El aprendizaje político

Opinión
/ 2 octubre 2015

Mecken decía que populista es aquella persona que predica ideas que sabe falsas entre personas que sabe idiotas

De la misma manera en que un niño pequeño tiene que golpearse la cara y la cabeza cuando empieza a aprender a caminar, lo mismo acontece con las naciones en su largo y tortuoso camino de aprendizaje rumbo a la democracia, más aún en el caso de los países latinoamericanos que cuentan con un complejo historial de intolerancia que se remonta a la América precolombina y a la Colonia española. Las pesadas cargas del mestizaje, los horrores de la ignorancia y el analfabetismo, la presencia diabólica de la Santa Inquisición, los abusos, la feroz imposición de una implacable tiranía, la indigerible prohibición de pensar y de expresarse libremente, la incapacidad de decidir, el sometimiento a ultranza a un líder por lo general espurio, retrasaron severamente el proceso evolutivo hacia la libertad y, por ende, al desarrollo en todos los aspectos de la vida comunitaria. España, la Madre Patria, llegó tarde, muy tarde a la democracia, ¿por qué razón entonces, Iberoamérica iba a adelantarse políticamente cuando las enseñanzas de nuestros abuelos implicaban un lastre autoritario que provocaría daños sociales, económicos, culturales y educativos, cuya superación nos llevaría siglos gracias a nuestra escasa, si no es nula, tradición liberal?

América latina estaba dirigida a mediados de los años 50 del siglo pasado por una inmensa mayoría de dictadores de la peor ralea. Si bien éstos habían venido desapareciendo gradualmente y las instituciones republicanas mostraban notables avances en lo general, no es menos cierto que a la fecha permanecen continuamente amenazadas por la temeraria existencia de la ignorancia y la más funesta de sus consecuencias, la miseria material, espiritual y cultural, nuevamente en casi todos los órdenes de la vida diaria.

En Venezuela la desesperación social originada en la aberrante concentración de la riqueza y del ingreso ha sido el caldo de cultivo que han aprovechado líderes facinerosos como Chávez para prometer la materialización del gran sueño venezolano que, de antemano sabía de imposible realización. Mecken decía que populista es aquella persona que predica ideas que sabe falsas entre personas que sabe idiotas Chávez sabía que su discurso airado e incendiario en Inglaterra, Francia o Alemania hubiera tenido como respuesta su reclusión en un hospital para enfermos mentales. ¿Quién le iba a creer a un cavernícola en el entorno de sociedades cultivadas?

Los venezolanos reeligieron a Carlos Andrés Pérez, a Chávez y confirmaron a Maduro ¿No han entendido muy a pesar de su interminable tradición despótica y del desastre reiterado de la verborrea y de la demagogia? Todavía creen en las promesas populistas propias de un salvador inexistente. El precio que pagarán es muy elevado. En Venezuela y en México falló la instrucción pública. Los conocimientos fueron acaparados por un reducido grupo de personas quienes, a su vez, acapararon el ingreso. Los desesperados, sepultados en la ignorancia y en la miseria le creyeron a Chávez, otro dictadorzuelo al igual que Maduro que trata de apagar el malestar social propio de sus decisiones equivocadas a manotazos propios de los primates. Aquí no hay más culpables que los venezolanos. Ellos votaron por un golpista. Con su pan se lo coman, como los mexicanos tendríamos que habernos comido el nuestro si López Obrador hubiera llegado al poder

@fmartinmoreno


COMENTARIOS

TEMAS
NUESTRO CONTENIDO PREMIUM