ahora un mercado de jardinería.
Eso sí, frente a él sigue erguida triunfal la nave Vostok, copia de aquella que hace cincuenta años llevó al espacio Yuri Gagarin (1934-1968), el primer cosmonauta del mundo.
Junto al cohete, una réplica del avión Túpolev TU-154 con los emblemas soviéticos presta su interior al servicio de una galería de arte contemporáneo.
Sin embargo, los rusos parecen haber encontrado en la VDNJ el espacio perfecto para evadirse del estrés diario de Moscú y consideran un lujo pasear por sus parques que durante la II Guerra Mundial sirvieron de granja colectiva para proveer alimentos al Ejército Rojo.
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VESTIGIOS ESTALINISTAS
La VDNJ es una de las pocas obras que se conservaron prácticamente intactas después de la desestalinización que Jrushchov llevó a cabo en 1956.
Aunque el ambiente es muy diferente al de la era soviética, ver esta aglomeración arquitectónica basta para comprender el carácter de la propaganda del régimen que dominó medio mundo.
Lo que Stalin seguramente no pudo augurar fue que su gran obra acabaría albergando al mayor de sus demonios: el capitalismo adoptado de Occidente.
Los rusos han abrazado esta nueva doctrina, y lo hacen ensañándose por los años perdidos. El consumismo elevado a la máxima expresión se ha convertido en la filosofía de hoy de este país de extremos, donde el punto medio parece ser inexistente, menos en la feria de vanidades que fue y sigue siendo la VDNJ.
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DESTACADOS:
* La popularmente conocida como VDNJ (Exposición de los Logros de la Economía Popular de la URSS, por sus siglas en ruso) ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos pese al aire decadente de sus instalaciones.
* Tras la desintegración de la Unión Soviética, varias empresas privadas ocuparon algunos de los pabellones y otros tantos se rehabilitaron para acoger congresos y exposiciones permanentes.
* Hoy en día la VDNJ sigue siendo uno de los lugares predilectos por los moscovitas. Rodeados de las fachadas estalinistas que albergan comercios y ofertas de ocio, cientos de familias dan la mano al capitalismo cada fin de semana, mientras pasean por las amplias explanadas.