Bebidas afrodisiacas 2/2
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En esta región de la Patria la preocupación por todo lo que se refiere al sexo es tan acuciosa y múltiple que hay millares de compuestos de este tipo
Las bebidas, alimentos o comidas afrodisiacas forman parte de nuestro ADN. Todas las culturas alrededor del mundo en algún momento o etapa de su historia y devenir en la línea del tiempo, han tenido en el placer y disfrute sensual de los sentidos (y más específicamente relacionado con el placer del sexo) la búsqueda o ayuda para estimular y acrecentar dicha sensualidad. Entre el, mito, la leyenda y la realidad, hay alimentos, plantas, comidas y bebidas consideradas afrodisiacas. La misma Biblia, lo vimos la columna pasada, asocia por ejemplo la fertilidad de Raquel, una de las varias parejas de Jacob, con el consumo de la mandrágora (Génesis 30:14-24).
Nada nos es ajeno. La mitología popular asocia con el vigor sexual y la atracción entre los sexos, los siguientes alimentos, comidas, plantas y bebidas: mariscos, chocolate, miel, el tequila, el vino, el aguacate, el maní, el ginseng, el melón, al apio… la lista es larga. La cosa no es sencilla con respecto a esto de bebidas afrodisiacas o alimentos. Ramas de un mismo árbol. Varios tienen que ver con la forma física (el “ahuacuatl”, el aguacate, que es literalmente y en traducción al cristiano, “árbol del testículo”, el cual se considera potente afrodisiaco); otras bebidas tiene que ver con su linaje y glamor (una botella de champagne), otras bebidas con su poder alucinógeno (la absenta o “hada verde”, la madre de todas las bebidas espirituosas). Unas más, directamente con sus ingredientes (el ginseng).
Hay un coctel, por ejemplo, que se dice, funciona contra la impotencia. Es el “Coctel de cardamomo”, planta de los árabes, la cual se encuentra más que deletreada en el “Kamasutra.” Este coctel está hecho a base de ginebra, jarabe de rosas y cardamomo. Hay otra bebida, “Sangría de Kiwi”, elaborada a base del fruto tan raro como delicioso, vino blanco, menta fresca y moras. En un texto tan extraño como bello, “Un libertino en la ciudad”, a manera de un Diario, es decir, episodios de vida, girones y huellas, hojas y suspiros (gemidos, realmente. Gemidos de placer) arrancados al calendario trivial y aburrido de la vida, este texto se abre brecha por lo siguiente. 55 años sobre la tierra ¿Son pocos años? ¿Muchos? ¿Con respecto a qué? ¿En qué línea de vida o qué tiempo o lugar? A los 55 años, el escritor inglés James Boswell ya estaba muerto, sí, pero el narrador ya era mero sobreviviente a la friolera de 17 enfermedades venéreas. La normalidad por aquellos años: sífilis, gonorrea, blenorragia. Era el Londres georgiano de 1762, cuando Boswell se entregó a los placeres de la carne.
Una de sus más extraordinarias y coloridas letras las dejó tatuadas sobre la señora Digges (pseudónimo de Mrs. Lewis). Fue una de las noches “más voluptuosas” de su vida. Hubo un solo ingrediente: sexo. Luego, más sexo. Y el episodio nos interesa porque aquí hay gastronomía, tragos, alcohol. Y el autor nos da santo y seña de una bebida afrodisiaca de la cual no tenía ni idea: el “Negus.” Bebida alcohólica con vino, específicamente uno muy seco, el oporto. Mezclado este con agua caliente, zumo de naranja, nuez moscada y azúcar. Boswell no duda en definirlo como un tazón “re-vigorizante.” El afrodisiaco tuvo efectos: cinco eyaculaciones sobre la humanidad de la señora Lewis, la cual tenía “unos pechos blancos como la leche…” lo cual no lo liberó de contagiarse de una gonorrea de pronóstico reservado. Caramba, habrá que prepararse semejante bebida.
Hay una planta rica al paladar, de la cual no sabía de su magia afrodisiaca, el apio. Cuenta la historia que la Marquesa de Pompadour literalmente inventó una “sopa de apio” para que su Rey, Luis XV, la comiera y mediante este potaje, se avivara de nuevo el fuego extinto de la pasión entre ambos. ¿Ha escuchado de la famosa bebida o caldo llamado “levantamuertos”? depende de que Estado de México o país de Latinoamérica visite usted, tienen su propia y particular mixtura. Va una anécdota en letras del Nobel Mario Vargas Llosa, ancilado el texto en la Amazonia peruana en su novela “Pantaleón y las visitadoras”, la cual tiene una versión cinematográfica con una actriz guapísima. Cuenta el Nobel: “Recetas que la sabiduría y la lujuria popular loretanas proponen para el retorno o el refuerzo de la virilidad, vulgarmente llamadas, con perdón de la expresión, “levantamuertos” o peor todavía “parapingas”, y menciono sólo algunas, porque en esta región de la Patria la preocupación por todo lo que se refiere al sexo es tan acuciosa y múltiple que hay, literalmente, millares de compuestos de este tipo…”
Volveré al tema. Muchas notas quedaron en mi cuaderno.