No se tentaron el corazón para dispararnos

Opinión
/ 2 octubre 2015

Todo se volvió sospechoso después de Tlatlaya. Más, si el saldo del viernes 22 de mayo en Tanhuato registra que 42 de los 43 muertos son presuntos criminales del Cártel Jalisco Nueva Generación y sólo uno es Policía Federal.

Seguramente en las próximas semanas se harán reconstrucciones sobre esa mañana funesta, y quizá pueda desacreditarse la versión de la Policía Federal (PF). Mientras tanto, la narrativa oficial parece lógica, convincente.

Alguien destrozado por el rapto de sus hijas adolescentes corrió el riesgo de denunciar las atrocidades de un grupo de 60 a 70 personas que se movía a sus anchas en esta zona de la frontera Michoacán-Jalisco. La PGR emitió una orden de investigación a la PF, que estudió y resolvió buscar al grupo criminal en un rancho que habían tomado días atrás en Tanhuato.

La PF avanzó con 41 elementos en ocho vehículos, cuatro de ellos blindados. Los criminales los atacaron en una carretera y trataron de esconderse en el rancho. Ahí se dio el primer enfrentamiento, de una hora y diez minutos de duración. La PF lanzó una alerta de apoyo y arribaron rápidamente 60 policías y un helicóptero artillado proveniente de una base en Jalisco. El policía que murió atendía a un compañero herido. Recibió el disparo por la espalda. Para mí es un héroe, me dice el comisionado de la PF, Enrique Galindo.

—¿No hubo una sola ejecución?

—No hay una sola ejecución, lo digo categóricamente. Se actuó con mucha precaución. Nuestros policías lo hicieron muy bien.

En la versión de la PF se detalla el armamento de alto poder de los criminales, y cómo estaban desprevenidos, dormidos en la madrugada. Aun así, desoyeron las invitaciones a deponer las armas y rendirse. Hubo tres detenidos. Unos 20 habrían escapado.

—Parecería una venganza por el ataque del 1 de mayo en Villa Purificación, comisionado.

—No tenemos una filosofía de desquite, de venganza. Fue una acción de inteligencia, de trabajo, de persecución, donde, sin ningún miramiento, los grupos de la delincuencia organizada enfrentaron a la policía y este es el resultado. Nuestras fuerzas, bien entrenadas, hicieron uso de sus facultades para defender al ciudadano.

El parte oficial. Criminales que azolaban una región. Una denuncia ciudadana. Una orden de investigación de la PGR. Un operativo de la PF lejos de zonas pobladas. Un primer y segundo enfrentamiento. Un saldo de 42 a uno. Y una frase del comisionado Galindo que podría convertirse en clásico:

—No se tentaron el corazón para dispararnos.

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