Arsénico

Opinión
/ 2 octubre 2015

El problema de abasto y contaminación de agua en Torreón no es nuevo. Ha sido denunciado desde hace muchos años por investigadores y médicos de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Coahuila Unidad Torreón. A finales de los setentas el doctor Bulmaro Valdés Anaya convocaba a las autoridades de salud para atender las enfermedades de la piel causadas por el agua que presentaban vecinos del ejido Finisterre de Francisco I. Madero. Recientemente, diversas voces en Torreón, "han puesto el grito en el cielo" por los niveles de arsénico que tienen las norias para consumo humano que opera el Sistema Municipal de Agua y Saneamiento (Simas).
Desde el sexenio de Miguel de la Madrid en 1986 la entonces Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología atendió en parte este problema que se agravaba en San Pedro de las Colonias. En dicho municipio no se puede consumir el agua extraída de los pozos, por la presencia de arsénico arriba de la Norma Oficial Mexicana (NOM) que establece un máximo de 0.025 mg/l, mientras que los organismos internacionales proponen 0.010 mg/l. Por ello se instaló la red de agua potable denominada "Caballo Blanco" que conduce agua desde pozos que están fuera de este municipio lagunero. La red de 28 kilómetros se rehabilitó en el sexenio de Salinas siendo alcalde José Luis Flores Méndez, en 1991. La zanja de 1.50 metros por un metro se hizo en dos días con trabajo colectivo con la participación de grupos de 100 ejidos, aproximadamente 5 mil ejidatarios.
En el municipio de Viesca, en la cabecera municipal, desde hace varias décadas no se puede consumir el agua potable cercana al poblado porque es escasa, muy profunda, carísima y para acabarla de rematar, está contaminada de metales pesados, entre ellos el arsénico, cloruros y sulfatos. Este es en un pueblo que todavía hasta los años cincuenta era un oasis en la Comarca Lagunera. Donde brotaban varios ojos de agua, el de Juan Guerra con un gasto aproximado de 300 litros por segundo (esta fuente de agua regaba 221 lotes, cada uno de 4.76 hectáreas, dando un total de 1056 has), así como los de Ojo Azul, Piedra Parada, Marraneras, Los Murillo, El Túnel y La Hacienda. Con todos ellos además de proveer agua para consumo humano y el ganado se regaban unas 3 mil hectáreas. Todo se acabó a raíz de la perforación de muchos pozos para uso agrícola en otras zonas de Viesca. Ahora hay que traer agua potable desde el ejido Venustiano Carranza, antes Hacienda de Hornos.
En Viesca sabemos que el problema se agrava cada día mientras se mantengan los mismos niveles de sobre explotación del acuífero y la Comisión Nacional del Agua no aplique la ley, para restringir la extracción de agua. Mientras sigan sembrando grandes extensiones de tierra y se cultiven forrajes que demandan excesivas cantidades de agua, la extracción será más profunda, y por tanto, el agua aumentará sus niveles de arsénico. Con lo anterior no habrá presupuesto suficiente para instalar filtros en las norias que separen el arsénico, además tampoco dicen en qué lugar se depositarán estos deshechos. Según declaración del gerente de saneamiento de Simas en Torreón Raymundo Rodríguez, las últimas norias abiertas en la ciudad arrojan un nivel de arsénico por encima de 0.076 mg/l, tres veces arriba de lo recomendado por la NOM y más de siete veces de lo especificado por los organismos internacionales. Una de las norias se encuentra en el Fraccionamiento Senderos y la otra en Zaragoza Sur, al otro extremo de la ciudad
La salida que "exigen" las cámaras empresariales le saca la vuelta al problema. La solución de fondo no radica en instalar filtros, sino en saber explotar el acuífero con mayor planificación y responsabilidad. Sí no se convencen los laguneros y particularmente los torreonenses, vayan a Viesca, el pueblo que a principios del siglo pasado era el más próspero de La Laguna y ahora el más atrasado. Se acabó el agua y poco a poco se han agotado las alternativas de desarrollo, ¿así queremos que acabe Torreón? Por el beneficio de unos cuantos, la inmensa mayoría pagaremos las consecuencias. Si ahora cuesta 200 millones poner medidores, ¿cuánto costará en 10 años más? ¿Por qué exigir que los gobiernos paguen los filtros, con cargo a los ciudadanos? Hace cincuenta años se extraía el agua a 30 metros, ahora según los técnicos de Simas en promedio a 400 metros. ¿Qué más debemos esperar para tomar conciencia?
jshvelez@hotmail.com

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