Sor Juana al revés.

Opinión
/ 2 octubre 2015

Ahora va de aquí p'allá.

Diódoro de los Santos, "Diodorito", era un amable personaje. Por muchos años fuimos compañeros en "El Porvenir", de Monterrey. Hacía él los epigramas, cada uno modelo de ese género difícil que casi nadie cultiva hoy. La excepción es Vanguardia, que publica tres epigramas diarios; dos muy buenos y el que escribo yo.

En cierta ocasión Diódoro publicó en "El Porvenir" una parodia de las célebres "Redondillas" de Sor Juana Inés de la Cruz. Yo recorté su artículo y lo guardé entre las páginas de un libro. Ayer hojeaba ese libro por casualidad, y hallé los versos de este afable poeta que entre burlas decía cosas serias. He aquí ese travieso poema. Sólo diré que lo dice Diódoro, no lo digo yo.

¡OH MUJERES, QUE ACUSAIS...!

Parodia de Diódoro de los Santos, Jr.
Oh, mujeres, que acusáis / a los hombres
sin razón,
sin ver que dais la ocasión / a los
mismos que culpáis.
Si con ansia sin igual / nunca deseáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien / si los
animáis al mal?
Simuláis gran resistencia, / y luego,
con gravedad,
cubrís vuestra liviandad / con sin
igual diligencia.
Parecer quiere el denuedo / de vuestro
parecer loco,
al niño que busca el coco / y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia, / tras de
hallar lo que buscáis,
olvidaros que sois Thais / y presumir
de Lucrecia.
¿Tener puede humor más raro / la que
sin oír consejo,
deja le empañen su espejo / y siente
que no esté claro?
Con el favor y el desdén / tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal, / burlándoos,
si os tratan bien.
Opinión ninguno gana, / pues tonto es
quien se recata,
y a quien no, acusa la ingrata, / cuando
que ella es la liviana.
Siempre tan necias andáis, / que con
desigual nivel,
a éste culpáis por cruel, / y a aquél por
tonto culpáis.
Pues, cómo ha de estar templada / el alma
del que os pretende.
si el que es recatado, ofende, / y el que os
ve fácil, enfada?
Mas entre el enfado y pena / que vuestro
gusto prefiere,
bien haya aquel que no os quiere, / y quejaos
enhorabuena.
Dan vuestras amantes penas / a sus
libertades alas,
y después de que sois malas, / simuláis
que sois muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido/ en una pasión
errada:
la que acepta, tras rogada, / o el que
ruega, de caído?
¿O cuál es más de culpar / aunque cualquiera
mal haga?
¿el que peca, pero paga? / ¿la que cobra por pecar?
Pues, ¿para qué os espantáis / de la culpa
que tenéis?
Queredlos cual los hacéis, / o hacedlos
cual los buscáis.
No oigáis el solicitar, / y después, con más razón,
olvidaréis la afición / al no escuchar el rogar.
Bien con muchas armas fundo / que lidia
vuestra arrogancia,
pues, en espera e instancia, / juntáis diablo,
carne y mundo.

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