La CNDH: nefasta punta de irresponsables
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La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) asume que somos estúpidos.
Al mediodía de ayer, al secretario general de Gobierno de Durango, Oliverio Reza, el mismo que tendría que haberse encargado de que la cárcel de Gómez Palacio no se convirtiera en casa de seguridad de los sicarios, se le ocurrió dar una noticia de ocho columnas: secuestraron a cuatro periodistas en la Comarca Lagunera, uno de ellos, de esta casa editorial (Multimedios).
La información de Reza estaba plagada de inexactitudes. ¿Por qué decidió hacerla pública? ¿No habrá pensado que si los secuestros se dieron 24 horas antes, los medios en donde trabajan los periodistas estarían perfectamente al tanto, y quizá en proceso de negociación? ¿No habrá pasado por su cabeza que no sólo los medios afectados, sino prácticamente la totalidad de los medios nacionales habían optado por unas horas de silencio solidario?
No. El hombre incapaz de cuidar una cárcel salió a detonar la nota. ¿Y qué hizo la CNDH? Se colgó de la primicia. No se tomó la molestia de hablar con los medios para comprobar una información tan delicada. De bote pronto emitió un comunicado de lugares comunes para "expresar su indignación", exigir "a las autoridades medidas que permitan localizarlos", alertar que "es urgente terminar con la impunidad", recordarle al Estado que se "debe respetar la libertad de expresión", anunciar que "permanecerá vigilante", bla, bla, bla. Vulgaridad tras vulgaridad.
La CNDH quería hacerse presente, llevar agua a sus mediocres molinos burocráticos. Lo último que le importó fue que los cuatro periodistas estaban vivos.
Punta de irresponsables. Nefasta CNDH.