En el Centro Histórico de Saltillo, Renan de Haro y Cinthia Pulido transmiten su pasión por la cocina en cada plato que ofrecen en Güicho y Mina. Amor, tradición y esfuerzo se mezclan en sus recetas, y se reflejan en cada cliente que regresa
- 14 diciembre 2025
En la cocina no solo se crean recetas o platillos; en la mezcla de ingredientes también se entrelazan recuerdos y raíces, que se vuelven parte de quienes las comparten. Para Renan de Haro y Cinthia Pulido, ha sido un punto de encuentro: donde se conocieron, formaron su familia y donde hoy, junto a sus hijos Emilio y Matilde, siguen construyendo su historia, en Güicho y Mina.
Para Renan, el amor por la cocina es una herencia familiar. Originario de Baja California, recuerda cómo su abuela, de raíces sinaloenses, cocinaba para quinceañeras y bodas, con recetas tradicionales como la barbacoa al hoyo y los frijoles puercos. Así creció, en un ambiente donde la comida no solo se disfrutaba, sino que formaba parte de la vida diaria, con una madre que hacía de la mesa el centro del hogar.
Por su parte, Cinthia, originaria de Ciudad de México, tuvo una relación distinta. Su madre siempre ha sido una mujer dedicada al trabajo y no pasaba mucho tiempo entre ollas, por lo que piensa que quizá fue esa ausencia la que despertó en ella el deseo de cocinar. Lo que no tenía en casa se convirtió en una búsqueda personal que años después la llevó a elegir la gastronomía como carrera.
Se conocieron mientras trabajaban en un restaurante en Baja California; Cinthia estaba de paso mientras aprendía un poco de la cocina de la región para su tesis. Luego, cuando ella regresó a su hogar en la capital, Renan se mudó a Ciudad de México para seguir su carrera. Así, el destino les dio la oportunidad de reencontrarse y comenzar una relación que ha crecido al mismo ritmo que su proyecto gastronómico.
La decisión de mudarse a Saltillo surgió gracias a la madre de Cinthia, quien ya tenía un negocio en la ciudad. Tras varias visitas, se dieron cuenta de que hacía falta una propuesta gastronómica distinta; decidieron tomar el desafío y traer nuevos sabores a la mesa de los saltillenses, cuyos paladares, consideran, son muy tradicionales y apegados a lo conocido.
Güicho y Mina abrió sus puertas el 2 de junio de 2019 sin ninguna publicidad, con solo unas pocas mesas. El boca a boca ha sido su mejor aliado y, poco a poco, el restaurante se ha ganado el reconocimiento de los saltillenses. Contrario a lo que muchos creen, los nombres del negocio no pertenecen a ellos, sino a los padres de Cinthia: José Luis y Guillermina. A menudo, los clientes los llaman así, convencidos de que son los protagonistas.
Aunque muchos restaurantes en Saltillo apuestan por los mismos platillos, Renan y Cinthia eligieron un camino distinto, uno que refleja su identidad y su historia. Su empeño en la calidad y el sabor ha sido la base para construir una propuesta auténtica, en la que cada ingrediente lleva dedicación y propósito.
A lo largo de estos años, la pareja ha enfrentado varios retos, desde la pandemia de COVID-19 hasta los arreglos en la calle General Cepeda, que obligaron a cerrar la vialidad justo frente a su restaurante. De este último aún se siguen recuperando gracias a la fidelidad de sus clientes, que reconocen que “una comida en Güicho y Mina siempre es garantía”.
Han formado una familia que crece entre la cocina y el huerto, donde cultivan sus propios ingredientes. Cada espinaca, verdolaga, zanahoria o flor de calabaza que llega al plato de sus comensales es fruto del trabajo y del cuidado diario, una forma de asegurar que cada comida conserve su autenticidad y transmita el valor de su origen.
En Güicho y Mina todo parte del amor y del deseo de ofrecer una experiencia distinta. Detrás de cada platillo hay raíces y memoria: el esfuerzo que ponen en el huerto y las recetas que rescatan de sus familias. En su menú conviven los sabores de Puebla -donde nació la abuela de Cinthia-, de Veracruz, los de Sinaloa, con la herencia culinaria de Renan, y los de Ciudad de México y Baja California, lugares que marcaron su historia.
Por supuesto, en sus platillos también está el toque de Saltillo, esa ciudad que los retó a adaptar recetas, presentaciones y sabores para ganarse el paladar de comensales exigentes, a los que se han entregado. Todo ese recorrido se refleja no solo en lo que sirven, sino en la forma en que viven su proyecto cada día, con platillos que van desde el mole veracruzano de la madre de Cinthia hasta el adobo poblano de su abuela, siempre fieles a la esencia de la cocina mexicana.
Más que un negocio, Güicho y Mina se ha convertido en un proyecto de vida para la familia. Una forma de compartir con sus hijos y con quienes los visitan el amor por la cocina y el valor de sentarse juntos a la mesa.
Renan y Cinthia continúan trabajando por su sueño de convertir a Güicho y Mina en un clásico de Saltillo, un lugar donde el legado familiar se saborea en cada bocado. Su apuesta por la autenticidad y la constancia ha conquistado a los comensales, que encuentran en cada visita una experiencia que se siente real y cercana.
“Es difícil llegar a ser un clásico, sobre todo en una ciudad como Saltillo, donde existen tantos restaurantes con años de tradición. Pero nos gustaría trascender y ser un restaurante ícono”, dicen con una mirada al futuro.
Ingredientes
- - 4 pzas. betabeles grandes
- - 150 g nuez pecaba de la región
- - 300 g queso de cabra
- - 1 cabeza de ajo
- - 4 pzas. huevos grandes
- - 20 ml vinagreta de limón
- - 200 ml aceite de oliva
- - 200 ml aceite para freír
- - 2 pzas. limón eureka
- - 10 g sal de grano
- - 8 g pimienta negra
- - 400 g de espinacas
Procedimiento
- 1. Precalienta el horno a 180ºC.
- 2. Lava los betabeles, envuelve en papel aluminio; sazona con aceite de oliva, sal y pimienta. Colócalos en charola para hornear por 2 h.
- 3. Hornea las nueces previamente peladas por 3 min, córtalas y reserva.
- 4. Calienta agua en olla hasta que hierva, agrega los huevos y cuece 12 min. Retira, pela y reserva. Lava y desinfecta espinacas.
- 5. Saca los betabeles del horno, pela y corta en 8 o 12 partes, según tamaño; reserva.
- 6. Vinagreta: mezcla jugo y ralladura de un limón, sal, pimienta y aceite en forma de hilo batiendo para emulsión estable.
- 7. Chips de ajo: precalienta el aceite en sartén, con mandolina haz chips de ajo y agrégalas al momento de cortarlas; fríe a 160ºC a fuego bajo; escurre y reserva.
- 8. En bowl agrega los betabeles y espinacas, sazona con la vinagreta de limón. Coloca en la ensaladera los betabeles previamente sazonados, rectificar sazón, y añade queso de cabra.
- 9. Ralla los huevos sobre los betabeles, agrega las chips de ajo y las nueces.

