Andrés Manuel López Obrador, la llegada de la incertidumbre

Saltillo
/ 1 diciembre 2018

Hoy rendirá protesta en medio de un aura de incógnita en materias de economía, seguridad y corrupción

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“Ya sabe quién” entra hoy a tomar las riendas de la presidencia de México por seis años. Andrés Manuel López Obrador rendirá protesta en medio de un aura de incertidumbre e incógnita en materias de economía, seguridad y corrupción, principalmente.

La noche del 1 de julio, después que los candidatos presidenciables reconocieron el triunfo de López Obrador, éste salió a dar un discurso en el hotel Hilton que tranquilizó el mercado financiero. Pero desde entonces, casi cada acto, declaración, movimiento o decisión que hace él o alguien de su gabinete, parece que tambalea la viga de la certidumbre. Aquí algunos ejemplos:

Los foros por la paz, la aniquilación de la obra del aeropuerto que llevaba 30 por ciento de avance, el cambio de postura respecto a la salida del Ejército de las calles, el perdón a funcionarios corruptos para no “desestabilizar” al país, la cancelación de la reforma energética, las consultas amañadas y con tintes dictatoriales, la amenaza de la reducción de comisiones bancarias por parte de senadores de Morena, las confrontaciones entre su gabinete, la credibilidad de su gabinete, la invitación al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, a su toma de protesta, la creación de “súper delegados” que amenazan el federalismo (según los gobernadores), la descentralización de la administración pública…

Ante el vacío de la figura presidencial y los niveles más bajos de aprobación de Enrique Peña Nieto, López Obrador dominó la agenda pública antes de la investidura como presidente, más con negativos que con positivos, lo que ha sembrado una inseguridad y un titubeo que decanta en una pregunta: ¿qué va a pasar?

¿Los foros de la paz fueron una prueba de que a las familias sólo les van a dar atole con el dedo o realmente habrá justicia, habrá búsquedas de desaparecidos, habrá investigaciones y 
castigos judiciales? ¿Las consultas -como se hicieron hasta ahora- seguirán maquillando una democracia malentendida y legitimando decisiones propias y actos autoritarios? ¿El perdón a funcionarios corruptos, que no es otra cosa que un pacto de impunidad, no provocará más encono en la sociedad? ¿El plan de seguridad y la permanencia de los soldados en las calles, provocará una escalada aún mayor de violencia? ¿Si los súper delegados se confrontan con los gobernadores, podría ocasionar una desestabilización política?

A lo largo de su campaña presidencial e inclusive a los largo de los últimos 18 años, el ahora presidente del país había enarbolado el discurso de la corrupción como quizá su carta más importante. “Yo no soy corrupto”, dijo hasta el cansancio. “La corrupción cuesta al país 340 mil millones de pesos al año”, resaltó cada que podía. Y en un país abatido, cansado, iracundo y furibundo con tanta corrupción, el mensaje se impregnó entre la gente como una vacuna.

Espero un desastre, es lo que estamos viendo, es una persona que no está capacitada, que no sabe realmente que es gobernar un país”.

Sin embargo, en los últimos meses el cambio de discurso raya en el oprobio: habrá perdón a corruptos, borrón y cuenta nueva, “no es bueno para el país que nos empantanemos en estar persiguiendo a presuntos corruptos”, declaró. “Vamos a iniciar una nueva etapa y dejar atrás la horrible historia de corrupción”, dijo en el programa de Televisa Tercer Grado. Borrón y cuenta nueva. Adiós pasado. Adiós memoria.

El periodista Ciro Gómez Leyva le dijo en una entrevista que esa decisión decepcionaría a quienes votaron por él. “No me importa”, respondió López Obrador y de inmediato hubo que rebobinar la cinta para recordar la promesa juarista que cantó en cada mitin a donde se paró: “No los voy a defraudar”, le decía a la gente levantando la mano.

Pero su cambio de discurso en materia de corrupción provoca cuestionamientos: ¿por qué se toma atribución de juez?

¿Dónde quedará la división de poderes? ¿Será el presidente quien decida sobre procesos judiciales?

¿Perdonar la corrupción no es ser corrupto también? Si algún funcionario, ayer a las 20:00 horas, decidió desviar 100 millones de pesos a una cuenta de las Bahamas, ¿se le perdonará sólo porque ya no ocurrió en ‘la nueva era’?

¿No es la impunidad el mejor combustible para perpetuar actos corruptos? ¿Si la gente estaba harta de la corrupción, no estará más harta y rabiosa cuando se entere que siempre no se castigarán empresas fantasmas, casas blancas, estafas maestras? Vaya, que ese de combatir la corrupción fue sólo una perorata.

¿No es eso también empantanar la cólera de la gente?

¿A consulta la investigación y castigo de una persona? ¿Y el estado de derecho?

Espero una generosidad con México, ellos han vivido muchos años criticando todos los gobiernos, y tienen una gran oportunidad de convertirlo en realidades”.

QUE SIEMPRE NO
Los Foros por la Pacificación y Reconciliación Nacional convocados por Andrés Manuel López Obrados, pasaron de un tropiezo a otro, de fracaso en fracaso. Creados supuestamente para consultar a las víctimas de la violencia, los foros terminaron por hundirse en ultramar.
Las familias terminaron por llenar formatos y hastiarse de repetir que no habría ni perdón ni olvido.

La cancelación de los foros en cinco estados fue el reflejo de que los mismos fueron hechos al vapor, sin ninguna metodología, sin rumbo. A la fecha se desconocen los resultados y de qué forma se aplicarán en las políticas públicas, las propuestas hechas.

Y para muestra de que no sirvieron y que no se escuchó a las víctimas, fue el cambio bipolar de postura sobre el tema de la milicia: los soldados se retirarían paulatinamente a los cuarteles, dijo muchas veces el hoy presidente. Y luego siempre no. Anunció hace unos días un Plan Nacional de Paz y Seguridad que incluye la negociación de amnistía, la creación de una Guardia Nacional como ente encargado de la seguridad pública, la división del país en 266 coordinaciones regionales y cambiar la política de consumo y regulación de algunas drogas.

Alejandro Madrazo Lajous escribió en un artículo del New York Times: “Mientras en campaña había prometido ‘abrazos, no balazos’, el presidente electo dio a conocer un plan de seguridad en el que profundiza lo que han hecho los mandatarios de los últimos doce años: ampliar las facultades del ejército para frenar la violencia y el crimen organizado”.
Organizaciones como Human Rights Watch señalaron como de un “error colosal” perpetuar a los militares en la vigilancia policial del país, pues argumentan que con esta decisión “se podría frustrar cualquier esperanza de poner fin a las atrocidades cometidas en el país en los últimos años”.

¿Si la Ley de Seguridad Interior fue desechada recientemente, por qué ahora hasta se busca modificar la Constitución para regularizar la participación de militares en funciones policiales? 

¿Existen bases reales para suponer un riesgo en el aumento de abusos? ¿Qué papel jugarán los estados? Si un soldado está entrenado para la guerra, es decir, para matar, ¿dónde quedó aquello de abrazos, no balazos? ¿Está preparado el sistema de salud para enfrentar una legalización de la mariguana?

¿INCERTIDUMBRE FINANCIERA?

The Wall Street Journal uno de los diarios financieros más influyentes e importantes en el mundo, refirió que Andrés Manuel López Obrador estaba espantando a los inversionistas extranjeros 
desde que comenzó a utilizar consultas públicas para que la gente decidiera proyectos como el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.
Enrique Quintana, especialista económico y director del periódico El Financiero, escribió que las dudas comenzaron con el tema del aeropuerto, pero se extendieron con propuestas en materia de comisiones bancarias, minas y afores.

Y el viernes 23 de noviembre, el índice de la Bolsa cayó 18.4 por ciento respecto a finales de agosto y según documentó Quintana, la pérdida de valor de las empresas listadas en la Bolsa para ese lapso equivalió a 90 mil millones de dólares.

Andrés Manuel López Obrador ha querido calmar las aguas declarando que “no se dejen espantar” con la incertidumbre económica, pero el Banco de México ya recortó su pronóstico de crecimiento para 2019 a causa de este tema.

Y aunque se habla de finanzas públicas sanas y equilibrio presupuestal, todavía hay preguntas sobre la verdadera política económica que se dirigirá.

INCERTIDUMBRE COAHUILA

En el contexto de estas señales iniciales del nuevo gobierno federal, la incertidumbre permeará también en Coahuila, sobre todo en materia de seguridad y corrupción.

Si partimos de un perdón a los corruptos, ¿entonces se sepultará cualquier halo de posible investigación al exgobernador Humberto Moreira? ¿Seguirá impune el tema de la megadeuda? ¿No habrá entonces castigo para las omisiones municipales, estatales y federales por la matanza de Allende y Piedras Negras? ¿Quién pagará por las más de 5 mil víctimas de homicidio violento que suma Coahuila desde 2006 a la fecha? ¿Qué tienen que esperar las mil 900 familias coahuilenses que tienen un ser querido desaparecido? ¿Pasta de Conchos sanará su herida que suma 12 años? 

¿Tendrán castigo los culpables de la mayor tragedia minera de los últimos años? ¿Se permitirá el fracking o pesarán más los intereses económicos y políticos?

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