La guerra nunca acaba para un niño soldado
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Para la mayoría de los niños no hay vuelta atrás, incluso aunque logren huir.
Nairobi, Kenia.- El 12 de febrero es el Día Internacional de los Niños Soldado en el que se recordará a los en torno a 250,000 niños y jóvenes que fueron obligados a luchar y a matar en regiones convulsas de Africa y otras zonas de conflicto. Ellos son víctimas y autores al mismo tiempo.
Mark R. (nombre ficticio a petición del interlocutor) estuvo durante años en el cuerpo de Marines de Estados Unidos y participó también en las llamadas "operaciones especiales". El hombre con la cabeza afeitada, que entrado en los 40 continúa teniendo un cuerpo musculoso, no se asusta fácilmente. "Pero siempre que me encontraba con niños soldado estaba muerto de miedo", admite Mark R. "Miras esos ojos muertos y sabes que puede suceder cualquier cosa. No quieres disparar a niños, pero sabes que esos niños fueron adiestrados para matar".
Señores de la guerra y líderes milicianos en todo el mundo adoran a sus jóvenes combatientes. Y es que los niños y niñas, que en ocasiones son secuestrados de sus aldeas con sólo diez años y obligados a luchar, una vez que se les prepara para la guerra, son considerados combatientes que no temen a nada. Se estima que en todo el mundo hay al menos 250.000 niños soldado. Sólo en Uganda y en los países vecinos el temido líder rebelde Joseph Kony secuestró al menos a 30.000 niños y adolescentes durante más de 20 años.
Para la mayoría de los niños no hay vuelta atrás, incluso aunque logren huir. Durante la guerra civil en Uganda del norte, el Ejército de Resistencia del Señor (LRA) les obligaba en el momento del secuestro a matar a sus padres o hermanos o a prender fuego a su propia aldea. Quien se negaba lo pagaba con la muerte.
"Muchas personas que vivieron la guerra tienen miedo de los niños soldado, aunque saben que son obligados a hacer las cosas más terribles", dice Dora Akol, que dirige en Gulu, en Uganda del norte, la organización de ayuda humanitaria World Vision dedicada a asistir psicológicamente a quienes fueron niños soldado.
Los kalashnikov, el arma favorita de rebeldes así como de tropas gubernamentales en las regiones conflictivas del tercer mundo, los puede manejar literalmente hasta un niño. Para muchos niños soldado este arma pasa a formar parte rápidamente de su vida cotidiana, al igual que en su día lo era el caminar hasta un pozo para conseguir agua o cuidar de las cabras o las vacas de su familia.
"Estuve tan orgullosa de ser una combatiente. Me sentía fuerte e invencible cuando marchaba al combate con mi fusil", recuerda Jane Akello, que a la edad de 12 años fue secuestrada por la gente de Kony. Actualmente trabaja también en Gulu por la reinserción de ex niños soldado.
No es una tarea nada fácil. Especialmente para aquellos niños soldado que lucharon durante años entre la maleza, que vieron morir a los que en su día fueron compañeros de juego y que fueron obligados a perpetrar atrocidades. Para ellos la guerra nunca acaba.
Según un estudio publicado en 2007 sobre ex niños soldado en Uganda y en El Congo, una gran parte de los niños padece perturbaciones postraumáticas. "Algunos de ellos ya no pueden controlar sus agresiones, incluso aunque ellos mismos sufran con aquello en lo que se han convertido", dijo Dora Akol. "E incluso cuando las familias de estos niños desean volver a acogerlos, conviven con ellos con miedo".
Tampoco en épocas de paz los soldados niños suelen tener un lugar al que regresar para recuperar los años de juventud perdidos. Se cree que en el que fuera el Ejército del pronto independiente Sudán del sur siguen sirviendo unos 3.000 menores de edad. La guerra civil enre el norte y el sur finalizó en 2005.