Encender faros de niebla
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Reapareció nuestra niebla de exportación a Londres.
Las luces se ven difuminadas. Los perfiles quedan velados con esa gasa fina y flotante. Las velocidades del tráfico se moderan y los pocos transeúntes se ven como seres extraterrestre con andar apresurado. Nos gusta siempre rodear por cerca de la catedral transatlántica para contemplar, al pasar, su naufragio en el mar de niebla, frente a una plaza ya sumergida.
En este invierno, en el mar de la niebla informativa emergen las plataformas abigarradas y múltiples: la prensa siempre sobreviviente, la radio que lanza su algarabía a los oídos sin párpados, la imagen que danza en todo tipo y tamaño de pantallas, y el chateo de la verborrea de telefonemas, o el actual telégrafo de los mensajes que cruzan las redes y, claro, las conferencias mañaneras presidenciales, de nintendo y parloteo, en las que, para cada discurso que parece pregunta hay una respuesta que parece discurso.
El migrante centroamericano ya se viene en oleadas de multitud. Y se encuentran ahora con un muro sureño, sin bloques ni alambradas. Está hecho de negativas al tránsito y de repudios que llegan hasta el gas que hace llorar. No quieren quedarse a trabajar aquí porque sueñan en los crecidos salarios en dólares. Amenazan con una poderosa arma moral que se llama huelga de hambre. Quieren pasar y seguir hacia el otro muro más impenetrable de la frontera norte y plantarse ahí y, si logran pasar, sumarse a los numerosos deportados que son catapultados hasta su patria mexicana o centroamericana.
Se sigue atentando fuertemente, en ciertas regiones del territorio nacional, contra la vida y contra la libertad. Sigue contaminando, en forma creciente, una droga no legalizada. Siguen en peligro los niños, los jóvenes y las mujeres por abusos, embarazos prematuros y feminicidios. Falta lubricación en el engranaje de los cambios. Todas las formas se deforman cuando se transforman pero puede acentuarse mucho la deformación por precipitaciones, desinformaciónes y malas interpretaciones.
Los cambios estructurales se tendrán siempre acompañar de sustituciones de personal o con capacitación y selección. Así solo se podrá evitar que todos los “qué” se vean frustrados por los “quienes”. La evolución estructural y funcional requiere una revolución cultural. Sin cambio de mentalidad habrá salpicaduras de “más de lo mismo”. Hasta los doctorados desembocan en ineptitud e ineficiencia si falta la superación ética y humanista.
La niebla disminuye la visibilidad. Los amarillos faros de niebla logran ampliar el ámbito de iluminación. Pueden evitarse topes si guardan distancia. En caso contrario, sobrevienen las telescopiadas en que todos los que llegan se van ensartando aunque intenten frenar, si la velocidad es excesiva. El tránsito de una forma a otra puede ser pachorrudo o precipitado. La lentitud no cumple plazos y la prisa atropella intereses no considerados. Los sexenios no son solo presidenciales sino principalmente ciudadanos y su clima suele ser invernal, con su respectiva niebla. Esperemos que en el año 2020 nos vaya cayendo el 20 a más votados y votantes para que nos pongamos las pilas y así podamos evitar que las transformaciones se vayan telescopiando y, con buenos faros de niebla, alcancemos un amanecer primaveral en que brille un sol deslumbrante que haga felices a tod@s...