Renault Kadjar, un crossover que trata de mezclar los mundos del SUV
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El Renault Kadjar, un crossover que trata de mezclar los mundos del SUV, de la berlina y del 'break' o familiar.
Renault, con algunos intentos a través del tiempo de tener en su catálogo una oferta SUV o crossover, hoy imprescindible para mantenerse en el mercado, está creando finalmente una gama de estas características.
El Renault Kadjar dCi 130 X-Mod nos descubre un vehículo cargado de argumentos para llegar a tener en el mercado una sólida posición comercial, en liza con un duro oponente, un producto fabricado en Inglaterra, pero que es, por el momento, el sólido líder de este mercado, el Nissan Qasqhai, con el que comparte, además, una buena parte de sus elementos constructivos y motrices.
El Kadjar fue desarrollado sobre la plataforma CMF de la Alianza Renault Nissan destinada a los segmentos compacto y medio (C y D) y ya utilizada por Nissan en la nueva generación de Qashqai y X-Trail y Renault en el nuevo Espace.
El Renault comparte un 60 % de piezas con el Nissan Qashqai, aunque sólo un 5 % de ellas son visibles, y se configura con unas cotas de 4,45 metros de largo, 1,84 de anchura y 1,60 de altura, que determinan claramente su posición en el mercado de los SUV compactos.
El Renault Kadjar es un crossover que trata de mezclar los mundos del SUV, de la berlina y del 'break' o familiar, una funcionalidad que es la base del éxito de este tipo de vehículos en el mercado y no únicamente en el europeo, porque la tendencia hacia este tipo de soluciones es mundial, en detrimento de los conceptos tradicionales en turismos.
Renault ha armado este primer modelo crossover de la marca (el Koleos es un SUV desarrollado y fabricado en Corea del Sur por Renault Samsung Motors) bajo el nuevo estilo definido por el holandés Laurens Van de Acker, un personaje que, según reconocen los responsables de la compañía, está haciendo recuperar la posición de Renault en el mercado.
La base del lenguaje de diseño de este holandés se concentra en la parte delantera, caracterizada por una uve acentuada por el símbolo de la marca, un rombo de exageradas dimensiones que va más allá de la identificación corporativa, porque ha jugado con él como un elemento más de estilo.
En la zona trasera se aprecia limpieza y simplicidad enmarcada por grupos de luces descargados de las complicaciones de líneas que han dominado en las generaciones precedentes de los turismos compactos de la marca.
En la silueta, el diseñador ha jugado con la ondulación de las superficie para crear juegos de luces y volúmenes que enfatizan el músculo que gusta en este tipo de vehículos, especialmente en la zona trasera, en la zona de la línea de cintura, lo que es conocido como los hombros del coche.
En el interior hay grandes cambios en relación a lo conocido hasta hora en la marca, salvo lo estrenado por el nuevo monovolumen-crossover Espace, que es el modelo de ruptura para situar en el mercado la nueva identidad y estilo en los productos del catálogo del fabricante francés.
El conductor es el protagonista en un interior cuidado y vertebrado sobre un tablero equilibrado de formas, sencillo y mucho más elegante que los diseños utilizados hasta ahora por la marca.
La percepción de calidad es elevada, aunque los plásticos de los elementos inferiores del salpicadero tienen un margen de mejora. Los de la zona superior son blandos y de buena presencia. Los ajustes entre elementos también son buenos.
Frente al conductor se ha colocado un tablero de datos de composición digital que puede configurarse y muy cerca se ubica una generosa pantalla para el control del sistema de información y entretenimiento. Es horizontal y se echa de menos la vertical utilizada en el Espace, que también va a llegar con el nuevo Megane.
En la pantalla se administra el sistema R-Link, que permite enlazar con los dispositivos móviles del conductor y gestionar aplicaciones de diferente índole.
El túnel central está definido por dos tirantes, más pronunciado el derecho que el izquierdo que se está viendo ya en muchos modelos del mercado, que proporcionan un marco de acogida para la palanca de cambio y los controles dinámicos del coche.
En la arquitectura de asientos hay una gran mejora respecto a lo que ha sido habitual en Renault, marca caracterizada por banquetas cortas y respaldos bajo. Y aún así hay un amplio margen para la evolución, en dureza, sujeción lateral y amplitud de asiento y respaldo.
En la zona trasera el espacio es amplio y puede acoger a tres pasajeros, aunque la arquitectura de la banqueta está concebida para dos, como ya es habitual en este tipo de coches. Quien necesite tres asientos definidos va a tener que optar por un monovolumen y no todos disponen de esta configuración.
Llegado el momento de la acción, disponemos bajo el capó delantero del motor diesel más moderno de la marca, el 1.6 dCi de 130 caballos de potencia. Se trata de una combinación que permite disfrutar de una conducción ágil y enérgica.
Un generoso par motor de 320 Newton por metro es el aditamento perfecto para crear agradables sensaciones de aceleración y empuje. Se puede evitar el uso de la caja de cambio en numerosas ocasiones gracias al par y su disposición a partir de las 1.750 revoluciones.
Este motor se muestra menos ruidoso que el 1.5 dCi, ya con una década a su espalda y este es un periodo de tiempo que en el mundo diesel marca diferencia.
Este 1.6 dcCi, por el momento no está disponible en combinación con una transmisión automática. Sólo puede accederse a esta elección con el motor 1.5 dCi.
La caja manual de seis relaciones asociada a este propulsor es de manejo rápido y está bien escalonada. La palanca está en buena posición y es accesible desde el volante.
La rodadura del Kadjar tiene un buen nivel, pero sobre firmes rotos la suspensión nos muestra una faceta del coche que no está al nivel de exigencia para un coche de su estatus.
El comportamiento general es similar al experimentado a bordo de un Nissan Qashqai. El ajuste de la suspensión permite un buen filtrado del asfalto, salvo sobre superficies rotas, que se sienten con excesiva claridad. En este apartado pierde enteros claramente.
Sobre tierra, la andadura del coche es buena. en este caso la versión probada suple la carencia de una sistema de tracción integral con el sistema X-Mod, combinado con los neumáticos M+S, diseñados para logra más agarre que unos de carretera sobre el barro y la nieve.
Esta versión X-Mod cuenta con la función Extended Grip, consistente en un control de tracción con tres programas de funcionamiento, uno para asfalto, otro para circular sobre terrenos blandos y otro experto.
El sistema es efectivo y permite la utilización en un amplio grado sobre superficies comprometidas, de modo que la mayoría de los conductores esta es una alternativa equilibrada si no se quiere acceder a la tracción integral, algo más pesada, en conjunto, y de precio superior.
En línea recta la rodadura del Kadjar es de buen nivel y en curva muestra las buenas condiciones del bastidor, bien ajustado para evitar grandes oscilaciones e inclinaciones de la carrocería. El comportamiento es muy similar a como lo hace un Qashqai, que se ha merecido una buena fama de coche agradable y fácil de conducir.
En el campo de la seguridad, el Renault Kadjar monta un amplio equipamiento que es controlable desde el sistema R Link y su pantalla de visualización. A ningún modelo del mercado debería faltarle en este momento ninguno de estos sistemas.
El paquete de seguridad está constituido, entre otros, por la frenada de emergencia asistida (AEBS), la alerta de cambio involuntario de carril, el detector de ángulo muerto, el sistema de aparcamiento manos libres, la cámara de marcha atrás, la ayuda al arranque en pendiente, la alerta de exceso de velocidad con reconocimiento de las señales de tráfico: y el regulador y limitador de velocidad.
El Renault Kadjar, un todocamino ligero que, insiste la marca, no sustituye al Koleos, modelo que tendrá un sucesor, es una interesante alternativa de compra que entra en el corazón del segmento de los SUV compactos, en el que están depositadas, en gran medida, las esperanzas de crecimiento de un mercado que está cambiando las tendencias tradicionales.
Su competidor directo, curiosamente, es el modelo de Nissan con el comparte gran cantidad de elementos, ante el cual se presenta, en igualdad de equipamientos, con una ventaja económica que podría inclinar la balanza hacia el Kadjar.
El nombre del modelo merece un apunte final. Según Renault, el nombre está inspirado en la palabra ingresa "quad" y en la las francesas "agile" y "jaillir". No se le puede negar originalidad, pero tampoco una evidente dificultad de pronunciación en la lengua española.
Este crossover está fabricado en España, en la factoría de Renault de Palencia (norte de España) y, además, con un alto grado de nacionalización de los componentes. Dos de sus tres motores, el diesel dCi de 110 caballos y el de gasolina TCe de 130 caballos, son producidos en la fábrica de motores de Valladolid (centro de España), y las cajas de cambio manuales en la planta de transmisiones de Sevilla (Andalucía, sur de España).
DESTACADOS:
+++ El Renault comparte un 60 % de piezas con el Nissan Qashqai, aunque sólo un 5 % de ellas son visibles, y se configura con unas cotas de 4,45 metros de largo, 1,84 de anchura y 1.60 de altura, que determinan claramente su posición en el mercado de los SUV compactos.
+++ En el interior hay grandes cambios en relación a lo conocido hasta hora en la marca, salvo lo estrenado por el nuevo monovolumen-crossover Espace, que es el modelo de ruptura para situar en el mercado la nueva identidad y estilo en los productos del catálogo del fabricante francés.
+++ El Renault Kadjar, un todocamino ligero que, insiste la marca, no sustituye al Koleos, modelo que tendrá un sucesor, es una interesante alternativa de compra que entra en el corazón del segmento de los SUV compactos, en el que están depositadas, en gran medida, las esperanzas de crecimiento de un mercado que está cambiando las tendencias tradicionales.
Por Fernando A. Marqués/EFE- Reportajes