La marcha del domingo
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“Si expresas una opinión, tienes que vivir con el hecho de que te podrán llevar la contraria”.
Angela Merkel.
El pasado domingo 1 de diciembre, tuvo lugar una movilización muy importante en muchas ciudades de todo el País. Hubo una convocatoria de por medio signada por diversas organizaciones de la sociedad civil, entre ellas Chalecos México, Amos por México, las Voces del Contrapeso, Observatorio Ciudadano, México 21, Contra la Corrupción y la Impunidad a la que se sumaron 4 partidos políticos. El Objetivo: manifestar la inconformidad por las políticas del presidente Andrés Manuel López Obrador, así como por el incremento de la inseguridad en el País. La convocatoria se hizo básicamente a través de las redes sociales, quien entró en ellas y se enteró la replicó o no e igual decidió acudir o lo ignoró.
Protestar, se define en el diccionario como “la acción y efecto de protestar, proclamar o declarar un propósito, expresar impetuosamente una queja o disconformidad”. Las protestas pueden manifestarse a través de una marcha, una manifestación, una carta pública, etcétera. La Constitución de la República nos reconoce este derecho a los ciudadanos mexicanos en el artículo 9 del citado ordenamiento, sin más limitantes que el respeto al orden jurídico. Quienes acudimos a la marcha en esta ciudad capital lo hicimos con respeto, en orden, sin violencia. Las movilizaciones hoy día son una forma de expresar desacuerdos ante el gobierno, pero no se quedan ya nada más en esa etapa, también se van convirtiendo en puente para relacionarse con otras personas con las que se comparten discursos y dinámicas; van tomando fisonomía de medio en busca de soluciones y/o de preparación para demandarlas al gobierno, pero también como un ejercicio de libertad de expresión, de independencia y de vida. Quienes asistimos a la marcha que tuvo lugar en Saltillo –me centro en ella porque es en la que estuve y me constan los hechos–, me parece que así lo entendimos y lo vivimos.
Estamos inmersos hoy día en una crisis en la que campea un vacío en la esperanza colectiva respecto al mañana de nuestro País, porque estamos viendo como se van fracturando las instituciones, como el radicalismo de la visión unilateral de quien hoy ocupa la primera magistratura va desechando todo, no únicamente por la circunstancia, la amarga circunstancia de que esté invadido por corrupción –que en eso coincido plenamente que debe irse a la basura y castigar a quienes la generaron y/o la toleraron y se beneficiaron– si no porque viene de otras administraciones, verbi gratia, programas como el seguro popular, las guarderías infantiles, y eso según sus cánones, las invalida. En la concentración previa a la marcha que ocurrió por la calle Victoria y hasta la Alameda, hicieron uso de la voz quienes así quisieron –esta servidora suya, entre otros– y se hizo en absoluta libertad y con respeto se escucharon las diversas intervenciones. Quienes asistimos fuimos enteramente en nuestra calidad de ciudadanos, no hubo ningún proselitismo ni acarreo de agua al molino de ningún partido político, y esto lo recalco porque es la verdad. La gente dijo lo que sentía, lo que le molestaba, con lo que no está de acuerdo, y escuchamos con respeto, porque así se enseña uno a entender que el mundo es plural, que el pensamiento y las visiones son distintos, y que tiene uno que aprender a vivir en medio de la diversidad y a ser tolerante e incluyente, porque eso es la democracia, de eso está hecha, al margen de cien definiciones doctas y rimbombantes.
Y hay quienes afirman que estos encuentros colectivos no sirven, porque quienes van ni siquiera se conocen y que terminada la marcha cada quien se regresa a su casa creyendo que gracias a ella se va a obtener el cambio deseado, y que eso no sucede en la vida real. Y que no tienen consecuencias porque no hay líderes, que lo que esas marchas concentran son personas con intenciones distintas. Pues yo no comparto esta opinión. Yo creo que estas protestas convocadas a través de redes sociales son la nueva manera de cambiar a la sociedad. Estimo que esto les quita lo acartonado y que la gente se va a ir volviendo más activa en cuestiones políticas, sobre todo en un país como el nuestro, enfermo de indiferencia provocada por la ausencia de educación cívica en casa y en la escuela. Yo creo que es una manera natural de darse una identidad colectiva y transmitirse ideas de boca en boca, más directo, más fresco y sobre todo con autenticidad. El mundo cambia, hay que cambiar la manera de comunicarnos.