La industria textil se humaniza
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En ocasiones es foco del deterioro del medioambiente y de transgresiones a los derechos humanos. La industria textil intenta conseguir índices de sostenibilidad para reducir estos impactos.
Madrid, España.- La RSC, o responsabilidad social corporativa, también llamada responsabilidad social empresarial (RSE) es la contribución activa y voluntaria dirigida al mejoramiento social, económico y ambiental por parte de las empresas. La actual concienciación por parte de la sociedad de la situación medioambiental del planeta ha hecho que estas aportaciones se vayan ampliando.
Se trata, en la mayor parte de los casos, de una aportación filantrópica, muchas veces dedicada a la investigación, como una forma de acercarse al público en general y a los potenciales clientes con un mensaje que encaja con las expectativas sociales reivindicativas.
Conocidas marcas textiles internacionales fueron denunciadas en cadena hace unos años por sus sistemas de trabajo en países en desarrollo mediante la explotación laboral de niños y adultos, así como por el uso de sustancias contaminantes prohibidas, en muchos casos, en países donde se vende el producto final.
Interesada en renovar completamente su imagen y adecentar sus cadenas productivas, la industria textil trata de mostrar, no ya sólo la inocuidad de sus productos, sino también su compromiso social. Â
EN BUSCA DE LA SOSTENIBILIDAD
Un grupo de conocidas empresas textiles, organizaciones no gubernamentales y fabricantes ha suscrito recientemente la `Sustainable Apparel Coalition', iniciativa con la que se trata de reducir los impactos ambientales y sociales en la fabricación de textiles y calzado.
Marcas como Adidas, C&A, la Universidad de Duke, Esprit, H&M, Intradeco, Levi Strauss, Li & Fung, Marks & Spencer, Nike Nordstrom, Timberland, la agencia de Protección Ambiental de EU., Verita o New Balance, forman parte de esta iniciativa que tiene como precedente Eco Index, organismo que surgió abogando por aportar información al consumidor acerca del componente "eco" de las prendas y el calzado.
En el caso de esta nueva iniciativa, la coalición trata de ofrecer transparencia, así como, según sus representantes, acelerar la colaboración entre las compañías textiles, agilizar la innovación sostenible y disminuir el uso de recursos naturales como el petróleo y el agua. Â
Para Albert Sales, representante de la campaña "Ropa limpia" de la ONG, SETEM,
"las empresas de confección han estado buscando proveedores en países donde hubiera regulaciones laxas, tanto con referencia al respeto por el medioambiente como a las condiciones sociales de los trabajadores. La debilidad de los gobiernos de estos países para imponer unas normativas estrictas en materia de legislación medioambiental hace que, técnicas que estén prohibidas en Europa y EU, se puedan desarrollar sin ningún problema en zonas de Centroamérica, Asia o del norte de Africa".
Mientras en los países desarrollados las regulaciones referentes a químicos tóxicos industriales se endurecen y se ejerce un control de cara al consumidor sobre la ropa que se encuentra en destino "es muy difícil ejercer el control en origen. Las mismas empresas afirman no tener un conocimiento estricto de toda la cadena de producción. A veces contratan proveedores que, a su vez, tienen subcontratas que quedan fuera del control. De hecho, hay mucha ropa que puede haber pasado por pequeños talleres, incluso por trabajo doméstico", manifiesta Sales.
Las aguas residuales de las fábricas textiles tiñen los ríos de colores y vierten sustancias químicas tóxicas, dejando un lastre de destrucción imparable. Como señala Albert Sales, "controlar cómo se han producido y dónde han ido a parar las aguas residuales de los lavados o del tinte se convierte en una odisea muy complicada. Hay zonas de Centroamérica en las que se fabrica ropa vaquera y donde se riegan los campos con las aguas sobrantes tintadas que salen de la industria de la confección. En esas zonas se han comprobado importantes descensos de la productividad en los campos de maíz".
Pero además del medioambiente, "las situaciones laborales en este sector son las más duras", indica el experto.
LA DIFICIL SITUACION INFANTIL
Según el representante de SETEM, "en la confección hay gente que trabaja entre 12 y 14 horas diarias y que, con suerte, llegan al salario mínimo del país. Así, es habitual que los núcleos familiares necesiten que los hijos se incorporen al mundo laboral cuanto antes. La edad para trabajar es la que físicamente lo permite, por lo que los chavales se incorporan a los 12 o 13 años. A menudo, es la hija mayor la que sacrifica su infancia para incrementar los ingresos de la familia y poder dar educación al siguiente hijo, o al hijo varón".
Campañas internacionales y diversas ONGs denuncian estas situaciones de explotación y conciencian a la sociedad civil para ejercer la suficiente presión que permita que "las marcas reaccionen, pero su voluntad de mejora está sujeta a la estrategia empresarial. En cuanto los países proveedores intentan imponer unas normativas que limitan estas formas de producir, los núcleos empresariales de los países que encargan los trabajos, apoyados por firmas internacionales, consiguen que estas legislaciones no sigan adelante, por lo que estas iniciativas suelen quedar en el ámbito de la voluntariedad", explica Sales.
Para Albert Sales, "el problema de los países que producen ahora mismo para el mundo de la confección es que dependen totalmente de la exportación al extranjero, debido a que no tienen ninguna posibilidad de acceder a líneas de crédito o de ayuda", concluye Albert Sales.
Por su parte Sara del Río, representante de la campaña de Residuos de Greenpeace Internacional, comenta que en su organización, "nos preocupa mucho la situación tóxica del agua de los ríos, en concreto en China, por la cantidad de sectores industriales que hay instalados en ese país y, en concreto, del sector textil, que es uno de los principales en el país asiático".
"En los procesos de producciónhay miles de sustancias tóxicas y algunas de ellas peligrosas y prohibidas en Estados Unidos y la Unión Europea, por ejemplo algunos alquilfenoles que, en cambio, sí se pueden utilizar en China para fabricar productos que luego se van a introducir en el mercado occidental", subraya Sara del Río.
"Desde Greenpeace esperamos que tengan claros estos objetivos, que sean mensurables y que formen parte de las medidas necesarias dirigidas a eliminar totalmente los vertidos que sean peligrosos", concluye la representante de la campaña de Residuos de la organización ecologista. Â
DESTACADOS:
* Un grupo de empresas textiles, organizaciones no gubernamentales y fabricantes, ha suscrito recientemente la Sustainable Apparel Coalition, iniciativa con la que se trata de reducir los impactos ambientales y sociales en la fabricación de textiles y calzado.
* Para Albert Sales, representante de la campaña "Ropa limpia" de la ONG, SETEM,
"las empresas de confección han estado buscando proveedores en países donde hubiera regulaciones laxas, tanto con referencia al respeto por el medioambiente como a las condiciones sociales de los trabajadores".
*Â Para Sara del Río, representante de la campaña de Residuos de la organización ecologista Greenpeace Internacional, "en los procesos de producción hay miles de sustancias tóxicas, y algunas de ellas peligrosas y prohibidas en Estados Unidos y la Unión Europea, por ejemplo algunos alquilfenoles que, en cambio, sí se pueden utilizar en China".