¿Contra la UNAM ahora?
En México, cuando menos desde los años treinta del siglo pasado, la Universidad fue y aspira a seguir siendo una vía de movilidad social, de ascenso en la escala social, un espacio para la formación de cuadros técnicos que impulsen, sostengan y encaucen el desarrollo económico del País. ¿Quién no sabe de algún hijo de obrero o campesino que “se superó” y llegó a “licenciado”? Pues eso. Hoy y desde hace décadas, la Universidad se marchita como vía de ascenso social. ¿Quién no sabe ahora de más de un profesionista que se gana la vida en tareas del todo ajenas a su profesión?. ¿Quién no se ha percatado del poco promisorio porvenir que espera a muchos egresados hoy en día?
En ese contexto debemos enmarcar las palabras de López Obrador sobre la UNAM. Él mismo fue hechura de catedráticos y políticos como Enrique González Pedrero, Henrique González Casanova, Víctor Flores Olea y Javier Rondero, todos ellos universitarios, “ideólogos” del llamado “nacionalismo revolucionario” y del “desarrollo estabilizador”.
Sólo alcanzo a vislumbrar dos motivos por los que AMLO decidió criticar el desempeño de la UNAM, sobre todo porque enfoca sus baterías a la esencia misma de la Universidad: la formación y la libertad de cátedra para la formación de futuros profesionistas.
En primer lugar estaríamos ante una crítica auténtica, nacida del pensamiento, formación y creencias de Andrés Manuel, de cómo concibe a su alma mater. En segundo término estaríamos frente a una declaración calculadora, con segundas intenciones. Terreno en el que López Obrador ya es todo un experto: sacar del escenario temas que le son incómodos, generando otros que desatarán polémica y sepultarán otras cuestiones que pondrían a su administración en el banquillo de los acusados. Brinda materia prima a sus leales para que reafirmen su lealtad, y a sus detractores les provee de material para que se desgarren las vestiduras.
Sean cuales sean sus motivos, su principal móvil viene a ser un deseo de control absoluto del poder, anular el debate público, obstaculizar la libertad de cátedra, imponer sus convicciones, apropiarse de los espacios universitarios. Las y los luchadores por la libertad de cátedra, por la defensa del pensamiento crítico e independiente enfrentan pues una nueva etapa de lucha frente a un nuevo pensamiento hegemónico. No podría ser de otra manera, al margen de lo que pueda ser una estrategia del Presidente, sus críticas son absurdas y sin sentido, por decir lo menos.
La idea esencial de la Universidad es la universalidad, en ella deben tener cabida todas las ideas. La libertad de cátedra es la herramienta de los docentes para transmitir tanto sus conocimientos como sus dudas y preguntas, en consonancia con sus convicciones personales. En lo particular me inclino por transmitir los conocimientos con la mayor objetividad posible, no dejar nada fuera, brindar a los alumnos la libertad de elegir cómo procesar y manifestarse frente a la información que reciben. Nada más alejado de la libertad de cátedra y de la formación universitaria que imponer un pensamiento político y social desde el poder.
La crítica de AMLO me parece por demás absurda, la respuesta no se hizo esperar en defensa de la Universidad, sin que importaran los partidismos, las especialidades profesionales, ni la geografía. Pareciera que la lanzó a propósito y que logró su objetivo: ya no se habla de Emilio Lozoya, el testigo de lujo que se la vive “de lujo” sin que importen sus fechorías, tampoco de las balaceras en Tamaulipas, Sinaloa, Guanajuato, Michoacán, Veracruz o Quintana Roo, ni de los desaparecidos, ni de la nueva caravana de migrantes. Quedaron atrás los abusos de poder desde la Fiscalía General de la República. Si el propósito de AMLO fue distraer, podemos decir que le funcionó al 100.
El asunto no es si la UNAM es o no neoliberal. En la Universidad deben tener cabida todas las ideas, todo debe poderse analizar y debatir. Aun así, es importante recalcar que en la UNAM predominan ideas muy alejadas del neoliberalismo. En los sondeos de opinión en tiempo de elecciones suelen arrasar los candidatos que tienden a la izquierda y difícilmente permiten el acceso a quienes no lo son. Cuando la intolerancia se asoma, no es desde la derecha, es algo tan conocido que se asume como un hecho. Por eso me parece tan ridícula y sorpresiva la crítica del Presidente.
López Obrador goza de impunidad en el uso del lenguaje. Se le perdonan o toleran expresiones que otros presidentes jamás se hubieran atrevido a utilizar. Su ofensiva en contra de la Universidad Nacional es tan sólo la evidencia más reciente.
@chuyramirezr