Popayán, la Jerusalén de Latinoamérica

Círculo
/ 28 septiembre 2015

La localidad colombiana de Popayán, de 250 mil habitantes, es una población dedicada durante los 365 días del año a la Semana Santa.

Madrid, España.- Popayán, capital del departamento colombiano de Cauca, fue fundada en 1537 y, tan sólo 30 años después, comenzó a celebrar la Semana Santa consiguiendo, a través de los años, enriquecerla con el aporte de bellas imágenes, traídas en su mayor parte de España y de Quito.

Pero para entender por qué las procesiones de esta localidad colombiana fueron declaradas patrimonio de la humanidad por la Unesco en 2009, hay que conocer detalles como que su Semana Santa no ha tenido interrupciones nunca e, incluso, durante las guerras civiles se convenía una especie de armisticio en ese tiempo, a fin de que no se viera suspendida. 

Aunque también hay que destacar una figura histórica en esta ciudad, el maestro Guillermo Valencia (1873-1943),  fundador de la Junta Permanente Pro Semana Santa en 1939, una institución dedicada a conservar y trasmitir el patrimonio religioso, cultural y tradicional, constituido por los objetos que conforman las procesiones de la Semana Santa a las nuevas generaciones.

Así lo relata el miembro más antiguo en la actualidad de esta junta, el doctor Alberto Vallejo, que desde hace 42 años ha ocupado diferentes cargos de responsabilidad en esta institución.

"Vivimos todo el año para la Semana Santa; siempre se habla, todo lo que se hable durante el año tiene un tinte de Semana Santa. Nos llamamos comunidad semana santera de Popayán", resalta Vallejo, no sin dejar de poner de relieve que el hecho de estar inscritos en la lista de obras maestras del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad de la Unesco "rebasó las fronteras patrias".

Pero no sólo se trata de una época que ha traspasado fronteras, sino también una celebración que mantiene ocupada a la población todo el año y está presente en "cada conversión" y "tertulia" de todos los días del año, como destaca Vallejo, quien no duda en destacar la celebración de la "Semana Santa chiquita", una celebración igual a la que marca el calendario cristiano sólo que en ella sólo participan niños.

"Cada pasito es igual al grande pero con sus dimensiones, y lo cargan los niños que están haciendo la escuela para seguir cargando de mayores. Los nietos de unos y de otros han comenzado en la Semana Santa chiquita para seguir con la tradición. Es un espectáculo hermoso", resalta.

PROTECTORES DE LA TRADICIÓN

Al contrario de lo que se vive en otras localidades del mundo conocidas por su Semana Santa, como Sevilla (España), que cuentan con aplicaciones móviles para seguir el recorrido de los pasos o con puestos de fisioterapeutas para sanar posibles lesiones durante la procesión, en Popayán no se permite la entrada de tecnologías o novedades.

"Seguimos fieles a la tradición; en cada paso, por ejemplo, el carguero sale del templo con su garrote cargando y él mismo regresa al templo: no hay ninguna estación de reemplazo, tiene que seguir. Sale a las ocho de la noche de cada templo y regresa a las doce de la mañana", relata, al tiempo que pasa a resaltar que se trata de una tradición "muy de acá".

Tanto es así que Vallejo destaca con fuerza que cuando un carguero se retira de la procesión por algún motivo, acción a la que se refieren como "la pidió",  se toma como "una afrenta a todos". 

Tras reflejar el sacrificio al que se someten los cargueros durante estos días, el doctor Vallejo, con tono pasional, se refiere también a la luz que alumbra los pasos como un elemento que transmite el respeto a la tradición. "Las luces son de vela de Castilla. No utilizamos ni batería ni reflectores. Sí tenemos algunos puestos de auxilio de la Cruz Roja, pero esos puestos se ponen en sitios aledaños al ejercicio procesional, no dentro de la profesión".

LA LLUVIA, UN LLANTO DE TRISTEZA

Vallejo se acuerda de los días lluviosos en Semana Santa y durante un momento se hace el silencio. "Marzo y abril son lluviosos y, cuando un paso no sale por causa de la lluvia, nos hace vibrar el corazón, nos llenamos de melancolía y hasta derramamos lágrimas", lamenta. 

Las estatuas de los pasos, que son de madera y datan su mayoría de finales del siglo XVII, van acompañadas en su recorrido por hileras de fieles portadores de cirios y vestidos con hábitos religiosos que veneran a estos santos traídos.

"Las imágenes fueron traídas de España, casi todas. Otras son de Quito, porque allí hubo unos talladores que venían de España e Italia y enseñaron a tallar a gente de allí. Esto constituye un patrimonio que siempre lo llevamos en nuestro corazón y nuestros pensamientos", concluye este payanés, que transmite con sus palabras el amor por la Semana Santa que ha colocado en el mapa mundial a esta población. 

DESTACADOS:

+++ Su Semana Santa no ha tenido interrupciones nunca e incluso durante las guerras civiles se convenía una especie de armisticio en esa época del año, a fin de que no se viera suspendida.

+++ "Vivimos todo el año para la Semana Santa; siempre se habla, todo lo que se hable durante el año tiene un tinte de Semana Santa. Nos llamamos comunidad semana santera de Popayán".

+++ En Popayán el respeto hacia la tradición no permite la entrada de tecnologías o novedades.

Pilar Martín-Valverde/EFE-Reportajes

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