El camino del cacique
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La pasión por el poder. Servidumbre y esclavitud. ¿Hay algo peor que buscar obsesivamente el poder? Pues sí, hay algo peor: no obtenerlo. Y cuando éste llega, ¿qué hacer? Es imposible sustraerse a él. Quien tiene poder, lo tiene todo. Y nadie, nadie lo cede. Nadie renuncia al poder. El poder se arrebata. Y el poder que Andrés Manuel López Obrador arrebató a sus contrincantes, le está haciendo mella. Ya le hizo mella. La filosofía y el buen y bien gobierno son para personas reflexivas, con ejes de paz y sabiduría, sin amarguras ni distingos partidistas. Las pasiones son para gobernantes humanos, muy humanos; son las pasiones y humores humanos los cuales nos hacen serviles y somos sus esclavos por el desorden que presentan, su vocación de imposición y un plano sensorial y visceral, poco o nada reflexivo. ¿AMLO se mueve con la víscera o con las neuronas que Dios le regaló?
El camino del cacique cada día se hace más claro y preciso. Aquí se lo he documentado desde el inicio de su gestión. Mejor, desde mucho antes, justo cuando era regente o jefe del Distrito Federal y despreciaba las marchas de ciudadanos en contra de la inseguridad y secuestro en su ciudad, marchas a las cuales les decía que eran de gente “Popof” o “fifí”, lenguaje trasnochado con epítetos y definiciones de tipo moral y burlesco que hoy son pan cotidiano, donde abona al desprecio y la condena hacia los otros. Los que él piensa y dice que son sus enemigos, “la mafia en el poder”, “los conservadores” y en fin, todo eso que usted ya sabe.
El camino del cacique va viento en popa. Hasta ahora. Para nadie es un secreto. Los claques de Morena son sordos, mudos y ciegos, son los que le siguen como si estuviesen anudados con cadenas. “El Presidente Populista” le endereza en Europa The Economist. Hace algunas lunas publicó un amplio reportaje sobre la manera de gobernar de AMLO con motivo de sus once/doce meses en el poder. De plano, lo definió así: “Todo se trata de él”, luego vendría a ocho columnas: “AMLO está usando su cruzada contra la corrupción para acumular poder e intimidar fuertemente a sus críticos”. En su reportaje, The Economist cuenta que el pasado mes de junio prometió 25.7 millones de pesos de una subasta de bienes mal adquiridos a dos pueblos de indígenas pobres sumidos en la pobreza en Oaxaca (tierra de su amado, Benito Juárez). Fue entonces que AMLO entregó en conferencia de prensa televisada, cheques gigantes a los pobladores. Letra por letra, dice la revista internacional: “El episodio resume mucho sobre la Presidencia de López Obrador. Muestra su dedicación a la lucha contra el saqueo, su talento para el teatro político, su indiferencia hacia las instituciones y su creencia en la virtud de la gente común, entre quienes se considera a sí mismo… su manera popular de combatir la corrupción está funcionando para él”. Por el momento.
ESQUINA-BAJAN
Su desprecio por las instituciones es evidente. Siempre las ha mandado al diablo, según su jerga sureña. Ese día entregó cheques directamente a los pobladores. No hubo filtro alguno. Cuando antes, cuando se vendían los bienes despojados a los narcotraficantes, lo recaudado se repartía a partes iguales entre la policía, el poder judicial y los servicios de salud. Hoy López Obrador, como un Santa Claus populista, va con su gran saco de dinero dando dádivas aquí y allá sin control alguno y sin fiscalización de nadie.
La lucha de AMLO y buena parte de su bandera, ha sido la lucha contra la corrupción. Ahora que tiene todo el poder, no es la reflexión lo que lo guía, sino sus pasiones humanas no tan secretas: el revanchismo, el dolo, el enjuiciamiento y condena antes de una sentencia y mucho antes de una investigación por parte de juez alguno. AMLO no quiere a nadie cerca. Es él, el “mesías”, nada más. Se lee en la revista: “Las ONG que defendieron estos cambios (cambios y leyes para combatir la corrupción galopante en los sexenios anteriores) esperaban que López Obrador los llevara a buen término. Pero ha demostrado ser su enemigo, no su aliado. El Presidente izquierdista considera a los grupos financiados por empresas como agentes del ‘neoliberalismo’. Se refiere a ‘Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad’ (MCCI), una ONG respaldada por empresarios… En parte, esto es sólo AMLO acaparando la atención. Pero también refleja su rechazo a la tesis de las ONG de que la clave para reducir la corrupción es reforzar las instituciones y cambiar los incentivos”.
Otro párrafo demoledor de la revista dice a rajatabla: “Para AMLO, la corrupción no es sólo uno de los problemas más grandes de México, sino que prácticamente es su único problema. Con erradicarla, la pobreza y el crimen cesarían. Los funcionarios tributarios honestos recaudarían tanto dinero que serían innecesarias reformas fiscales dolorosas. La ira por la corrupción une a la coalición variopinta de AMLO, que abarca desde activistas de izquierda hasta evangélicos”. El problema de AMLO es uno: ve la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el suyo. Se sacudió entre otros, a Eduardo Medina Mora (ministro) y a Guillermo Ignacio García (excomisionado Presidente de la Comisión Reguladora de Energía) por ser gente no de su agrado. Ambos “renunciaron”. Todo mundo lo dice: bajo la intimidación y presiones de que serían “investigados”. Pero, mantuvo y eximió de toda responsabilidad a Manuel Bartlett Díaz (CFE), no obstante el terrible desaseo financiero que lo rodea a él y su familia. Pero, nada pasa en este caso. El Evangelista Lucas, tenía razón: “Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano” (6:42).
LETRAS MINÚSCULAS
La pasión por el poder. Todo el poder. AMLO ya tiene dinero, pero mejor que el dinero, el poder. La tentación de tener todo el poder… siempre.