Donde hay mucho amor no suele haber demasiada desenvoltura
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El Quijote II, 65
El morisco Ricote, amigo de Sancho Panza y vecino de la misma aldea, fue expulsado de España como todos los de su raza por orden de Felipe III. La expulsión fue llevada a cabo de manera escalonada entre 1609 y 1614. El Quijote, en su segunda parte publicada en 1615, contiene diversos pasajes en los que se da cuenta de este hecho histórico, el cual fue todo un drama para la nación morisca, al verse obligada a tomar el camino del destierro.
Ricote, en hábito de peregrino y procedente de Alemania, de manera encubierta regresa a la que considera es su verdadera patria y mucho extraña. Sancho se lo encuentra en un camino y con enorme tristeza le platica las desdichas de que son víctimas él y su familia.
Ricote confiesa que regresó a España, dice, “a buscar mi hija y a desenterrar muchas riquezas que dejé escondidas”. Encontró éstas pero no a su hija, de nombre Ana Félix, que es su mayor tesoro.
Ana Félix, joven doncella de extraordinaria belleza, fue llevada por unos tíos a Argel, en Berbería, donde conoce a un gallardo mozo cristiano de gran hermosura varonil de nombre don Gregorio. Ambos se enamoran.
El rey de Berbería, por el interrogatorio a que somete a la bella Ana Félix, toma conocimiento del tesoro que su familia dejó escondido en España y ordena que la lleven a recogerlo y traerla con él de regreso. Sin embargo, el plan del rey berberisco queda al final frustrado y don Gregorio escapa a España disfrazado en hábito de mujer.
El encuentro de los dos enamorados, ya en España, Cervantes lo describe así:
“Ricote y su hija salieron a recibirle (a don Gregorio), el padre con lágrimas y la hija con honestidad. No se abrazaron unos a otros, porque DONDE HAY MUCHO AMOR NO SUELE HABER DEMASIADA DESENVOLTURA. Las dos bellezas juntas de don Gregorio y de Ana Félix admiraron en particular a todos juntos los que presentes estaban. El silencio fue allí el que habló por los dos amantes y los ojos fueron las lenguas que descubrieron sus alegres y honestos pensamientos”.
La experiencia indica que los amantes que exageran sus demostraciones de cariño, su trato meloso y hasta cursi, al poco tiempo queda al descubierto que en realidad poco amor había en su relación. En contraste, como bien escribe el autor, es decir, Cervantes, “donde hay mucho amor no suele haber demasiada desenvoltura”.
Twitter: @jagarciavilla