Obispo de Torreón celebra la eucaristía de Miércoles de Ceniza en Catedral del Carmen
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Explicó que al darle la vuelta a Dios, hace que nos convirtamos en criminales, ya que dijo que mientras se pierde la conciencia de pecado para no tenerlas que ver con Dios crece la criminalidad.
Torreón, Coahuila. - En punto de las 7:30 de la mañana el Obispo de Torreón Luis Martín Barraza Beltrán, junto a un grupo de sacerdotes de la Diócesis, celebró la santa misa de Imposición de Ceniza en la Catedral de Nuestra Señora del Carmen.
En su homilía, recordó el mensaje del Papa Francisco, indicando que poner el Misterio Pascual en el centro de la vida, significa sentir compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en las numerosas víctimas inocentes de las guerras, de los abusos contra la vida tanto del no nacido como del anciano y de las múltiples formas de violencia, “compartir con caridad hace al hombre más humano”, sentenció.
"Lo que esta imposición debe brindar es el deseo de purificar nuestra fe, purificar nuestra vida, y de tener presente que el signo de la ceniza, es como símbolo de nuestra pequeñez como criaturas hijos de Dios, pero también por nuestros pecados", resaltó.
Dijo que pareciera que reconocer nuestros pecados es humillarnos, rebajarnos, pero es más bien reconocer el amor de Dios que nos invita a darnos cuenta que aún es tiempo de cambiar nuestra vida, por lo que hay que dejar de lado esas actitudes de sentirnos condenados o que nuestras vidas no tienen remedio, es una oportunidad de fe de acercamiento a la paciencia y misericordia de nuestro Señor.
El Obispo explicó que al darle la vuelta a Dios, hace que nos convirtamos en criminales, ya que dijo que mientras se pierde la conciencia de pecado para no tenerlas que ver con Dios crece la criminalidad.
"Al no tener conciencia de nuestros pecados crece la criminalidad en la sociedad, la gravedad de los crímenes, como lo es el feminicidio, como lo es la codicia, como lo es la amenaza a la vida que todavía no nace, por lo que hay que hacer conciencia que debemos sentirnos pecadores ante un Dios que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva".