El examen de la pandemia
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"¿Qué es lo que te da más miedo en la escuela?”. Le preguntaron a un niño de primaria. Sin pensarlo mucho, respondió inmediatamente: “La pruebas”.
Lo mismo responde cualquier estudiante de cualquier nivel académico. “Las pruebas son los exámenes a los que debemos someternos no sólo durante nuestra etapa escolar, sino a lo largo de nuestro caminar cotidiano.
A medida que se van aproximando los pasos del personaje más popular del planeta, “el coranavirus”, a la comunidad en que vivimos, crece nuestro miedo a su contagio y aumenta nuestra conciencia de nuestra vulnerabilidad que teníamos relegada en el rincón más olvidado de nuestra mente. Tenemos miedo igual que el alumno que de repente va a tener enfrente una serie de problemas y simplemente los ha ignorado.
La pandemia actual es una simple epidemia que se ha vuelto tan exponencial debido a la diversidad de respuestas nacionales, estatales y personales al “examen”, que algunos lo tomaron en serio y utilizaron la razón para controlarlo, otros usaron la imaginación y las respuestas que les dictó, y el resto negó su probabilidad y se contentó con dar respuestas mágicas, populistas o de místicos extraterrestres.
Los exámenes no son un castigo al negligente o al ignorante. En una auténtica didáctica, son herramientas para evaluar lo que sabe o ignora el alumno. Son una luz que ilumina la conciencia de los reales que posee y los obstáculos que desconoce o desvirtúa.
Los medios de comunicación y las redes sociales en esta pandemia diariamente exponen lo mejor del ser humano. Lo que estaba relegado por la publicidad del mercado y de los políticos. La libertad de expresión, antes tan coartada y reducida al dinero, hoy está rompiendo las cadenas de la represión mediante la información, el análisis, la crítica y el juicio de muchas realidades en las que hemos estado viviendo sin registrar sus consecuencias.
El ser humano está evolucionando de una concepción tradicional de la “causalidad lineal” de los problemas (“cada problema tiene una causa”, eliminas la causa y eliminas el efecto) a una concepción de “causalidad circular” (cada problema tiene varias causas que se influyen entre sí”…).
En esta nueva concepción de causalidad circular, el “coronavirus” no es la única causa ni el único villano, ni el único problema que hay que atender. Los ensayos, las investigaciones de las diferentes ciencias, las reflexiones, los mensajes multiplicados exponencialmente en las redes son piezas diferentes y coherentes (antes aparentemente invisibles o inofensivas), efectos o causas del rompecabezas del problema de la pandemia.
Usted, mi paciente lector, y yo, estamos expuestos al contagio y a su examen. No podemos paralizarnos por el miedo ni por las pesadillas de la fantasía del futuro. Esa es la mejor manera de reprobar el examen. Recurramos a las razones de nuestro espíritu (que incluyen las del corazón): confiemos en lo que sabemos, multipliquemos lo saludable en nosotros y los demás y busquemos la verdad aunque nos incomode y nos exija avanzar por otros caminos.