CÍRCULO DE ORO 2025

Mary y Sonia: en Saltillo, la memoria del Líbano y Palestina sigue viva en sus manos

En Marhaba, Mary Sony y su madre, Sonia, resguardan su herencia libanesa y palestina a través de la cocina. Aunque no han visitado esas tierras, reproducen sus sabores con las recetas que han viajado por generaciones y encuentran en ellas un puente con su origen

  • 14 diciembre 2025

Más allá de alimentar, la comida a veces actúa como un puente que atraviesa continentes y conecta a las personas con una historia que no siempre han pisado, pero que reconocen en los aromas. Para Mary Sony Iga Moses y su madre, Sonia Moses Kawachi, esa conexión se enciende cada día en Marhaba, el restaurante donde ambas preparan los sabores heredados de sus familias libanesas y palestinas. Aunque nunca han viajado a esas tierras, cada platillo es un recordatorio de que la memoria también se transmite desde la cocina y de que el origen puede honrarse incluso a miles de kilómetros.

Los bisabuelos de Mary Sony emigraron a México desde Líbano y Palestina. Llegaron con pocas pertenencias, pero trajeron consigo recetas, historias familiares y un sentido profundo de pertenencia. Esa herencia marcó la vida de las generaciones siguientes. Sonia recuerda cómo su abuelo hablaba con nostalgia de su tierra: describía paisajes montañosos, mercados donde el olor a especias se mezclaba con frutas frescas, y mesas largas donde la familia se reunía a celebrar. Esos relatos, acompañados del aroma de la comida que preparaban su madre y su abuela, fueron su primer vínculo con un pasado que no conocía físicamente, pero que habitaba su imaginación.

$!Mary Sony aprendió a cocinar con intuición, sin medidas, ni recetarios.

El gusto por cocinar nació para Sonia a través de la observación. Su abuela y su madre no usaban recetarios ni medidores. Cocinaban con intuición, escuchando la olla, leyendo la textura de la masa, ajustando el sazón con un gesto aprendido. “Sabían cuándo detenerse con la salsa sin medir nada”, recuerda. Desde niña, Sonia preparaba comida para sus hermanos sin imaginar que ese hábito terminaría convirtiéndose en el corazón de un proyecto familiar.

Al casarse, sumó las recetas palestinas que aprendió de su suegra, integrando nuevos matices a su cocina y creando una mezcla natural entre ambas tradiciones.

Esas preparaciones formaron parte del menú cotidiano: calabacitas en jocoque, arroz con coliflor, berenjenas cocidas en tomate, hojas de parra rellenas. Un modo de comer que sostenía identidad. Para Mary Sony, esos sabores eran un refugio y también una brújula.

Creció rodeada de platillos árabes, pero no imaginaba dedicarse profesionalmente a ellos. Su camino parecía ir hacia otro lado, lejos de la cocina. Sin embargo, la cocina la llamó, primero de manera tímida, luego con fuerza. Su aprendizaje fue orgánico: ayudar a preparar kibbe, cortar verduras para el arroz especiado, rellenar calabazas. Un día descubrió que su mano también sabía cuándo detenerse sin mirar una receta.

“Mi mamá juntó lo que ella sabía con lo que aprendió de mi abuela política”, explica Mary. “Al final se hizo una mezcla muy equilibrada entre las dos cocinas.” Así nació la identidad culinaria que hoy define a Marhaba: la unión de las tradiciones libanesas y palestinas, sostenida por ingredientes seleccionados con cuidado y por una técnica que respeta el origen.

$!Sonia recuerda las historias de su abuelo, quien hablaba con nostalgia sobre su tierra.

La historia del restaurante comenzó en 2020, durante los meses de encierro. Lo que inició como una dark kitchen fue también una forma de reconexión. Mientras muchas personas buscaban consuelo en sabores familiares, ellas encontraron un espacio para compartir su propio linaje. Preparaban comida para llevar en pequeñas cantidades. Pronto, gracias al boca en boca, la demanda creció. Marhaba dejó de ser un proyecto improvisado y se convirtió en un rincón del Medio Oriente en Saltillo, donde el olor a especias y el sonido de las ollas recuerdan un hogar lejano.

“Marhaba significa ‘bienvenido’ en árabe”, cuenta Mary Sony. “Es una palabra cálida, cercana. Mucho antes de abrir un restaurante, así recibíamos a la gente en casa.” El nombre se convirtió en declaración: una mesa abierta, una invitación a entrar a una historia culinaria que ha viajado por generaciones.

En cada platillo buscan conservar la esencia tradicional. No buscan replicar versiones comercializadas o adaptadas. Cocinan como lo aprendieron: con paciencia, con respeto por los ingredientes y con la certeza de que la comida es un acto emocional. Por eso las conmueve escuchar a sus clientes paisanos decir que su comida les recuerda a la de su abuela o de una tía. Ese reconocimiento es, para ellas, una forma de regreso: un viaje imaginado hacia una tierra que no han visitado, pero que viven a través del sabor.

Hoy, madre e hija trabajan juntas cada día. Aunque el equipo ha crecido, son ellas quienes dan el toque final y supervisan cada preparación. Marhaba no es solo un negocio: es un ejercicio de continuidad. Mary no sabe si sus hijas querrán seguir este camino, aunque ya las ve interesarse. Sonia también observa con orgullo cómo su legado se mantiene en las manos de su hija y cómo, poco a poco, también pasa a las de sus nietas. La mayor, de apenas tres años, mira cocinar a su sitti —“abuela” en árabe— y ya le pide ayudar a preparar kibbe.

$!Para ellas, la cocina es un viaje hacia la tierra que nunca han visitado.

Así, Marhaba no solo alimenta: resguarda una historia. Sonia y Mary Sony han convertido su cocina en un espacio donde la herencia, el afecto y la memoria se comparten a través del sabor. Un puente entre continentes que, como su nombre lo dice, siempre está abierto para dar la bienvenida.

Dedos de novia
40 porciones | 45 minutos

Ingredientes

  • - 1 caja de pasta phyllo
  • - 1 kg de nuez
  • - 4 barras de mantequilla Gloria
  • - 1 kg de azúcar refinada
  • - 3 limones
  • - ¾ de litro de agua

Procedimiento

  1. 1. Para la miel: en una cacerola a fuego medio, coloca el kg de azúcar, el jugo de 2 limones, 1 limón completo y ¾ de agua; hasta que la cáscara del limón cambie de color. Deja enfriar.
  2. 2. Para los dedos: refina la mantequilla, en un frasco de vidrio o en una cacerola chica y profunda, vacía las mantequillas y hierve a fuego bajito. Una vez que quede completamente derretida, deja que se asiente.
  3. 3. Con una cuchara, quita los residuos de la mantequilla que quedan flotando y deja reposar.
  4. 4. Corta la pasta phyllo en 2 o 3 partes, desenvuelve y toma 2 hojas de phyllo.
  5. 5. Agrega nuez hasta la mitad de la phyllo y envuelve con cuidado, sin romper.
  6. 6. Coloca en una charola de aluminio hasta terminar con toda la pasta.
  7. 7. Vierte la mantequilla y hornea por 45 min a 150°C, hasta que tomen un color dorado.
  8. 8. Retira del horno y deja enfriar por 10 min, vierte la miel a temperatura ambiente.
  9. 9. Deja reposar 2-3 h antes de servir.
  10. 10. Sirve y decora al gusto.
MARY Y SONIA

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