CÍRCULO DE ORO 2025

Pedro Moeller: el aventurero de la cocina desértica saltillense

El creador de platillos desérticos, muy al estilo norteño, que ha confeccionado a base de mezclar y aderezar sus aventuras y viajes por el país y el mundo. Lo que empezó como un sueño en una vieja casona del Saltillo rural, se convirtió en uno de los restaurantes más tradicionales de la ciudad

  • 14 diciembre 2025

Entrar en el restaurante San Pedro, del saltillense don Pedro Moeller Villar, es como entrar en la cocina de la casa familiar de uno a la hora del almuerzo, con sus aromas de frijoles de jarro, huevos revueltos y café.

Apenas trasponer la puerta, sus rudas columnas lo transportan a uno a los tiempos del viejo establo de vacas que fue todavía este lugar hace 40 años.

“Ahí era donde cenaban las vacas, se ordeñaban y luego las sacaban y entrabas aquí al cuarto, y esta es la cocina...”, platica Pedro.

Una antigua casona en la comunidad de Congregación San Pedro de Los González, que hoy se ha convertido en el mesón preferido de quienes gustan de paladear la comida tradicional.

Comida desértica, dice Pedro, mientras mezcla los ingredientes de una ensalada de nopal con camarones que está preparando para la ocasión, y cuya receta heredó de su amiga Graciela Garza Arocha, la célebre dueña de La Canasta.

“Nopales frescos, escurridos, tienen que tener tantita baba, tomate, aguacate todo el que quieras, cilantro. Todo esto es rápido, pero con gente todo esto es lento... Limón para que cueza, pimienta con limón y aceite de oliva, extra virgen como yo, dijo un español. Esta es la mejor cena”, bromea Moeller.

$!La receta que comparte es herencia de su amiga Graciela Garza, dueña de La Canasta.

Esta ensalada desértica se puede acompañar con galletas saladas, ¡y pa’dentro!

Así, sin complicaciones, suelta Pedro, y dice que él es anticomplicaciones en esto de la comida.

Todos los días en su restaurante, a la hora del pipirín, se sirven milanesas, asado de puerco, cochinita pibil, comida corrida y ya.

Pero al señor Moeller le gusta viajar, viaja, y cuando viaja se trae recetas, novedades.

Como la vez que asistió a una boda en Tepoztlán, Morelos, con su esposa Maru, que entraron en un restaurante y Pedro probó un chile tepozteco que conquistó su estómago.

Esperó a que la cocinera terminara su turno en el restaurante, la siguió hasta la parada del camión, se trepó con ella en el camión y, sin decir agua va, le pidió que le enseñara a preparar aquel chile tepozteco que tan buen sabor de boca le había dejado.

“Me esperé a que saliera la cocinera, mi vieja aguantó vara. Voy con la cocinera y le digo ‘no sea gacha, enséñeme a hacer chile tepozteco, ¿no?’. Y me dice ‘no que...’, le digo ‘¿cuánto quiere?, ¿mil pesos?, ¿dos mil pesos?’, ‘no’ que ‘no’, ‘¿cuatro mil pesos?, ¿cinco mil?’. Con cinco mil cerramos, órale vámonos”.

Al rato Pedro y la cocinera estaban en el centro comercial comprando todo lo necesario, y luego en la casa de la señora que le dio a Moeller una cátedra de cómo preparar un chile tepozteco.

“Y llegamos tarde a la boda porque estaba cocinando un chile tepozteco, que he hecho un chorro de chiles tepoztecos”, cuenta Pedro.

$!De niño, montó un negocio de “Pedroletas”, por instancias de sus padres.

Pedro es así: además de campechano, un aventurero de la cocina.

También ha ideado sus propias recetas, como la de unas espinacas al estilo Pedro Moeller, “muy buenas”. Y bueno, lo cierto es que se basa siempre en algo que prueba y luego crea su propia versión.

La exitosa carrera de Pedro en el mundo de la gastronomía se remonta a 1973, cuando su hermano Jorge, que estudiaba administración de empresas en la Universidad de Monterrey, presentó, para un examen, un proyecto que se llamaba Muchoburger.

Se trataba de una idea que llegó a cristalizarse en un restaurante de hamburguesas y sus complementos, un restaurante que a la postre llegaría a expandirse en ocho sucursales, diseminadas por las ciudades de Torreón, Monclova, Monterrey y Saltillo.

“Era el primer autoservicio, el primer self service, la gente no sabía que existía eso...”.

Narra Pedro, mientras posa con la camisa de algodón que Maru, su mujer, le sugirió luciera para la entrevista un día que andaban de compras por McAllen. “Dijo mi vieja, ‘no, cómpratela...’, deja tú... me estoy asando...”.

Pero eso de emprender y ser atrevido en el arte de la cocina, a Pedro le vino de más atrás.

Su madre, la señora Socky Villar fue quien elaboró la primera hamburguesa en Saltillo, la primera pizza...

“Mi mamá era muy, muy novedosa... Viajaba...”.

$!Cuando viaja, Pedro regresa con recetas y novedades.

Y Pedro había montado, por instancias de sus padres, un pequeño negocio de venta de paletas, las famosas “Pedroletas”, una paleta de leche bañada en chocolate, granola, nuez, cacahuate, gragea y coco.

Moeller tenía entonces 13 años y asistía al colegio.

“De chiquillo, si quería ir al cine tenía que pelar un bulto de papas. Era trabajar, trabajar y trabajar, pero a mí me salía rápido la mano de obra porque todos mis amigos, con tal de irse de vagos ocupados a la de Victoria, venían a trabajar conmigo, ahí era la base”.

Hasta que vino lo del San Pedro, relata Moeller en medio del trajín en el comedor de su negocio, la víspera del pipirín.

Pedro y su esposa Maru, que a la sazón estaban por casarse, habían venido en busca de una señora, doña Ninfa, y un señor, don Lalo, a Congregación San Pedro de Los González, al norte de Saltillo, para pedirles que les rentaran una casa vieja que tenían aquí.

“Dijeron que no. Le preguntaron a mi esposa ‘¿chula y tú quién eres?’, dice ‘¿yo soy Maru, y soy de la Hibernia, y soy hija de Chuy Dávila’, y le dice don Lalo a doña Ninfa: ‘dale las llaves a la niña, se van a quedar con la casa’”.

La misma casa en la que poco después, animado por un señor, don Alfredo, y una señora, doña Elisa, Pedro fundó el San Pedro.

“¿Que quién fue don Alfredo?, un viejo que me ayudó con el restaurante a cambio de nada”.

Un restaurante de cocina muy al estilo, dice, Pedro, desértico, y por eso fue que nos recibió con esa receta de la ensalada de nopal con camarones, que pueden ser sustituidos con queso panela y ya se crea otra variante muy nueva.

$!Aunque lo invitaron a Cancún para trabajar en un proyecto, él no quiso separarse del desierto.

“Y ya es vegana. ¿Sabían que hay más vegetarianos que alérgicos al camarón?”.

Pedro cuenta de la ocasión en que lo invitaron a Cancún para trabajar en un proyecto de un restaurante de carnes, pero él es del desierto, le gusta más el desierto que el Caribe.

Y a pesar de que Pedro es el empresario y administrador responsable de que en su negocio todo vaya bien, y de que a menudo se sumerja en la cocina para cocinar, -Pedro sabe hacer todo lo de la carta-, no se define ni como un chef ni como un cocinero, él dice simplemente que es restaurantero.

“Yo soy operador, ahorita vengo de las compras. Respeto mucho a los chefs y a los cocineros, se me hace que el que es chef, nace pa’ ser chef... Puedo decir que soy chef, pero no, pa’ qué me hago... me gusta la restauranteada”.

Pedro quiere aprovechar las últimas líneas de esta entrevista para agradecer a su esposa Maru, a su familia, a don Alfredo y doña Elisa, por su gran impulso. “¿Qué quién fue don Alfredo? Un viejo de los que a Saltillo le faltan, a Saltillo le faltan mil alfredos...”.

Ensalada de nopal con camarón
6 porciones | 30 minutos

Ingredientes

  • - 1 kg de nopales crudos y sin espinas
  • - 500 g de camarones limpios y sin cáscara
  • - 2 aguacates
  • - 1 cebolla
  • - 2 tomates
  • - 2 limones (su jugo)
  • - ¼ de tza. de aceite de oliva extra virgen
  • - Cilantro picado al gusto
  • - Pimienta con limón al gusto

Procedimiento

  1. 1. Corta los nopales crudos y sin espinas en cuadros medianos.
  2. 2. Cuécelos en agua hasta que verifiques que están suaves. En olla normal pueden tardar de 15 a 20 min. a fuego medio.
  3. 3. Escurre los nopales ya cocidos.
  4. 4. Si lo prefieres, enjuágalos con agua para retirar la baba. Reserva.
  5. 5. Cocina los camarones: coloca agua a hervir y añade los camarones.
  6. 6. Cuécelos de 2 a 3 min, solo hasta que se pongan rosados.
  7. 7. Escúrrelos y deja enfriar.
  8. 8. Pica la cebolla y los tomates en cubos pequeños.
  9. 9. Corta los aguacates en cubos al final para evitar que se oxiden.
  10. 10. En un tazón grande o plato hondo, vacía los nopales cocidos.
  11. 11. Añade la cebolla, el tomate y los camarones.
  12. 12. Agrega el aguacate, el jugo de limón, el aceite de oliva y el cilantro.
  13. 13. Mezcla con suavidad para no deshacer los ingredientes.
  14. 14. Sazona con pimienta con limón y ajusta la sal al gusto.
  15. 15. Sirve con galletas saladas y disfruta.
PEDRO MOELLER

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