Desastres de plástico en los vórtices marinos

Opinión
/ 2 octubre 2015

90% de esa basura es material plástico de diversos tipos y se origina por el drenaje de los grandes ríos del mundo.

Hay cinco grandes sistemas mundiales de circulación marina: dos en el hemisferio norte (en el Pacífico y el Atlántico) y tres en el hemisferio sur (Pacífico, Atlántico e Indico).

En estos grandes sistemas se establecen unos vórtices que contienen enormes cantidades de basura oceánica, que a pesar de su extensión no son visibles desde el aire debido a que la basura suspendida en el agua de mar es de tamaño pequeño, aunque muy abundante. La mitad de esa basura se hunde a distintas profundidades y la parte que flota es material más pequeño de diversos tipos que la vida marina confunde con alimento y consecuentemente se vuelve parte de la cadena trófica. Las estimaciones de la extensión del vórtice del Pacífico Norte varía de 700 mil kilómetros cuadrados a más de 15 millones de kilómetros cuadrados.

90% de esa basura es material plástico de diversos tipos y se origina por el drenaje de los grandes ríos del mundo. Aunque la basura plástica está concentrada en los vórtices, en realidad se distribuye en toda la superficie marina. Los dos tipos más comunes de plástico en los mares son polietileno: como bolsas de plástico, botellas de refresco y agua y otros productos; y polipropileno: plásticos duros como tapas de botella y una gran parte de las artes de pesca.

La radiación ultravioleta del sol descompone los polímeros de los que están hechos estos plásticos -que se vuelven muy frágiles- hasta producir minibasura plástica (de unos pocos milímetros de tamaño) como si fuese un fino confeti plástico traslúcido y se descompone hasta el nivel molecular; en estas condiciones se liberan sustancias químicas muy tóxicas como el bifenol A, y bifenilos policlorados y otros derivados del poliestireno; estos compuestos son cancerígenos y pueden alterar los sistemas endocrino, inmune, nervioso y reproductivo de animales. Las aves y otros organismos marinos confunden pedazos de plástico por comida, los ingieren y permanecen indigestos en sus buches o estómagos hasta ocupar todo el volumen correspondiente, con lo que los animales ya no pueden alimentarse y mueren.

En estudios realizados en la década de 1990 se encontró que la concentración de este confeti plástico era de seis a siete veces mayor por unidad de área que el zooplakton, el cual constituye la base de la cadena alimenticia en el mar. Las Naciones Unidas realizaron un estudio en 2006 que encontró que cada milla cuadrada de mar contenía unos 46 mil pedazos de plástico flotante, además de toneladas de redes y otros artificios de pesca, miles de bolsas de plástico y artículos domésticos, cinescopios de televisión, llantas... Se encontraron también bolsas de plástico producidas por una cadena de comida rápida, que databan de fines de los 70, con pocos signos de deterioro.

Recolectar estas cantidades ingentes de basura plástica para reciclarla, como algunos proyectos sugieren para resolver el problema, es incosteable. Sería necesario separar el PE del PP para facilitar el reciclado industrial. La mayoría de los plásticos son difíciles de reciclar, no por falta de infraestructura o metodologías para ello, sino por razones económicas. El reciclado no es una acción filantrópica ecologista, es un puro y simple negocio. Además, no se recicla con una visión de futuro lejano, sino para generar un nuevo producto plástico que a su vez será más difícil de reciclar. El volumen de plásticos vírgenes producido aumenta cada año, señal de que el reciclado tiene muy poco efecto. El consumo de plásticos en el mundo es de la dimensión del mar: en EU el consumo anual de plásticos ronda alrededor de los 160 kilos por persona.

Un buen paso para avanzar en la solución de este problema es reducir nuestro consumo de productos empaquetados en plástico, rechazar productos con excesiva envoltura de plástico y exigir a la industria productora de esos bienes responsabilidad ambiental de sus productos, incluidos los empaques. No parecen estas acciones muy "sexy", pero son eficaces en la medida de que se hagan por un grupo cada vez mayor de personas.


Por José Sarukhán

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