¿Eres un zombie?
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¿Por qué no transformar esa incredulidad en las élites políticas para creer en nosotros mismos, y tomar entre nuestras manos la transformación política de México?
El piso de México se desmorona porque nos resistimos a creer: ¿Cree usted a Jesús Murillo Karam cuando presenta “la verdad histórica” sobre lo sucedido en Iguala? O en EPN cuando enfatiza que “no debemos dejarnos atrapar por la tragedia y el dolor”, por lo ahí acontecido.
¿Cree usted en los partidos políticos cuando responden al momento crítico que vivimos, reciclando cartuchos quemados, impulsando “juniors de papi”, o celebrando la llegada de payasos, deportistas y artistas de Televisa como candidatos a las Diputaciones Federales?
¿Cree usted en los filtros que los mismos partidos sujetarán a sus candidatos para probar que no son corruptos, drogadictos o parte del crimen organizado?
¿O que las reformas estructurales mejorarán su economía familiar en el corto plazo?
Somos un país de incrédulos. Las cinco instituciones que menor confianza inspiran entre la población son la policía, los senadores, los sindicatos, los diputados y los partidos políticos. La Presidencia de la República roza esos niveles. Nada nuevo bajo el sol.
¿Por qué no transformar esa incredulidad en las élites políticas para creer en nosotros mismos, y tomar entre nuestras manos la transformación política de México?
Ayotzinapa puede ser el punto de inflexión. Fuera del clientelismo electoral, hoy, la conciencia del mexicano de clase media es otra: No son los políticos del PRI, PAN o PRD los podridos, es el Sistema que los cobija. Esa es la parte política.
La crisis económica, acompañada de una reforma fiscal inquisitoria y paralizante, ha exprimido el bolsillo y congelado las expectativas de ese grupo social. Esa es la parte económica
Con esa conciencia extraída de un trance cotidiano, el cinismo o la indiferencia no son una opción para los 39 millones de clasemedieros. O defienden sus expectativas económicas y de movilidad social en las elecciones del 7 de junio, y después también; o se convertirán en “zombies”, sin oficio ni beneficio para el futuro del país.
Contra las reglas de un Sistema electoral predecible, está la exigencia histórica para esa clase media, de organizarse y transformar México más allá de las elecciones, o de “zombificarse” para deambular por ahí. Nada más.