A pagar deudas
Llegó la tasa de referencia del Banco de México a 8.5 por ciento el día de ayer, la más alta en los dos sexenios más recientes, y es la tasa a la que los bancos comerciales se fondean en México, a esta tasa hay que agregarle dos tasas más, la de riesgo y la tasa de inflación para comprender por qué los bancos en México cobran intereses tan altos. Por eso lo que se espera es que ahora los créditos al consumo, por ejemplo en tarjetas de crédito, puedan llegar la siguiente semana a 80 por ciento o más en promedio, o sea, se vivirá una economía con más bajo consumo. La principal razón será que la tasa de riesgo (que no se pague el crédito) aumente drásticamente, porque al aumentar la tasa de interés menos gente tendrá la posibilidad de pagar. Esto es, la situación actual es compleja y hay que verlo desde la perspectiva de la inflación. Cada vez alcanza menos un salario para hacer frente a los costos de vida, sobre todo en el mes de agosto que hay que pagar uniformes, colegiaturas de nuevo, útiles escolares, y todo lo que conlleva el regreso a clases. Hay que recordar que los sueldos subieron en enero o febrero y que se sigue ganando lo mismo, pero se compra mucho menos conforme pasan los meses, todo más caro, pero ganando lo mismo. A eso, ahora hay que agregarle que las deudas en tarjetas de crédito y créditos de vivienda que se ajustan con la inflación, ya consumen más de nuestro ingreso. La situación es muy complicada porque para parar la inflación por la vía monetaria, no hay más que hacer lo que está haciendo Banxico, aumentar la tasa de referencia. La estrategia es la correcta, pero es muy dolorosa y no tiene una terminación visible.
Los datos, como el hecho de que la inflación subyacente lleva 20 periodos en crecimiento, indican que al menos tendremos un mes más con la inflación como principal temática económica. En el mismo tenor, el PCIC (Paquete contra la inflación y la carestía) no ha tenido los efectos esperados, en un promedio simple, los 24 productos incluidos en él han subido un 6.7 por ciento desde su formulación. La razón principal de este hecho es que los productos tienen materias primas que hacen insostenible mantener los mismos precios. Simplemente el trigo en los últimos tres meses ha aumentado un 20 por ciento. Con el aumento de la tasa base de ayer jueves, podremos esperar todavía en el corto plazo un aumento en los productos pero para septiembre, ya la estabilidad de precios podrá verse en el horizonte.
Lo anterior no quiere decir que la inflación bajará y que se recuperarán los precios anteriores, no, simplemente los aumentos serán moderados y empezarán a mostrar una tendencia a la estabilidad. Se espera que al cierre de año la inflación ronde un 6.5 por ciento, para que a finales de 2023 se tenga un indicador sobre el 4 por ciento.
Las deudas no cambiarán tan rápidamente, y es aquí donde la economía entra en terrenos escabrosos. Los mercados de dinero y capitales reaccionan más conservadoramente a las reducciones inflacionarias, esto es, tardan más en volver a los niveles originales porque los inversionistas tienen tiempos más largos con tasas más altas para maximizar su utilidad y minimizar el riesgo de pérdida por un pico extraordinario de inflación. Es por ello que a pesar de que las tasas comerciales pudieran bajar a la par que la inflación, esto no sucede en la realidad y por ello se deben tomar precauciones. En épocas como la actual, quien tiene efectivo o dinero, es el “rey del mercado”, porque prevalece la poca liquidez y la gran necesidad de efectivo para salir adelante vuelve atractiva cualquier tasa que se ofrezca, pues dicen los expertos que “el dinero más caro es aquel que no tiene”. Ante la caída del consumo y el aumento de precios al productor, las empresas se verán en la necesidad nuevamente de pedir dinero prestado. Los créditos empresariales en este momento, por estar llegando el cierre de año, se vuelven muy difíciles de conseguir y las empresas al requerir liquidez, están dispuestas al pago de tasas de interés muy altas. Esto es consecuencia de la inflación y de la conducta de los inversionistas de largo plazo que prestan dinero.
También el gobierno federal está sufriendo los efectos inflacionarios, la recaudación en este trimestre se ha reducido cuando menos un 20 por ciento por la caída de las ventas, ni el IVA ni el ISR serán lo presupuestado y eso pondrá aún más presiones a las finanzas públicas que ya están dentro de márgenes de maniobra muy reducidos. Todo esto por culpa de la inflación.
Ya se va a terminar la primera quincena de agosto y pocos cambios habrá en lo que resta del año, así que para quienes piensen positivamente el comentario es que las cosas no van a empeorar porque ya estamos muy abajo en el desempeño económico. Para los que piensen negativamente, es claro que la situación actual es mala y podría empeorar, pero hay pocas posibilidades de ello. No es que se tenga que ser optimista, es que realmente los datos nos dicen que ya no hay posibilidades reales de empeorar en una situación que desde hace mucho, ha venido en picada, por eso ya no hay posibilidades de caer más. Ya estamos muy abajo en todo.