Mariguanadas

Opinión
/ 2 octubre 2015

El tema del consumo de las drogas, más allá de la mariguana, reclama análisis rigurosos y políticas públicas que atiendan el fenómeno en su verdadera dimensión

"La cucaracha, la cucaracha,
ya no puede caminar,
porque no tiene,
porque le falta,
mariguana que fumar".
-De una canción revolucionaria

Está creciendo el debate en torno a la mariguana. No son pocos los estudiosos y activistas que en estos días se pronuncian por despenalizar no sólo su consumo sino su producción y comercialización. Las decisiones adoptadas en 18 congresos de Estados Unidos que aprobaron su uso medicinal y dos (Washington y Colorado) que adicionalmente autorizaron su uso recreativo para mayores de 21 años han incentivado la discusión en México y en otras naciones.

En nuestro país el consumo de la hierba tiene raíces muy profundas. Por siglos, su consumo estuvo constreñido a las "clases bajas"; se asumía que no generaba alteraciones preocupantes y que no volvía a sus consumidores especialmente violentos; si acaso, alteraban su estado de ánimo, les daba alguna "chispa", los hacía más ingeniosos y los llevaba a soltar ocurrencias, mariguanadas.

A nivel científico, no hay conclusiones definitivas sobre los daños que puede causar la mariguana. Quienes se oponen al consumo argumentan que, por un lado, sus riegos sobre la salud son visibles, sobre todo cuando el consumo es crónico: asociación con cáncer de pulmón y eventual aparición y agravamiento de alteraciones psiquiátricas, como psicosis, esquizofrenia y depresión; por el otro, se estima que tiene un carácter inductivo para el consumo de drogas "duras", como la cocaína y la heroína, que sí pueden generar efectos severos sobre el organismo. Otros estudiosos señalan que drogas lícitas, como el alcohol y el tabaco, son más dañinas que la mariguana y que generan más costos al sistema de salud y al sector productivo (ausentismo, accidentes laborales, etcétera).

En los últimos años, muchas muertes se han producido en México en el contexto de la lucha contra los productores y traficantes de mariguana y de otras drogas. Pero hoy, a la luz de los cambios en la legislación en distintos estados de la Unión Americana, la persecución parece un sinsentido.

Sin embargo, creo que quienes piensan que legalizar la mariguana tendrá efectos benéficos en la reducción de la violencia y de las ganancias de los cárteles se equivocan, al menos parcialmente. En primer lugar, porque hoy los cárteles trafican con la mariguana y, a un tiempo, con la cocaína y con drogas sintéticas; es decir, se centrarán en las drogas que son más fácilmente transportables y les producen mayores ganancias. En segundo lugar, porque un eventual descenso en las ganancias de los cárteles generaría un incentivo perverso para compensar sus pérdidas ensañándose en la gente común, en la extorsión y el secuestro.

Para quienes dijeron, por décadas, "el de las drogas no es nuestro problema, es de los gringos", tienen que reconocer que hoy el tema de las adicciones nos interpela. Aunque sigue siendo un porcentaje muy bajo de la población, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones, en 10 años se duplicó el número de jóvenes drogadictos (de 0.7 por ciento en 2002 a 1.5 por ciento en 2011) y en sólo tres años (2008-2011) se quintuplicó el uso de cocaína entre mujeres adolescentes.

El tema del consumo de las drogas, más allá de la mariguana, reclama análisis rigurosos y políticas públicas que atiendan el fenómeno en su verdadera dimensión. Pensar que despenalizándola se reducirá severamente la violencia es una mariguanada, creo. Las sociedades democráticas deben encarar el reto de las drogas más allá de cárceles y armas, como una cuestión de salud pública, buscar reducir el consumo y los daños asociados y combatir al crimen organizado, que extiende sus tentáculos más allá de las drogas.

Posdata

En Michoacán, los Caballeros Templarios, a la usanza de Los Zetas, han llevado el terror a muchas comunidades. Quizás esto explique por qué, ante el reporte de que 20 presuntos delincuentes fueron abatidos por los policías federales, la sociedad haga pocas preguntas. ¿Es creíble que quienes prepararon las emboscadas y escogieron el lugar y el momento para lanzarse contra los policías federales hayan perdido a 20 de sus hombres, mientras la Policía Federal sólo a dos?

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