Que manda decir el rey, que cuántos chairos tenéis…
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Curiosamente, hablábamos hace unos días del perdón y esta semana se convirtió en el tópico más relevante de medios y redes sociales, por una cortesía de AMLOVE quien, para bien o para mal, vuelve “trendy” todo lo que de su boca de profeta sale.
Y como se activa muy temprano, para la hora en que yo me despierto el País ya está anegado en memes y chistoretes, diatribas y lamentaciones, loas y porras, análisis y contranálisis, citas, referencias y refutaciones, material suficiente como para hacer una voluminosa tesis, todo antes de que me sirva el café que espanta la modorra.
Hay que reconocer que nunca un Presidente había marcado con esa puntualidad la agenda nacional. Lo menciono como un hecho, no es para que lo celebren los amloístas de la 4T, ni para que me mienten la madre los “Pe-haters”.
Es sólo que palabra que sale de la boca del mesías de Morena, misma palabra que satura enseguida los motores de búsqueda de la autopista de la información.
Es más, creo que el “Tata Amli-Bebé Xocoyotzín” habla despacito porque a cada oración le está anteponiendo mentalmente el simbolito de “hashtag” o gato, para que ya salga una frase etiquetada de origen, lista para su búsqueda.
Razón anterior por la cual, la solicitud diplomática enviada por el Gobierno Mexicano a la Corona Española se convirtió en el perfecto caldo de cultivo para nuestra virulencia.
Pero intentemos, por favor sin sacarnos los ojos, retomar algunas de las ideas que sobre el perdón manejamos hace apenas algunas entregas.
Decíamos que el perdón puede ser un ejercicio inútil, claro, si es hipócrita o sólo está motivado por el afán del ofensor de atenuar las consecuencias de sus actos.
Y no, el perdón no va a traer a nadie de regreso de la tumba, no va a devolverle su “virtud” o como se diga, a quien ha sido violado o ultrajado, ni va a retroceder el tiempo para ahorrarle a una víctima todo su padecimiento. Estas argumentaciones además de pueriles están de sobra agotadas.
Pero el perdón bien trabajado y a la larga, es útil y ayuda a crecer a ambas partes: Al infractor le ayuda a entender el principio erróneo de sus acciones, a buscar la manera de enmendarlas -en la medida de lo posible- a no repetirlas, a trabajar con otros para disuadirlos de seguir sus pasos, a trabajar con otras víctimas, etcétera. Todo ello sin duda es mejor que tener a alguien purgando una condena sin siquiera entender por qué hizo mal.
Las víctimas por su parte, o los supervivientes de una agresión, pueden ir reconstruyendo su autoestima, su paz, su dignidad arrebatada y un montón de cosas que quizás una remuneración económica o material no garantizaría por sí sola.
No es sencillo, para nadie. Pero el ojo por ojo no aporta nada, muy al contrario de la honesta colaboración mutua para que hechos como los que se hayan suscitado entre ambos no se repitan en la comunidad ni en el mundo. Hay mucha literatura al respecto, usted decide si se empapa un poco o si lo desdeña todo y se burla del poder del perdón.
¿Fue un disparate la solicitud del Gobierno de México? A mi juicio no. ¡Tranquilos, derechairiza! Les aseguro que para hacer crítica y mofa de la 4T hay sobradas y mejores áreas de oportunidad y las tenemos garantizadas para todo el sexenio. Sólo déjeme concluir con el tema del perdón.
Se dice que esta petición es un anacronismo, una desmesura, una hipocresía y agréguele.
Pero como en todos los temas importantes, nos importa un bledo el fondo, lo que queremos es apuntalar nuestra postura política porque… así somos. Nos importa un cuerno Venezuela, o el destino de los fetos, o la Selva Lacandona, lo que queremos es tener la razón en función de nuestra preferencia política.
Sin embargo, si pudiéramos hacer de lado nuestras animadversiones entenderíamos tres o cuatro cosas bien sencillas, a saber: 1.- Este tipo de disculpas o solicitudes de desagravio por atrocidades de otras épocas son harto frecuentes en la diplomacia internacional. Hay docenas de ejemplos de gobiernos e instituciones solicitando un perdón más que extemporáneo, pero es el humilde reconocimiento de que se cometió una injusticia. El caso más a la mano y que aquí citamos, el de la Iglesia Católica pidiendo perdón a Galileo tres siglos y medio después. ¡Shhhh..!
2.- El perdón no lo está pidiendo AMLO para sí, ni para México -que es el resultado del choque de culturas inherente a la Conquista-, ni es para usted ni es para mí, así que ni opinar nos queda. Es para los pueblos indígenas sojuzgados hasta el casi exterminio y el pleito no es con los españoles, sino con la Corona, que como entidad monárquica subsiste -inexplicablemente para nosotros, de este lado del mundo- hasta nuestros días.
3.- Si el propio Gobierno y pueblo de México estamos en deuda con los pueblos indígenas y les debemos nuestras propias disculpas, nadie está reñido con ello y yo aplaudiría si se da. Pero regatearles este reclamo del Gobierno que les representa “nomás porque yo no soporto a AMLO” me parece mezquino en exceso. ¡Analice su consciencia patria!
De allí que me sorprende tanto que digan que mi cabecita de cotonete quiere dividir al País.
Si había una buena ocasión para abrazar una idea en común era esta, para exigir todos al unísono que el mamerto del Rey de España tuviera un modesto gesto y reconociera que el lujo y señorío de que ha vivido rodeado desde su real cuna es producto del colonialismo. Quizás a eso le apostó el Presidente, pero -¡oh, sorpresa!- muchos que se dicen bueno mexicanos se pusieron del lado del Rey -¡hágame el retzingado faviurs!-.
En fin, que no quería darle carpetazo al tema sin desahogar estas ideas. Si va a refutar, le suplico encarecidamente que primero purgue su toxicidad anti-pejiana y no machaque con argumentos ya dirimidos en el presente texto. Nos leemos el martes, para hablar de alguna nueva gansada.
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