Legisladores reprobados… ninguna novedad
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A nadie sorprende que las evaluaciones realizadas para calificar el desempeño de quienes nos representan en el Congreso arrojen como resultado que nuestros legisladores resulten reprobados.
Y es que hace ya mucho tiempo que una de las figuras menos apreciadas por los ciudadanos es la de quienes integran el Poder Legislativo, tanto a nivel federal como a nivel local.
En este sentido, poca sorpresa puede generar el que la asociación civil de la región Laguna, Participación Ciudadana 29, haya dado a conocer un estudio en el cual mide la productividad -si acaso puede llamársele así- de quienes integran la actual Legislatura Estatal y que la inmensa mayoría de nuestros representantes hayan resultado “reprobados”.
El estudio, denominado “Satélite Político”, analiza el trabajo realizado por los actuales integrantes del Congreso durante el año 2018, a partir de las iniciativas y puntos de acuerdo presentados por cada uno de ellos, además de tomar en cuenta su asistencia a las sesiones del pleno y reuniones de comisiones legislativas.
De acuerdo con las evaluaciones, 18 de los 25 integrantes del Congreso obtuvieron menos de 60 puntos de calificación y Claudia Ramírez Pineda, representante del PRD fue quien obtuvo la calificación más alta, con 70.4 de 100 puntos posibles.
Con calificaciones aprobatorias también resultaron Blanca Eppen, Edgar Sánchez, Elisa Villalobos, Emilio de Hoyos, Rosa Nilda González y Zulmma Guerrero.
El estudio, resulta preciso decirlo, sólo es de carácter cuantitativo y no calcula el “impacto” que pudo tener el desempeño de cada legislador. Sin embargo, eso no le resta valor para calificar al menos una de las dimensiones del trabajo que realizan nuestros representantes populares.
La pregunta, desde luego, es si a quienes integran la Legislatura estatal les importa este tipo de evaluaciones y si piensan hacer algo para mejorar su imagen frente a los ciudadanos.
Y es que por más que pudiera considerar sesgado el análisis, lo cierto es que se ofrece una metodología, así como los datos a partir de los cuales se evaluó el desempeño de los 25 miembros del Congreso. A partir de dichos datos, la inmensa mayoría de ellos no pasa la prueba.
Por lo demás, ningún estudio sobre la calidad del trabajo del Poder Legislativo haría falta si los ciudadanos pudiéramos percibir de forma cotidiana que los recursos gastados en el funcionamiento de dicho poder están bien invertidos.
Cabría esperar que quienes teóricamente representan nuestros intereses en el Congreso tengan en cuenta que análisis como éste reflejan el ánimo popular respecto de su trabajo y condensan de forma certera la opinión que la mayor parte de la población tiene de ellos.
Sería deseable por ello, que nuestros representantes populares consideren seriamente la necesidad de una mudanza radical de costumbres a fin de mejorar la percepción que tenemos de su trabajo.