Arquímedes
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Se conoce muy poco acerca de este sabio, una de las grandes figuras de la ciencia y de las matemáticas, pero de algunos trozos de la historia hemos rescatado esta valiosa lectura para usted
Por: OMNIA
Sus vecinos lo llamaban ‘Maestro’, ‘Geómetra’ y ‘Gran Sabio’. Nació en el 287 (antes de nuestra era) en Siracusa, donde vivió casi toda su vida.
De familia acomodada, estudió en Alejandría, el centro científico y cultural más importante de la época. Se dice que Arquímedes dedicaba todo (¡pero todo!) su tiempo a observar, investigar y resolver problemas de geometría.
De hecho, le molestaba perder el tiempo en tareas improductivas, incluyendo bañarse.
Por eso usaba su cuerpo enjabonado como pizarrón para seguir trabajando en el proyecto que lo ocupaba.
Arquímedes definió el principio de la palanca y es reconocido por haber diseñado máquinas, armas y herramientas de uso práctico.
Siendo uno de los matemáticos más notables de la historia, calculó una aproximación extremadamente precisa del número Pi.
Dibujos fatales
Arquímedes murió acuchillado por un soldado durante el famoso ‘Sitio de Siracusa’ (214–212 aC) no obstante que se habían dado órdenes precisas de respetar su vida.
Lo que pasa es que Arquímides no era un tipo fácil, de hecho era reconocido por sus ataques de ira y por enojarse con suma facilidad.
Aquel día aciago, mientras paseaba por la playa, el Maestro se detuvo a realizar unos dibujos geométricos en la arena, y en eso estaba cuando un soldado romano de los que asediaban la ciudad caminó sobre los trazos realizados por Arquímedes. De acuerdo con el relato de Plutarco, Arquímedes estaba contemplando su diagrama cuando el soldado romano se acercó y pisó uno de sus dibujos. Molesto, Arquímedes le gritó iracundo, “¡No arruines mis esferas!’’. La frase, citada en latín fue “¡Noli turbare círculos meos!”. Esas fueron sus últimas palabras. La reacción del soldado fue inmediata: sacó un puñal y lo mató. Era el 212 aC, durante la Segunda Guerra Púnica, cuando las fuerzas romanas al mando del general Marco Claudio Marcelo capturaron la ciudad de Siracusa después de un asedio de dos años. Se dice que el general Marcelo se mostró furioso ante la muerte de Arquímedes, de quien tenía referencias como un valioso científico, por lo cual había ordenado que no fuese molestado.
Su tumba
Casi 140 años después de la muerte de Arquímides, Cicerón, el orador romano, encontrò la tumba del Maestro, con una pequeña escultura que ilustraba su descubrimiento favorito: una esfera dentro de un cilindro. Arquímedes había descubierto que una esfera tiene 2/3 exactos del volumen y de la superficie del cilindro que la circunscribe. Por eso una esfera y un cilindro fueron colocados encima de su tumba, cumpliendo con su voluntad.
En el año 75 aC, 137 años después de la muerte de Arquímedes, Cicerón, que servía como cuestor en Sicilia, escuchó historias acerca de la tumba de Arquímedes, pero nadie le supo decir dónde se encontraba. Eventualmente la encontró cerca de la puerta de Agrigento en Siracusa, descuidada y poblada de arbustos.
Una Anécdota muy propia
Una de las anécdotas más conocidas sobre Arquímedes se refiere al método que inventó para medir el volumen de cualquier material u objeto, aun cuando tuviera forma irregular.
De acuerdo con el famoso arquitecto romano Vitruvio (mencionado por Dan Brown en el ‘Código Da Vinci’), el rey Herón II de Siracusa le había dado a un orfebre cierta cantidad de oro para que le hiciera una corona. Cuando se la entregaron, el rey tuvo la sensación de que su oro no se había utilzado totalmente para fabricar el encargo.
Le planteó la duda a Arquímedes y éste se dio a la tarea de aclarar el misterio.
Arquímedes debía resolver el problema sin dañar la corona, así que no podía destruir ninguna de sus partes.
El encuentro
Mientras tomaba un baño, Arquímedes notó que el nivel de agua subía en la tina cuando su cuerpo entraba en ella. Y así se dio cuenta de que ese efecto podría ser usado para determinar el volumen de la corona, la cual, al ser sumergida, desplazaría una cantidad de agua igual a su propio volumen.
Y al dividir el peso de la corona entre el volumen de agua desplazada se podía obtener la densidad de la corona. Si era de oro, su densidad sería muy cercana a 19.27 gramos por centímetro cúbico (el peso específico del oro). Pero la densidad de la corona sería menor si otros metales menos densos que el oro se hubieran añadido para fundir la pieza.
Cuando Arquímedes, durante el baño, se dio cuenta de que podía resolver el problema planteado, se dice que salió de la tina y corrió desnudo por las calles de Siracusa, emocionado por su hallazgo. Según el relato, gritaba ‘¡Eureka!’, ‘¡Eureka!’, del griego antiguo que significa “¡Lo encontré”!
Una suposición
Dado el carácter impulsivo de Arquímedes, la anécdota le queda “como anillo al dedo”, sin embargo, la historia de la corona no aparece en ninguno de sus reportes. Aunque es posible utilizar el procedimiento de la bañera para calcular el volumen de cualquier material, se requiere de recipientes muy precisos para lograrlo, sobre todo cuando se trata de objetos pequeños. Por lo tanto, no hubiera sido fácil para Arquímedes medir la pureza de la corona de esa manera.
En lugar de ello podría haber buscado una solución más práctica en la que podía aplicarse un principio de la hidrostática descrito por Arquímedes en su tratado “Sobre los cuerpos flotantes” (más tarde sus estudios sobre los objetos flotantes sería conocido como “Principio de Arquímedes”).
El método apropiado
El Principio de Arquímedes plantea que todo cuerpo sumergido en un líquido experimenta un empuje vertical hacia arriba, igual al peso del líquido que desaloja. Usando este principio, habría sido posible comparar la densidad de la corona con la del oro puro. Situando en un lado de una balanza la corona a investigar y en el otro una muestra de oro puro del mismo peso, se procedería a sumergir la balanza en el agua; si la corona tuviese menos densidad que el oro, desplazaría más agua debido a su mayor volumen y experimentaría un mayor empuje que la muestra de oro. Esa diferencia de flotabilidad inclinaría la balanza como corresponde. Galileo decía que éste fue muy probablemente el método usado por Arquímedes, pues además de ser muy exacto, se basa en demostraciones propuestas por el propio Maestro. (Selector de Vanguardia)
El mito del rayo solar
>> ¿Utilizó Arquímedes espejos reflectores para incendiar los barcos que asediaban la ciudad de Siracusa?
>> La credibilidad de esa historia ha sido objeto de debate desde hace mucho tiempo.
>> En octubre de 2005 un grupo de estudiantes del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) llevó a cabo un experimento con espejos que enfocaron la luz del Sol sobre la maqueta de un barco de madera situado a 50 metros de distancia.
>> Se formaron llamas, pero sólo después de que el barco permaneciera totalmente inmóvil por 10 minutos (se necesita inmovilidad para concentrar el foco de luz).
>> La posibilidad de usar espejos para incendiar un barco de madera en la vida real fue calificada de “imposible”, debido a la inmovilidad necesaria para lograr la combustión.
>> Los expertos concluyeron que el uso de armas de la época, como flechas encendidas, hubiera sido una forma mucho más fácil de prender fuego a un barco cercano a la costa.