Tres grandes bloques
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Por supuesto que la columna del día de hoy podría haberla dedicado a hacer algún comentario futbolístico en torno papel que puede desempeñar México en dicha competencia, de la misma manera que podría aprovechar este espacio para abordar el tema veracruzano, en el cual Fidel Herrera es acusado de la desviación de recursos públicos y César Nava de violar el Código Penal y la Ley de Vías Generales de Comunicación por haber difundido públicamente conversaciones telefónicas privadas.
Es claro que la ley no cuenta para nada, es más, nunca contó y tardará, tal vez, mucho tiempo en contar. Claro que podría criticar las ejecuciones de pacientes adictos a los narcóticos o condenar los crímenes cometidos, una y otra vez, por los traficantes de estupefacientes, para ya ni hablar de que la OCDE descalificó al Consejo de PEMEX porque éste no sólo no agiliza las decisiones vitales de la empresa, sino que las complican. ¿Y la Refinería? México captó en los últimos 30 años aproximadamente 700 mil millones de dólares por exportación suicida de crudo y hoy no contamos ni siquiera con 10 mil para construir una refinería. Si cuenta con ellos, todavía no ha sido posible ponerse de acuerdo para pagar el terreno en el Estado de Hidalgo. ¡Donde hay un burócrata hay un problema y donde hay diez burócratas de cuello blanco hay cincuenta mil problemas!
Vayamos a lo constructivo: cada vez resulta más obvia la emergencia de tres enormes bloques comerciales-financieros-industriales en el mundo, a saber: el asiático, el europeo y el americano, encabezado, si fuera el caso, por EU.
Al igual que en los últimos años se han venido dando alianzas estratégicas empresariales que aparecen ante los ojos del público consumidor como monstruos económicos armados con presupuestos anuales, en ocasiones, muy superiores a los de muchos países europeos para ya ni hablar de los latinoamericanos, de la misma manera dichas alianzas florecen entre los mismos estados consolidando una auténtica suma de esfuerzos políticos orientados a la defensa de sus intereses económicos y sociales. ¿Cómo detener a una China, una amenaza hoy convertida en realidad, desde que ya quebró a muchas empresas mexicanas dedicadas al ramo del juguete, del calzado y al sector textil, entre otras tantas más? ¿Cómo defendernos del temerario bloque europeo que a pesar de sus amenazantes desajustes, se confirma como una auténtica potencia, más aun cuando tienen una mano de obra barata y calificada derivada de los países de recién ingreso, para ayudar al abatimiento de costos conjuntos?
Nuestros competidores asiáticos y europeos se organizan para hacerse de cuantos mercados les sea posible, mientras que, en América ni siquiera se empiezan a estudiar seriamente las bondades que implicaría la suscripción de un Tratado de Libre Comercio continental.
Mientras tanto, el petróleo mexicano se va agotando, importamos gasolina, perdemos carísimas posiciones cada vez con China, se debilita la industria maquiladora, no instrumentamos las reformas del Estado ni la fiscal ni la energética, concentramos nuestras exportaciones a EU y continuamos serruchando la rama sobre la que estamos sentados en tanto cantamos alegremente.
Intensifiquemos, a través del TLC, los vínculos con EU y Canadá abriendo nuestro país a legislaciones conjuntas que nos obliguen a dar un violento giro de timón de cara a la tormenta que viene. No permanezcamos anclados en paradigmas que acabarán con nosotros. Estamos petrificados, aterrorizados ante la amenaza de cualquier cambio.
 Nos vemos reflejados cada vez con más claridad en el espejo negro de Tezcatlipoca. La inmovilidad, la sujeción a viejos patrones que demostraron su caducidad e ineficacia, no es una respuesta inteligente ante la vertiginosa evolución internacional. ¿Seremos tontos, obnubilados, cobardes y apáticos, incapaces de autogobernarnos de acuerdo a las tesis vigentes en el siglo 19 mexicano? Es hora de demostrar nuestro ¿talento? ajustándonos a los dictados impuestos por los tiempos modernos antes de que sea muy tarde.
Pero bueno, si el continente americano no despierta y no decide convertirse en un tercer gran bloque comercial, entonces, al menos México, EU y Canadá, los socios del tratado de América del Norte, deberíamos evolucionar hacia una alianza similar a la Unión Europea. Si Canadá y EU mandan anualmente cientos de miles de millones de dólares para maquilar sus productos en Asia, favoreciendo otro bloque comercial que día a día se fortalece más, al extremo de poder afirmar que nuestros socios están alimentando a un monstruo que acabará devorándolos en no más de veinte años más, entonces debemos convencerlos de que inviertan dichos recursos en México, que es una economía complementaria a la de ellos: nosotros necesitamos sus capitales y ellos nuestra mano de obra. De ir mucho más allá del TLC y llegar a construir una "unión norteamericana", entonces se generarían en México millones de empleos, se abatiría la miseria y se disminuiría sensiblemente el problema migratorio.
El ruido producido por el combate al narcotráfico nos ha impedido concentrarnos en lo sustantivo, en tanto el Secretario de Economía tal vez no se ha percatado que ya, ya fue nombrado Secretario de Economía desde hace mucho tiempo. ¡Horror!