¿Cuál Transformación, mi Rey?
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Hombres y mujeres de mi generación murieron por una utopía. Muchos fueron obligados a morir en vida sin culminarla. Otros la sublimaron para sobrevivir. E intentaron retejer los girones de aquel socialismo desgarrado con la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Los menos, resistieron desde las luchas ciudadanas dentro del estrecho corset de la democracia.
¿Quién lleva la cuenta de los millones de hombres y mujeres que -como sentencia Milan Kundera- “fueron obligados a desechar sus vidas y a convertirse en una sombra, sin pasado, actores sin papel
”? ¿Dónde se encuentran por atreverse a soñar en la construcción de una sociedad hecha a imagen y semejanza del hombre nuevo-sin injusticia y explotación-?
Lo pregunto porque ellos no temieron abrazar las palabras de aquel fragmento del poema de Eduardo Galeano, cuando escribe: “La utopía es como el horizonte, si me acerco diez pasos a este, él se alejara diez más de mí, pero es para eso que sirve la utopía, para avanzar”. Y sí, avanzaron,pero ¿hacia dónde?
Caminaron sin temor, inundados por un cielo de estrellas, entre las columnas de acero con los rostros esculpidos de Stalin, Mao, Pol Pot, Hoxha, Castro y Chávez para enfrentar la distopía de mirar sus ideales congelados por una nueva casta en el poder, apoltronada en instituciones burocráticas que los asesinaron en los rostros esperanzados de millones de campesinos, intelectuales, obreros, artistas, profesores y personas comunes que alumbraron con sus vidas la misma revolución que llevó a sus asesinos al poder.
Kundera pone el dedo en la llaga de nuevo: al final, afirma, “somos correctores de la historia, al igual que todos los partidos políticos, que todas las naciones, que el (mismo) hombre. La gente grita que quiere crear un futuro mejor, pero eso no es verdad. El futuro es un vacío indiferente que no le interesa a nadie mientras que el pasado está lleno de vida y su rostro nos excita, nos irrita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo. Los hombres quieren ser dueños del futuro solo para cambiar el pasado”.
Por ello, cuando AMLO esculpe su propia 4T en una columna de acero, la historia distópica, sin misericordia, implacable se burla de él. Y le escupe en su rostro:
¿Cuál transformación, mi rey?
Luis García Abusaíd
PANÓPTICO