En honor a la palabra
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La que nombra lo que se percibe con los sentidos. La que con su luminosidad o sus sombras nos ofrece el medio de expresar lo que pensamos, lo que sentimos, lo que soñamos, lo que aborrecemos, lo que amamos, lo que sufrimos. La que exalta la imaginación. Desborda el entusiasmo e ilumina el camino de la sabiduría.
Es la palabra la que nos diferencia de los demás seres que habitan el planeta. Es nuestra herramienta, nuestro instrumento, para transmitir, para dar un sentido a este paso por la Tierra. Para dejar constancia en ella, Nezahualcóyotl, el poeta, dejó su huella en la profundidad de sus palabras, en la hondura de sus expresiones.
Yo Nezahualcóyotl lo pregunto: /¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra? / No para siempre en la tierra: / sólo un poco aquí. / Aunque sea de jade se quiebra,/ aunque sea de oro se rompe, / aunque sea plumaje de quetzal se desgarra. / No para siempre en la tierra:
sólo un poco aquí.
Este último verso escrito originalmente “An nochipa tlalticpac: zan achica ye nican”, dulces sonidos; melancólica concepción. Pero llegamos a ello gracias a lo que estas palabras significaron para el poeta; gracias a lo que las palabras significan para nosotros. De su sentido, de nuestra experiencia; de sus connotaciones; de sus vibraciones, de las emociones que nos asaltan.
Una reflexión que se vino a la mente cuando el sábado anterior disfrutaba del programa “La dichosa palabra”, en esta ocasión transmitido desde nuestra ciudad, desde el patio central de Palacio de Gobierno, con la distinguida participación de Laura García, Germán Ortega, Pablo Boullosa y Eduardo Casar González.
Emocionó verlos a todos y en particular escuchar a Germán Ortega expresarse de nuestra ciudad como la tierra del Cretácico, de los petroglifos, los dinosaurios, de Manuel Acuña y de Artemio de Valle-Arizpe. El gustado programa del Canal 22 visitó nuestra capital con motivo del Festival Internacional de las Artes Julio Torri organizado por el Gobierno del Estado a través de la Secretaría de Cultura. En él se hicieron preguntas al público sobre nuestros escritores coahuilenses con dimensión nacional: el propio Torri, De Valle-Arizpe y Acuña. Escuchamos a nuestros paisanos y amigos contestar acertadamente: Felipe Rodríguez Maldonado, Víctor Antero Flores Zertuche, Sergio Martínez “El Brother”, Élida Aguirre y el arquitecto Ricardo Dávila.
El equipo de producción seleccionó la palabra “Pléyade” para este programa de Saltillo, como parte de la tradicional mecánica en búsqueda de “La dichosa palabra”. Para quienes habitamos y amamos nuestra ciudad, una elección favorecedora.
Pensar en los escritores coahuilenses con prestigio nacional: Torri, De Valle-Arizpe y Acuña, hace reflexionar un poco en los reconocimientos que como saltillenses aún les debemos y que no sería tan difícil cumplir.
Bien, muy bien, que el máximo Festival de las Artes de Coahuila lleve el nombre del distinguido Julio Torri, y que el Certamen Nacional de Poesía, organizado en nuestro estado, lleve el de Manuel Acuña.
¿Qué otras acciones podríamos desarrollar localmente en aras de continuar en la vía del reconocimiento a estos autores? Bautizar importantes calles o avenidas con su nombre y/o levantar una estatua a Julio Torri y a Artemio de Valle-Arizpe podrían ser buenas ideas. En 1989, en el centenario del natalicio del escritor, el Gobierno del Estado levantó un busto a Torri, pero lamentablemente fue hurtado y no se volvió a saber nada de él. Aparte, podrían reeditarse sus obras, las menos difundidas, por ejemplo, y también develar placas en los sitios donde nacieron.
Honrar a quienes hicieron de la palabra su más preciado instrumento, y que gracias a ella trascendieron, sería un legado a las siguientes generaciones que permitiera el contagio del entusiasmo hacia esas figuras.
Con ellas nombraron. Con ellas nos transportaron a mundos imaginarios. Con ellas, nos hacen vibrar en un universo poético inabarcable. A ellos, que amaron las palabras, un continuo reconocimiento de su tierra, de su natal Saltillo.