Historias horrendas (parte II)
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PRIMERA Y ÚNICA HISTORIA. “Sobre la horrenda elección del PRI y de la tenebrosa trama que se genera”.
Parecería que Rubén y la hechicera hidalguense obtuvieron lo que planearon a partir de la derrota de Meade, por lo que habrían de acudir en la víspera con el equipo de AMLO a entregar la elección de julio de 2018, con la consabida recompensa a través de la impunidad.
El domingo se concretó el arribo al poder del grupo de Peña Nieto, en un intento desesperado de detener el ansia de López Obrador y su vengativa acción, ofreciendo en charola de plata las migajas que quedan de un partido sin destino ni marcha, pero lleno de voraces personajes, la meta: colocar alfiles en el congreso del 2021 y salvar el pellejo.
Bastante astuto resultó el tabasqueño al forzar la cargada sobre su pupilo Amlito en una demostración de que Morena y el PRI compartan no sólo sus nefastos pasados, sino intereses y maneras.
Sin embargo, la elección fue una farsa de los 6 millones de militantes que se jactaban que irían a votar, luego que no que serían 1.5 millones, al final la cifra llegó a 2 millones, pero con trampilla.
Al momento de la votación se decidió que los “simpatizantes” utilizaran su credencial de elector y no la del PRI, por lo que la operación carrusel y el acarreo de votantes, aunque no fueran priistas se dieron en el transcurso del pasado domingo. Al final la popularidad del partido decayó de 9 millones obtenidos en 2018 a menos de 2 millones este 2019.
Coahuila había ofrecido 300 mil votos a favor del ahijado moreiriana y ni con trampa pudieron completar la mitad, en un ejercicio poco creíble por pura operación matemática. Se reportan 164 mil votos para la hechicera hidalguense y su entenado, emitidos en 249 mesas receptoras, eso daría un flujo de más de 600 personas por mesa durante el día y según monitoreo en las ciudades de Saltillo, Torreón, Monclova y Piedras Negras difícilmente se veían filas de electores en pos de su decisión.
Pero expertos en artes de desaparición en algunos casos y de aparición en otros, las huestes de Aguilón anduvieron entregando urnas embarazadas, al cabo es para los mismos, decían.
La lectura de este triunfo se escucha interesante, pero no para la pareja diabólica sino para otra trama más sofisticada.
Según los analistas: la aparición de José Antonio Meade y José Antonio González Anaya –el martes pasado en Palacio Nacional– tiene un correlato muy particular hacia el interior del PRI, que el domingo encumbró a Alejandro Moreno Cárdenas como su flamante dirigente nacional.
Ambos personajes forman parte del equipo de Amlito. El primero, en un modo casi casual, le ha presentado algunos empresarios al campechano y le ha transmitido ciertas nociones respecto al rumbo económico del País, que Alito comenzará a emitir en las próximas semanas. Suscribe la idea de que el nuevo dirigente comience a cimentar su camino hacia la candidatura presidencial de 2024.
Mientras tanto AMLO está buscando deshacerse de Osorio Chong en el Senado a fin de que fluyan las propuestas de la 4T sin demora, y los chairos ven en Eruviel Ávila el próximo alfil, con la venia del grupo de Alito.
Moreira sabe que perderá su impunidad en dos años y medio y pretende apuntalarse a través de su excónyuge y caminar en las sombras, como era su habitual estilo que lo hizo acumular odios y complejos desde tiempos de estudiante.
En el equipo de Riquelme sube Olmos como operador político y estará trabajando para su jefe no precisamente en el futuro de aquél, sino apuntalando su candidatura a una diputación federal y por ende tener los tamaños para enfrentar al principito Manolo, quien forma parte del proyecto de la mafia de la familia “M” para 24 años.
Rigo Fuentes salvó su pellejo, y por más que Chema Fraustro aspiró por la dirigencia para de ahí colocarse en la carrera a la gubernatura cuando Amlito se fijara en él, nada; es por eso su carácter insoportable en los últimos días al ver perdida esa oportunidad y aspirar a las ligas menores, o peor, al ostracismo político, ya que no le queda más gente a quien traicionar.
Recurriendo a las más refinadas o burdas trapacerías, según el caso y la región, el PRI llegó al límite de su incapacidad política, situándose en el papel de partido satélite de Morena.
Recuerdo que Churchill refirió: “El político se convierte en estadista cuando se pone a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”.