Woody Allen, infiel a Nueva York por un amor de Verano en Europa

Show
/ 23 septiembre 2015

El Central Park, el hotel Chelsea, el Moma y el Gugenheim son puntos de referencia en Nueva York y no podían faltar en las películas de Allen

Madrid, España.- Durante décadas millones de espectadores de todo el mundo vivieron el Nueva York de los años 70, 80 y 90 a través de las películas de Woody Allen, el mejor cicerone de la fascinante urbe en el cine. Sin embargo en los últimos años el cineasta ha decidido pasar los veranos en Europa, aprovechando así las buenas temperaturas para rodar sus comedias.

El director neoyorquino convirtió Manhattan en un personaje más de sus películas en una época en la que la Guerra Fría todavía incitaba prejuicios culturales. Pero Allen, que siempre mantuvo las distancias (física y artística) con Hollywood, quedó al margen de esas consideraciones con sus comedias de personajes neuróticos y líos amorosos de gran calado vital, que constituyen todo un compendio filosófico.

Tras rodar unas cuantas comedias en las que brillaba sobre todo su inagotable y genial sentido del humor, Allen fue refinando sus historias y también sus ambientes. "Annie Hall" (1977), considerada por muchos como una de sus mejores películas (y con la que ganó tres Oscar), recorre la parte alta y baja de Manhattan con sus interminables calles y sus rascacielos de telón de fondo, así como sus inconfundibles taxis amarillos. El director incluso se pasea por su barrio de la infancia, Brooklyn.

"Manhattan" (1979) es además el título de otra de sus películas más conocidas y mítica es la foto en blanco y negro de Allen y Diane Keaton sentados junto a uno de los puentes que unen esa lengua de tierra en la que asienta la trepidante ciudad. La escena fue rodada en Riverview Terrace en Sutton Square, en las inmediaciones de la calle 59, pero a los fans que visiten el lugar para ver la puesta de sol de Allen y Keaton hay que advertirles que ya no encontrarán el banco de madera en el que se rodó la escena, pues ha sido retirado.

El Central Park, el hotel Chelsea, el Moma y el Gugenheim son puntos de referencia en Nueva York y no podían faltar en las películas de Allen, donde también palpita la vida bohemia en el barrio Greenwich Village, el ahora floreciente East Village e incluso Chinatown, entre muchos otros rincones de la ciudad.

"Nunca me preocupó mostrar la ciudad de forma naturalista. Siempre procuré mostrarla del modo en el que yo la sentía", dijo Allen en una entrevista. "Siempre me atrajo el Nueva York irreal. Tipos como Martin Scorsese y Spike Lee muestran muy a menudo un Nueva York muy real. Muy, muy bonito y muy correcto. Pero yo no. El Nueva York que yo he ido mostrando durante todos estos años es el yo vi en las películas de Hollywood", explicó.

"Podría hacer otras 50 películas en la ciudad y no me cansaría, pero no me lo puedo permitir", añadió el cineasta antes de comenzar a rodar al otro lado del Atlántico.

Durante años Allen fue incondicionalmente fiel a la ciudad que ha sido su hogar y su fuente de inspiración hasta que a mitad de los 90 se atrevió a dar un salto hasta la mítica Venecia con el musical "Every One Says I Love You".Allen todavía protagonizaba sus películas y corría junto a los canales y los puentes de la ciudad persiguiendo a Julia Roberts, que hacía footing por Dorsoduro y en las inmediaciones de Campo Santo Stefano, hasta que ambos se encuentran en Campiello Barbaro.

La romántica ciudad italiana, donde varios años estrenó sus películas en el certamen internacional que allí se celebra, guarda además un significado especial para el realizador, pues fue allí donde se casó en 1997, un año después de estrenar el musical, con Soon Yi Previn, 35 años más joven. Esta relación dio numerosos titulares al tratarse ella de la hija adoptiva de Mia Farrow, la anterior pareja sentimental del director.

El breve salto a Venecia se consideraba una excepción en su filmografía hasta que llegaron las dificultades económicas y Allen se vio "obligado" a emigrar. "Me encantaría poder permitirme estar ahí siempre, pero (Nueva York) es una ciudad muy cara para trabajar. Y cada vez es peor para mí", dijo el realizador antes de encarar su primer rodaje en Londres. La experiencia con "Match Point", su primera colaboración con Scarlett Johansson, no pudo haber funcionado mejor, pues este thriller negro recibió buenas críticas y el respaldo del público.

La oficina de turismo de la capital británica se frotaba las manos con la excelente publicidad que la película reportó. El estiloso barrio de Notting Hill muestra sus encantadores rincones en esta cinta en la que los protagonistas viven en mansiones modernas con vistas al Támesis, acuden al legendario club de tenis The Queen's Club o a la Royal Opera House, un Londres actual que sin mostrar sus grandes monumentos aunaba la esencia de la capital.

"Match Point" (2005) fue la primera película que rodó por completo fuera de Nueva York y se hizo en verano, aprovechando las vacaciones escolares de los hijos de Allen. Desde entonces, el cineasta repitió la experiencia con "Scoop" y "Casandra's Dream", en las que las críticas no acompañaron, y una tercera, "You Will Meet a Tall Dark Stranger", que funcionó mejor.

El magnetismo de la vida lujosa que se vive en sus producciones británicas se repite en "Vicky Cristina Barcelona", la película que muestra una Barcelona de postal pero en las antípodas de cualquier bosillo modesto. Aparecen algunos de los lugres más emblemáticos de la ciudad catalana como la Sagrada Familia, La Pedrera, pero también varios centros de arte como la Fundación Miró, la Fundación Tàpies, el MACBA o el MNAC. Penélope Cruz ganó un Oscar con la película y la ciudad de Barcelona, la más visitada de España, recibió más turistas.

Este año el director ha estrenado "Midnight in Paris", una ciudad que a través de su mirada resulta tremendamente romántica. Para la capital gala el cineasta concibió una historia de amor en la que pasea por el puente Alexandre III, la ribera de Sena, los jardines de las Tullerías o el mercado de pulgas.

Además, hizo lo que casi ningún director en este mundo se puede permitir: hacer un cameo con quien quiera y en este caso con la primera dama francesa, Carla Bruni, que aparece en una breve escena como guía del museo.

En la presentación de esta película en Cannes, el director dijo que rueda en el extranjero porque a su mujer le encanta viajar y así aprovecha los veranos, cuando sus dos hijos tienen vacaciones. En el fondo, confiesa, prefería estar en su casa, dormir en su propia cama y poder bañarse en su ducha. Además, también lamenta perderse la temporada de béisbol, deporte del que junto con el baloncesto es un gran fan. Pero al final el cine manda.

A sus más de 75 años y a un ritmo de película por año, Woody Allen se está convirtiendo en el embajador por excelencia de todas las ciudades que toca con su varita cinematográfica. Estos días el realizador rueda en Roma "Bop Decameron", con algunas escenas en el Trastevere, un barrio de encantadoras callejuelas. El año que viene se podrá ver en la gran pantalla su visión de la capital italiana.

TEMAS

COMENTARIOS

Selección de los editores