La reapertura es compleja porque no tiene orden
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Es necesaria una campaña de información clara, porque los múltiples mensajes contradictorios que la población ha recibido en estos meses es lo que nos tiene en la situación actual, que implica un riesgo para todos
Una cosa está clara a estas alturas de la pandemia del coronavirus: las economías no pueden permanecer cerradas por tiempo indefinido, so pena de provocar males peores a los que se busca prevenir con el confinamiento de las personas en sus casas.
Pero si la reapertura es obligada, claramente se requiere un manual, un instructivo, una guía precisa que nos indique a todos las medidas que debemos seguir –de forma estricta– para evitar que la reapertura nos coloque ante disyuntivas indeseables.
Y para eso es necesaria una campaña de información clara, intensa y sin contradicciones. Porque son justamente los múltiples mensajes contradictorios que la población ha recibido en estos meses lo que nos tiene en la situación actual, que implica un riesgo para todos.
En eso, por desgracia, el ejemplo del presidente Andrés Manuel López Obrador no ha ayudado, pues se niega a colocarse un cubrebocas –con lo cual millones de sus seguidores consideran que no hace falta o no sirve para nada–, reanudó sus giras a la menor provocación y sigue diciendo que “la curva ya se aplanó” o que “hemos domado” al virus.
Tampoco ayuda que el subsecretario López-Gatell, el “zar” mexicano del coronavirus, haya decidido transformar sus conferencias de prensa en una suerte de lecciones de historia mezcladas con discurso político en las que lo importante no es lo que lo está pasando en este momento en México, sino lo que se hizo –o se dejó de hacer– hace 30 o 40 años.
Si cada día se acumulan más muertos, si cada día crece la tasa de letalidad del coronavirus en México, si cada día se incrementa el número de contagios, no es relevante. Lo que es relevante es que la población mexicana es vulnerable ante el patógeno debido a “los errores del pasado”.
Por otro lado, poblaciones como las de Nuevo León o Coahuila reciben de las autoridades locales señalamientos constantes en el sentido de que es indispensable salir a la calle con cubrebocas, que no deben realizarse eventos masivos, que las personas mayores de 60 años deben seguir en confinamiento o que los lugares públicos no pueden ser multitudinariamente visitados.
Estos últimos mensajes son, de acuerdo con todas las indicaciones que conocemos de los especialistas del mundo entero, los mensajes correctos. El problema es que se mezclan con información contradictoria que llega desde el Gobierno de la República y con la guerra de mensajes que sostienen en redes sociales, todos los días, los seguidores incondicionales del Presidente para quienes esta es sólo una más de sus “luchas políticas”.
En estas condiciones, resulta altamente improbable que tengamos un resultado distinto al que estamos viendo: la reapertura de la economía da tumbos todos los días porque la movilidad social se ha reanudado –y en algunos casos nunca se detuvo– sin orden alguno.
Al virus no le interesan las pugnas políticas, ni el resultado de las próximas elecciones. Su existencia tiene el único propósito de pasar de cuerpo en cuerpo y reproducirse. Si no terminamos por entender esto de una buena vez, seguiremos pagando el precio en vidas humanas.