Ser mujer en la India se convierte en un asunto problemático

Círculo
/ 23 septiembre 2015

"¿Por qué habré nacido?", se pregunta Pugalhvani, que ahora tiene 18 años. Dice que ella y su hermana generan grandes preocupaciones a sus padres.

Bombay, India.- Pugalhvani sueña con abandonar algún día su pueblo y marcharse a trabajar como ingeniera a Estados Unidos. Allí quiere tener un buen sueldo, no para sí misma, sino para su familia; para que su madre no tenga que volver a alzar el martillo con el que ejerce su oficio desde hace años. Su padre, conductor, no tendría que pensar constantemente cómo pagar todos los créditos que precisa para sus cuatro hijas. Para criarlas y para casarlas.

"¿Por qué habré nacido?", se pregunta Pugalhvani, que ahora tiene 18 años. Dice que ella y su hermana generan grandes preocupaciones a sus padres. "No tendrían que luchar tanto si no fuésemos todas mujeres." Y eso es lo que lleva a esta joven a querer irse al extranjero para buscar recursos por sus propios medios y aliviar a sus padres.

En las regiones rurales de India, la gente siente que tener cuatro hijas es un gran castigo. Son cuatro niñas que alimentar. Cuatro alumnas cuya formación hay que financiar. Cuatro novias cuya dote hay que pagar. Y ese largo camino finalmente deriva en la entrega de sus hijas a sus futuros maridos. "Criar una niña es lo mismo que regar el jardín del vecino", dice un refrán indio.

Esta realidad se ve reflejada en la tasa de niñas a las que se les da muerte. Según un estudio de la Universidad de Toronto que fue publicado en la revista "The Lancet", en las últimas dos décadas podrían haber sido más de diez millones.

La tasa demográfica de este año revela además que entre los pequeños de hasta seis años hay 7.1 millones más niños que niñas. Hace 20 años la diferencia a esa edad era de 4,2 millones, informan los investigadores canadienses.

Aunque las niñas en India sean pocas veces motivo de festejo, esta mañana llegan decenas de mujeres al pueblo de Kaandai, en el estado Tamil Nadu, para visitar a la joven Banu y a su hija de seis meses. Le traen cabras y semillas de coco de regalo. Lo compraron con fondos de una organización no gubernamental dedicada al desarrollo rural que actúa contra la matanza de niñas.

Sin esa ayuda, Jesira, la hija de Banu, no viviría. "Sin esta ayuda mi marido me hubiera exigido que me deshiciera de la niña", lamenta Banu.

El gobierno indio paga a las madres que se esterlizan bajo determinadas condiciones. De esa manera, las autoridades se proponen controlar la tasa de natalidad y el crecimiento demográfico.

El deseo de tener un hijo que se ocupe de su familia y pueda dar continuidad al legado generacional es tan grande que muchos optan por abortar las niñas. También está muy extendida la creencia de que la muerte de una segunda hija traerá en tercer lugar a un hijo.

Rasammal, que solía trabajar como matrona, conoce estas historias. Cuenta que existen diez métodos distintos para dar muerte discreta a un bebé. Por ejemplo, alimentarlos con granos de cereales; o envolverlos en un paño mojado y ponerlos frente a un ventilador.

La cifra de la matanza de niñas ha decrecido, en parte también gracias al trabajo de las organizaciones humanitarias. Pero las ecografías que muestran el sexo del feto son cada vez más solicitadas, en particular por las familias de mejores recursos.

Si bien en India existe una ley que prohíbe a los médicos informar a los padres de qué sexo será su hijo, los activistas denuncian que no son pocos los que actúan en contra de esta disposición.

¿Cómo lo hacen? "No lo dicen directamente, utilizan otras palabras", explica el colaborador de una organización de ayuda. "No dicen 'hombre' o 'mujer', sino 'lunes' o 'viernes'. O creo que usted estará muy feliz o creo que usted estará muy triste".

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