Doce menores entre las víctimas
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Nadadores, Coah.- Rostros de tristeza y angustia son el panorama que muestra cada una de las clínicas de los diversos hospitales de Frontera, Monclova y San Buenaventura. Madres, esposas, hijos y hermanos esperan las peores noticias de sus vidas.
Desde la madrugada del domingo, cuando un tráiler de la empresa Orica cargado de nitrato de amonio se impactó de frente contra una camioneta, en la carretera 30, cerca del ejido Celemania, el caos en los municipios de la Región Centro se avivó al reportarse personas desaparecidas, y fallecer en el lugar cuando menos 40 personas, entre ellas 12 menores de edad, según informes preliminares de las autoridades.
Luego del impacto de ambos vehículos, el cual ocasionó dos detonaciones, en las que además de las pérdidas humanas los daños materiales son incalculables, las clínicas no se han dado abasto para atender a los más de 150 lesionados, 30 de ellos en estado crítico.
María Rosa Valdés, de 61 años, abuela de una de las víctimas, afirmó, que ha pasado más de 12 horas afuera de la Clínica 7, en espera de noticias de su nieto Jesús Américo González, de 17 años.
De quien dijo el destino le jugó una mala broma, pues cuando regresaba de un balneario en Sacramento, en compañía de sus amigos, la explosión del tráiler estuvo a punto de costarle la vida.
"Chuyito se había ido a bañar al Cariño de la Montaña con sus amiguitos, mi nieto apenas tiene 17 años, iban todos en una camioneta, y dice que cuando venía de regreso, como a las ocho y media, vieron un choque y se pararon, de pronto el tráiler explotó; él traía incrustado un fierro en la panza y está muy mal", dijo afligida doña Rosa.
Comentó que de la fatal noticia se enteró cuando se encontraba en su casa, en el fraccionamiento San José. "Eran como las 11 de la noche, ya estábamos acostados cuando una vecina llegó y nos dio la noticia, dijo que a mi Chuyito, lo habían llevado al hospital porque había tenido un accidente, aún no sabíamos lo que había pasado realmente, hasta que llegamos a la clínica", relató llorando.
Luego de la fatal noticia, doña Rosa llamó inmediatamente a su hija, para ir en busca del mayor de sus nietos, y conforme los minutos transcurrían, en el hospital les era imposible localizarlo, ya que ante el gran número de pacientes que ingresaban, el caos y la confusión, les impedía identificar a muchos de los internos.
"Llegamos aquí y nadie nos daba razón, era un verdadero desbarajuste, había mucha gente, las ambulancias llegaban y llegaban con heridos, temíamos que nuestro Chuyito estuviera ahí, y fue hasta como a las 12 cuando él le dio su nombre a una enfermera y pudimos verlo".
"Yo sabía que le había pasado algo a mi Chuy, porque ya era tarde, y él no se había reportado, pero jamás imaginé verlo como lo vi; con sus ojitos cerrados, y ese fierro que le atravesaba la panza", espetó la abuela.
Sin embargo, a pesar de que el estado de salud del joven Américo les fue reportado a sus familiares como estable, éste aún se encuentra delicado de salud, pues luego de una operación donde le fue retirado el pedazo de "mofle" del abdomen, su recuperación es lenta.