Inventos latinoamericanos dejan huella, pese a la poca inversión
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El gasto en I+D en Latinoamérica es sólo un tercio que en la OCDE, pero han emergido varias creaciones innovadoras
Si pensamos en científicos célebres, la imagen del Einstein despeinado y de mirada curiosa suele acudir rápidamente al imaginario colectivo.
Y si lo pensamos aún más, posiblemente nos encontremos con Isaac Newton (la ley de la gravedad), Graham Bell (el teléfono), Madame Curie (la radioactividad) y el contemporáneo Stephen Hawking (los agujeros negros).
Pero entre todos estos rostros, ¿dónde están los latinoamericanos? El nombre que viene a la mente es Elkin Patarroyo, pionero en una vacuna contra la malaria, pero lo cierto es que la tradición científica en Latinoamérica no tiene fuerte arraigo.
El fenómeno se explica en parte porque ni el sector público ni el privado han invertido sustancialmente en Investigación y Desarrollo (I+D) en los últimos años, de acuerdo a investigaciones del Banco Mundial.
Según el documento, en 2009 sólo un 8% de las empresas latinoamericanas invirtieron en I+D, aunque solo el 25% de ellas gastó más de 150.000 dólares. A excepción de Chile y México, cuyos gobiernos están dedicando cada vez más fondos para la innovación, la región no está ofreciendo los incentivos suficientes para que las empresas inviertan en I+D, una medida que potenciaría la capacidad productiva de los países y su capacidad innovadora.
En cuanto a la inversión pública, América Latina y el Caribe invierte en I+D tres veces menos que la Unión Europea (0,78% versus 2,5% del PIB). A esto cabe sumarle la dificultad que encuentran muchos investigadores para acceder a la financiación de proyectos científicos, y unas prácticas universitarias no siempre adaptadas a las necesidades del mercado laboral.
¿Einsteins latinos?
De todos modos, el talento y la creatividad latinoamericanos no se han resignado a este bache histórico, y cada vez son más numerosos los que logran innovaciones de primer nivel en el mundo.
Tal es el caso del chileno Alfredo Zolezzi, fundador del Advanced Innovation Center, uno de los centros de innovación de referencia tanto en Chile como en América Latina, que creó el sistema Plasma Water Sanitation System, el cual elimina virus y bacterias del agua a través de plasma y de una descarga eléctrica.
Actualmente se está realizando un piloto para aplicar en comunidades pobres de varios países -Ghana, Kenia, India, Haití, Bolivia, Paraguay, Brasil y Chile-, en una muestra contundente de cómo la tecnología puede acelerar la lucha contra la pobreza a nivel global.
En Chile, en los últimos dos años ha habido una explosión de innovación gracias a políticas de estímulo del estado. Lo que se está haciendo ahora se podrá ver en los próximos 5 años, vaticina Zolezzi.
Al otro extremo de Latinoamérica, el colombiano Daniel Cuartas también está haciendo méritos para subir la media de inventores de primer nivel en la región. Su invento: el seguidor de pupila, una herramienta para mejorar la autonomía de las personas cuadrapléjicas.
Con una sola mirada, el sistema permite controlar la posición de la cama, la iluminación de la habitación, timbrar a la enfermera o manejar los dispositivos de audio y sonido. Para lograrlo, solo se necesita una cámara, un software que sigue el movimiento de la pupila y un dispositivo que analiza la posición del ojo.
¨Todo depende de la cantidad de tiempo que te quedes mirando a los diferentes botones del menú de la pantalla. El movimiento de los ojos es lo último que pierden las personas con movilidad reducida¨, explica Cuartas.
El invento -con el que ganó el premio de Innovador del 2014 del MIT- se desarolló con código abierto, lo cual abarata significativamente el costo: alrededor de 2.000 dólares, en contraste con lo que actualmente existe en el mercado, que ronda los 90.000 dólares.
Más innovación
La falta de inversión pública y privada en I&D ha contribuido a que en la escala que elabora Global Innovation Index (i), Costa Rica aparezca como el país latinoamericano más innovador, en la posición 39 de una lista de 142 países.
En este sentido, una de las acciones que varios países de la región están adoptando para desarrollar la innovación es potenciar los vínculos entre universidad, empresa y comunidad científica. El CONICET argentino o el CONICYT chileno y mexicano, por ejemplo, cuentan con programas científicos orientados a intercambiar el conocimiento teórico de las universidades con la práctica de las empresas.
Este apoyo institucional puede servir para que, en un futuro no muy lejano, los innovadores latinoamericanos puedan darse a conocer al mundo y lograr, con su ingenio y creatividad, colarse en la lista aún por escribir de inventores célebres del siglo XXI.
Por Robert Valls, productor on line del Banco Mundial.