La postverdad, la noticia falsa y la ultraverdad en tiempos de pandemia
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¿Se presenta la verdad con tapaboca en temporada pandémica?
Quien usa la mascarilla crítica tendrá también que cubrir la nariz para protección de su capacidad de sabueso investigador. Parece que se guarda una insana distancia de la realidad. Para husmearla y para comunicarla. Obviamente, nadie quiere opinar desde una libertad en cuarentena. Por eso se juzgan no sólo los “qués” sino los “cómos”. Las limitaciones a la libertad de opinión pueden venir, claro, de los mismos opinantes. Ahora que se habla de la postverdad y de la noticia falsificada que parece buscarse una ultraverdad que aprenda el difícil equilibrio entre el fondo y la forma, el hecho y la interpretación, el señalamiento y el tono. En tierra de albures puede seguirse un camino de segundas intenciones, de alusiones veladas, de carambolas certeras. Ante el albur sólo el malicioso ríe. Y se hace una migración a otros terrenos que ya no son de humor de picardía sino de ataque sorpresivo con bala expresiva y expansiva.
Son procesos comprensibles cuando están en juego una variedad abigarrada de normalidades en contraste. La sociedad conversa consigo misma en coloquios de competencia. Cada jugador quiere volarse la barda y se da la escaramuza habitual en que se intercambian las etiquetas, los adjetivos, los vocablos atípicos. Cada uno decide exhibir su propia vulnerabilidad al meter la zancadilla o al poner el índice en la magulladura. Así se busca el doctorado en este kinder de rencillas, vituperios y coscorronerías impresas en papel o en pantalla o proclamadas por micrófono hacia receptores. Es camino de adolescencia relacional hacia una madurez que puede acumular mucha experiencia. La autocrítica, el autocontrol y la tensión recíproca irán haciendo el discernimiento para que se sacuda la basura y quede lo valioso
LA CURVA RECTA
Se yergue o se aplana. Si sube pronto se saturan los servicios hospitalarios por la aceleración de contagios. Si, por los resguardos, cuarentenas o confinamientos se disminuye el número de contagiados, al mismo tiempo se alargan los plazos para el abatimiento del riesgo. A más contagios menos duración, y a menos contagios corresponde duración prolongada.
Se cae en la impaciencia. Muy pronto las cuarentenas tienen que alargarse. Y Muy pronto las aperturas y relajamientos que tienen que graduarse. Ni dejar caer la economía por inactividad, ni elevar los contagios hasta la saturación.
Así se acuñan estas geometrías paradójicas equivalentes a la cuadratura del círculo. La curva tiende a ser recta y la recta terca tiende a encumbrarse. Y todo se da en esa otra geometría política que no sabe ser ambidextra y sigue aplicando las izquierdas y derechas trasnochadas de siglos pasados.
SOLIDARIDAD SALPICADA
Son como experiencias piloto. Como muestras de que otro mundo es posible. Están las cestas solidarias italianas. “Tome si le hace falta o ponga si quiere compartir”. Unos dejan y otros recogen. Se conoce el desplazamiento de médicos de un país a otro para dar servicio de emergencia. Innumerables actos de diaria generosidad practican las enfermeras. Son largas horas de trabajo intenso siempre riesgoso. Y, en general, ese tiempo de recogimiento ha dado buenos frutos para la mente, el corazón y el cuerpo de muchas comunidades familiares. En el orden espiritual se ha dado una cifra considerable de conversiones, de vueltas a la fe bautismal y de conocimiento y profundización de la propia fe al poder participar virtualmente en los servicios pastorales que se han organizado en todas las diócesis del mundo
Pasar de un mundo anormal a una normalidad podría ser buena noticia si las normas son buenas, si son conocidas, si son bien interpretadas y, sobre todo, si son practicadas. Esperemos que la ley natural promulgada en el Sinaí pueda inspirar las legislaciones modernas, al encuentro de una actitud madura humana en que la norma no sea una reja sino un trampolín para los saltos de la verdadera libertad responsable...