Denuncias por narcomenudeo, ¿de qué son evidencia?
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De acuerdo con las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en los últimos cuatros años se ha multiplicado por cuatro el número de denuncias por narcomenudeo presentadas durante los meses de enero y febrero, pasando de 376 en 2015 a mil 502 en 2019.
La cifra de este año coloca a Coahuila en el segundo lugar nacional, tan sólo debajo de Baja California, lo cual implica que en términos de incidencia de este delito nuestra entidad se encuentra por encima de todos los estados que cuentan con una mayor población.
A manera de ejemplo, durante el primer bimestre de este año, en la Ciudad de México se registraron 902 denuncias por este delito, lo que implica que en Coahuila hubo casi 70 por ciento más denuncias con una población equivalente apenas al 30 por ciento de la que vive en la capital del País.
Funcionarios de la Fiscalía General de Coahuila han señalado que estas “distorsiones” en las cifras se deben a que en nuestra entidad se combate de manera más eficaz el citado delito, sobre todo a partir de la creación del Centro de Operaciones Especiales.
Por otro lado, en Coahuila se asegura que los números locales reflejan la realidad de lo que aquí ocurre, mientras que la denominada “cifra negra” (delitos que no se denuncian) sigue siendo muy alta en otros estados del País.
La explicación, si bien suena lógica, es insuficiente para permitirnos entender lo que ocurre en nuestra entidad en materia de narcomenudeo, sobre todo porque si las cifras son reales entonces estamos observando un crecimiento acelerado en el consumo de estupefacientes.
Y si esto último es cierto, entonces tendríamos que concluir que todas las estrategias instrumentadas por todas las autoridades, de todos los órdenes de gobierno, han fracasado estrepitosamente en el propósito de contener el consumo de sustancias ilegales.
Así pues, la explicación ofrecida hasta ahora es absolutamente insuficiente para “leer” de forma correcta las cifras del SESNSP, es decir, para comprender su significado en términos del diseño, implementación, evaluación y seguimiento de las políticas públicas en materia de consumo de estupefacientes.
Hace falta, necesariamente, una lectura más completa que implique diagnosticar la realidad y decirnos con toda claridad si el consumo de drogas va a la alza en Coahuila y cuáles son los factores que están influyendo en este comportamiento.
Enseguida, es necesario que se nos diga qué estrategias se van a instrumentar para hacer frente al fenómeno y qué responsabilidades tenemos en ello los ciudadanos, particularmente los padres de familia.
Las cifras –que en VANGUARDIA hemos publicado de forma recurrente– son sumamente preocupantes y, a falta de explicaciones detalladas y convincentes, los ciudadanos no podemos sino plantearnos que en las calles de nuestras ciudades cada vez se mueven mayores volúmenes de drogas.