Va a ser muy difícil que el PAN le diga no al Presidente
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El presidente Peña Nieto jugó su carta de manera firme y lógica. Más allá del explicable blof de descalificación a bote pronto, será difícil que el PAN vote en contra de la iniciativa de Reforma Energética presentada ayer en Los Pinos.
El PAN quiere inversión privada irrestricta en todas las áreas y procesos del ciclo de hidrocarburos y electricidad. El gobierno la quiere también. El PAN la quiere en la modalidad de concesiones. El gobierno, en la de contratos de utilidad compartida.
El PAN quiere reducir a Pemex al punto de empresa paraestatal dominante. El gobierno no lo concede, pero ofrece a cambio participación de muchos más actores en exploración, explotación, transporte, almacenamiento, distribución y comercialización de petróleo; deja de considerar a la petroquímica como área estratégica, e invita a invertir en gas natural, generación, transmisión y distribución de electricidad.
Son dos iniciativas distintas, pero la esencia es la misma, por más que Gustavo Madero dijera ayer que la del presidente Peña Nieto es "miope, retrógrada y corta".
Al PRD, el Presidente le ofrece el espíritu de Lázaro Cárdenas y el largamente exigido nuevo régimen fiscal de Pemex. No es poca cosa. Mucho logrará el gobierno si la izquierda institucional simplemente se opone y vota en contra.
Pero, ya conocida la iniciativa, en esta el PRD será actor secundario. Porque si se impone la honestidad intelectual y la sensatez política, al menos 75 por ciento de los votos, los que suman PRI, PAN y Verde, estarían garantizados y México tendría una reforma energética de a de veras.
Por fin.