ARGENTINA: Sabían lo que hacían los hermanitos asesinos
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BUENOS AIRES.- Comprendían lo que hacían y detallaron el crimen con frialdad, dijo la jueza del caso sobre los hermanos de 7 y 9 años que el pasado fin de semana golpearon, torturaron y luego estrangularon a una niña de 2 años en un suburbio de Buenos Aires."Sabían lo que estaban haciendo, comprendían ese dolor, pero no los conmovió. Fueron fríos y de alguna manera les dio placer", fue el contundente informe elaborado por un grupo de psiquiatras que dio a conocer la jueza de menores Marta Pascual.
El domingo, la pequeña Milagros Belizan, de 2 años, salió de su casa, un asentamiento de viviendas precarias en el barrio San José de la localidad de Almirante Brown, al sur de Buenos Aires.
Luego de buscarla durante algunas horas, su familia la halló en un terreno baldío a 12 cuadras de su casa. Estaba desnuda, de rodillas, con un cable de teléfono en el cuello y golpes en la espalda y el rostro. Su ropa estaba tendida cerca del lugar, con manchas de sangre.
La autopsia reveló que había sido golpeada con una vara de madera y luego asfixiada.
Un día después, dos hermanos de 7 y 9 años vecinos de la familia, cuya identidad no se ha divulgado, confesaron el crimen.
"No sé si la mente de un chico puede saber qué es un delito, pero sí que habían hecho algo mal, que la nena había sufrido mucho. Trataban de echarse la culpa uno a otro y los dos relataron perfectamente lo que habían hecho, incluso la forma en que murió la menor", dijo Pascual.
"Se inculparon uno a otro... Llaman la atención sus bajas tallas y sus cuerpos y formas casi desnutridas, eso es lo que les hizo difícil ejecutar a la nena que tuvo una agonía muy larga, porque a ellos les faltaba fuerza y la nena oponía resistencia. Ahí podrían haber parado ese acto y, sin embargo, no lo hicieron", añadió Pascual.
El asesinato reabrió el debate en Argentina sobre cómo deben tratarse los casos de delincuencia juvenil. Inimputables para la ley -ya que sólo pueden ser juzgados a partir de los 18 años- los menores involucrados en actos de delincuencia son normalmente trasladados a institutos donde permanecen alojados hasta alcanzar la mayoría de edad.